domingo, 31 de enero de 2021

Jorge Ortega (mexicali, Baja California, 1972)

 

 

LIMOSNA PÍA

espero el tajo mendigo,
la limosna del vacío
Hugo Mujica

Vacíate el bolsillo.
Vacía
los bolsillos. Auspicios
para qué
si
de dónde.

El éter, la oquedad,
el socavón
son
también
algo:
vocablos. Designan
también
lo que no se toca,
lo que no
se posee.

No tener
es algo, es
al menos
no tener, o sea,
lo suficiente, el mayor porcentaje
de tu hacienda,
la fértil longitud de la
carencia.

Lo que no se ve.
Lo que le falta a la Tierra
para ser redonda.
Lo que le falta al mundo
para ser mundo.

Sacúdete la nada del bolsillo
que algo es ya bastante.

 

 

BLUES DEL LOCUTORIO

 

Peregrinos de todas las naciones
cercanas
…………….o distantes
acuden a la zona
neutral de la palabra.

Y a pesar de la nube de alboroto
que fragua el surtidor de los idiomas
a gritos de disputa y apoteosis
perdura la concordia entre los parroquianos
que urgidos de libar la ambrosía del origen
ocupan las diez, quince
cabinas del negocio.

Es el prodigio de comunicarse,
el gusto de marcar a ese teléfono
acomodado en la mesa de noche
de otro continente,
…………………………..esa tira de dígitos
que por la tarde entera trajiste en la cabeza
o anduviste arrastrando por el barrio
como el harapo de una pesadumbre
casi tangible.

Hablar compone el mundo,
nivela los embalses, aligera los cuerpos,
engrasa los pistones, despeja los carriles,
destapa los conductos capilares.

Turistas, forasteros, reyes magos
de los cuatro sentidos cardinales, los cinco vecindarios del planeta,
asisten a la cita vespertina
con el auricular.

Hay fila entonces para recoger
el bono de sosiego, la necesaria dosis
de alivio que apuramos
para invocar la suerte, la sonriente
tutela de los dioses.

 

 

A MODO DE POÉTICA

 

Una imagen
primero. Luego
sin pensarlo mucho
ir amasando en la lengua
una pulpa de voces apagadas,
una música amorfa
que semeja
vertebrarse
al compás de los pasos.
Madura en ti la hidra,
se dilata y contrae,
mitiga en la faringe
sus cencerros linfáticos,
enreda sus tendones
allá dentro,
en la sinuosidad del entresijo.
Asoma por la valla de los dientes
a los abismos del aire, pero
no consigue frisar la superficie, y
minimizando
su pegajoso
cascabel de grafemas
retorna una vez más por donde vino
hasta
vaporizarse.

 

 

(Fuente: Buenos Aires poetry)

 

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