miércoles, 27 de enero de 2021

Marzanna Bogumiła Kielar (Polonia, 1963)

 

 



***

Las palabras del poema serán como el agua
que se condensa en nubes, cae como lluvia, como nieve,
sube como rocío.
Llegará entonces a las aguas subterráneas que alimentan el árbol de la sangre.
Se irá esparciendo sobre las hojas del aliso gris y le ayudará a persistir.
Basta con que las palabras del poema sean como el agua reflejando en sí misma todo lo que existe.
Todo lo que se marcha para despertarse
dentro de algo más vasto.
La niebla entonces no será demasiado densa,
será posible divisar el contorno de otra tierra. El fondo del cielo será profundo y puro,
sin escollos ni bajíos, llevará hasta la orilla.
Que un leve oleaje golpee a los poemas,
las luces y las sombras jueguen en el fondo y nuestros cuerpos hechos de sol,
naden en la bahía, bajo el fino escamaje de los destellos.
Finalmente, las aguas recogidas en ríos regresarán de nuevo a los mares
de los que salimos.
Un día se evaporaron de ellos. Dejaron sal.  



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