LIMOSNA PÍA
espero el tajo mendigo,
la limosna del vacío
Hugo Mujica
Vacíate el bolsillo.
Vacía
los bolsillos. Auspicios
para qué
si
de dónde.
El éter, la oquedad,
el socavón
son
también
algo:
vocablos. Designan
también
lo que no se toca,
lo que no
se posee.
No tener
es algo, es
al menos
no tener, o sea,
lo suficiente, el mayor porcentaje
de tu hacienda,
la fértil longitud de la
carencia.
Lo que no se ve.
Lo que le falta a la Tierra
para ser redonda.
Lo que le falta al mundo
para ser mundo.
Sacúdete la nada del bolsillo
que algo es ya bastante.
–
BLUES DEL LOCUTORIO
Peregrinos de todas las naciones
cercanas
…………….o distantes
acuden a la zona
neutral de la palabra.
Y a pesar de la nube de alboroto
que fragua el surtidor de los idiomas
a gritos de disputa y apoteosis
perdura la concordia entre los parroquianos
que urgidos de libar la ambrosía del origen
ocupan las diez, quince
cabinas del negocio.
Es el prodigio de comunicarse,
el gusto de marcar a ese teléfono
acomodado en la mesa de noche
de otro continente,
…………………………..esa tira de dígitos
que por la tarde entera trajiste en la cabeza
o anduviste arrastrando por el barrio
como el harapo de una pesadumbre
casi tangible.
Hablar compone el mundo,
nivela los embalses, aligera los cuerpos,
engrasa los pistones, despeja los carriles,
destapa los conductos capilares.
Turistas, forasteros, reyes magos
de los cuatro sentidos cardinales, los cinco vecindarios del planeta,
asisten a la cita vespertina
con el auricular.
Hay fila entonces para recoger
el bono de sosiego, la necesaria dosis
de alivio que apuramos
para invocar la suerte, la sonriente
tutela de los dioses.
–
A MODO DE POÉTICA
Una imagen
primero. Luego
sin pensarlo mucho
ir amasando en la lengua
una pulpa de voces apagadas,
una música amorfa
que semeja
vertebrarse
al compás de los pasos.
Madura en ti la hidra,
se dilata y contrae,
mitiga en la faringe
sus cencerros linfáticos,
enreda sus tendones
allá dentro,
en la sinuosidad del entresijo.
Asoma por la valla de los dientes
a los abismos del aire, pero
no consigue frisar la superficie, y
minimizando
su pegajoso
cascabel de grafemas
retorna una vez más por donde vino
hasta
vaporizarse.
(Fuente: Buenos Aires poetry)
–
Si de pronto caminas sobre hierba hecha piedra,
más hermosa, por mármol, que si fuera verdad;
si el fauno se deleita con la ninfa
y el bronce les otorga la dicha de los sueños.
deja caer el báculo de las manos cansadas:
estás en el Imperio, amigo mío.
Aire, fuego, leones, faunos, náyades,
de la naturaleza o del ingenio,
todas las criaturas concebidas por Dios
y descartadas por la razón, están en piedra
o en metal. Es el fin de las cosas, del camino,
el espejo de entrada.
Súbete a un nicho vacío, pon los ojos en blanco,
mira cómo los siglos van doblando la esquina,
cómo se pierden, mira crecer el musgo en las estatuas,
en las ingles, los hombros: el tostado del tiempo.
Alguien arranca un brazo y la cabeza rueda de los hombros
con estruendo de alud.
Un torso quedará: la suma de los músculos anónimos.
Cuando pase un milenio, saldrá de su horado el ratón,
con las uñas vencidas por la dureza del granito;
será una tarde cualquiera; chillará;
pasará al otro lado de la calle, para no regresar a su nido
ni a medianoche ni por la mañana.
Trad. A. Lacasa y R. Buenaventura
(Fuente: Ada lírica)
(Fuente: Descontexto)
“Húndete en lo desconocido que excava. Oblígate a girar”.
Hay tan pocas palabras en la vida
que no obstante nos lastiman tanto;
nos abandonan en la oquedad de un paraje
púrpura de tan negro,
donde uno busca su constelación en vano
y se tienda sobre la maleza abrazado a sus costillas;
estas palabras
vuelven témpano el llanto,
lo obligan a morir ahorcado en el cogote
de quien no puede terminar una plegaria;
ni el desplome de un fresno
ni el derrumbe de un yunque
caen tan duro
y pesan tanto
como pesan estas palabras,
estas pocas palabras
que pueden guardarse en el buche de un búho
pero que no obstante nos lastiman tanto
como la caída de un relámpago en la sangre.
(Fuente: La parada poética)
Convocados conscientemente por el recuerdo, ella
estará sonriendo, los dos estarán en la cocina hablando,
antes o después de la cena. Pero están en esta otra habitación,
la ventana está hecha de vidrios diminutos, y están en un sofá
abrazándose. Él la sujeta tan fuerte
como puede, ella se entierra en su cuerpo.
Es por la mañana o quizá por la tarde, la luz
fluye a través de la habitación. Fuera,
al día lo sucede lentamente la noche,
y después el día. El proceso se tambalea
y se acelera: semanas, meses, años. La luz en la habitación
permanece inalterable, así que es obvio lo que está sucediendo.
Intentan convertirse en una sola criatura,
pero algo no consiente. Son tiernos
el uno con el otro, temerosos
de que sus breves, agudos gritos les lleven a aceptar el momento
en que volverán a separarse. Así que se restriegan contra el otro,
secas sus bocas, después húmedas, después secas.
Se sienten en el centro de una poderosa
y desconcertada voluntad. Sienten
que son un único animal casi completo,
arrojado por las olas a la orilla de un mundo—
o acurrucado contra la puerta de un jardín—
del que no pueden admitir que jamás lograrán ser admitidos.
Trad. Andrés Catalán
Summoned by conscious recollection, she
would be smiling, they might be in a kitchen talking,
before or after dinner. But they are in this other room,
the window has many small panes, and they are on a couch
embracing. He holds her as tightly
as he can, she buries herself in his body.
Morning, maybe it is evening, light
is flowing through the room. Outside,
the day is slowly succeeded by night,
succeeded by day. The process wobbles wildly
and accelerates: weeks, months, years. The light in the room
does not change, so it is plain what is happening.
They are trying to become one creature,
and something will not have it. They are tender
with each other, afraid
their brief, sharp cries will reconcile them to the moment
when they fall away again. So they rub against each other,
their mouths dry, then wet, then dry.
They feel themselves at the center of a powerful
and baffled will. They feel
they are an almost animal,
washed up on the shore of a world—
or huddled against the gate of a garden—
to which they can’t admit they can never be admitted.
(Fuente: Ada lírica)
(Fuente: Descontexto)
Quien me recuerde, lo habré olvidado
me supe holograma
al caminar
entre oleajes y rocas
sin sufrir rasguños
ni padecer ahogo
logré corroborarlo
atravesando los muros
de mi casa
intermitentes
mis manos
no tiraban
del cabello en mi nuca
resultó extraño
llorar
sin un corazón
acelerado
sin recordar
cómo hacerlo
calma
me dijo una voz
como de radio antigua
ojos cafés
cejas tupidas
piel morena
Estela no parecía distinta
desde la última ocasión
que nos besamos
8 años antes del bombardeo
borrachos de ron
entre arbustos del parque
que apodábamos
La cantina
tiempo después
la extrañé a diario
somos memoria
explicó Estela
proyectada de esa luz
que en realidad
es un satélite
todo lo que brilla
resplandece
de nosotros
¿has tocado esas estrellas?
atrás quedaron
edificios en ruinas
coches carbonizados
otros hologramas
lo que alumbra del sol
es la palabra
alumbra
después de citar a Salvador Elizondo
Estela comenzó a titilar
hasta desvanecerse
¿Hay algo más tenaz que la memoria?
me acuerdo del aroma a tierra húmeda
previo a llover
hormigas voladoras
del Cavalier gris del 94 de mi padre
de mi madre
en una fotografía
con lentes Rayban polarizados
de pintura
descarapelada
sobre óxido
en barandales de la escuela
cuatro paredes blancas
mi primer departamento
la gotera
en algún lugar
dentro de las tuberías
en Parrilla Grill
donde fui despedido
por borracho
me acuerdo de romper esferas de navidad
reflejar mi rostro
en decenas de fragmentos
de mi hermana disfrazada de brujita
de un cielo nublado
rojo
previo a los bombardeos
la primaria
un verano sin alumnos
con pasillos más amplios
de lo que aparentaron
salones
como cuevas de gigante
sillas
reducidas
en mi mente
gritos
me acuerdo del sonido
como de hojas secas quebrándose
un instante después de la primera explosión
del día que llenamos la cajuela del Cavalier
con maletas
cordeles
anzuelos
una hielera Coleman de color azul rey
del columpio
en casa de mi abuela
frente a jaulas
con loros australianos
arboladuras tras la ventana
en viajes por carretera
me acuerdo de una luz
desvaneciendo
personas
muros
árboles
gritos
otras luces.
(Fuente: Low Fi ardentía)
Si me hiciera cosquillas el roce del amor
Si me hiciera cosquillas el roce del amor,
Si una tramposa chica me robara a su lado,
Y quebrara su nido rompiendo mi cuerda vendada,
Si el rojo cosquilleo como el parir del ganado
Pudiera arrancar una risa de mi pulmón,
No temería al diluvio ni a la manzana
Ni a la maligna sangre de la primavera.
¿Será hombre o mujer? Se preguntan las células,
Dejando caer la ciruela como fuego de la carne.
Si me hiciera cosquillas la cabellera incubadora,
El hueso alado que crece en los talones,
La picazón del hombre en el muslo del bebé,
No temería al hacha ni a la horca
Ni a las cruzadas varas de la guerra.
¿Será hombre o mujer? se preguntan los dedos
Que llenan con tiza las paredes de hombres y mujeres inmaduras.
Si me hiciera cosquillas el hambre de erizo
No temería a la musculatura del amor
Ensayando calor sobre un nervio en carne viva.
No temería al diablo en su lomo
Ni a la abierta tumba.
Si me hiciera cosquillas el roce de los amantes
Que no borra la pata de gallo ni el cerrojo
De la vieja y enferma virilidad en las mandíbulas caídas,
El tiempo y los cangrejos y la dulce cuna¹
Me dejaría frío como manteca para las moscas,
La escoria del mar podría ahogarme al romper
Muerto en los pies de los novios.
La mitad de este mundo es del diablo, la otra mitad es mía,
Tonto por esa droga fumada en una chica
Y enredado en el brote que su ojo bifurca.
La pierna de un anciano con una médula en mi hueso,
Y todos los arenques que huelen en el mar,
Me siento y miro el gusano debajo de mi uña
Desgastando la vida².
Y éste es el roce, el único roce que hace cosquillas.
El nudoso mono que se balancea a lo largo de su sexo
Desde la húmeda oscuridad hasta el tirón de la enfermera
No puede hacer surgir la medianoche de una sonrisa,
Ni cuando encuentra la belleza en el pecho
Del amante, la madre, los amantes o sus seis
Pies en el polvo que se frota.
¿Y cuál es el roce? ¿La pluma de la muerte en el nervio?
¿Tu boca, amor mío, el cardo en el beso?
¿Mi broma³ de Cristo nacida sobre el árbol entre espinas?
Las palabras de la muerte4 son más secas aún que su rigidez,
Mis verbosas heridas están impresas con tu cabello.
Me haría cosquillas el roce del amor, entonces:
Hombre, sé mi metáfora.
–
If I were tickled by the rub of love
If I were tickled by the rub of love,
A rooking girl who stole me for her side,
Broke through her straws, breaking my bandaged string,
If the red tickle as the cattle calve
Still set to scratch a laughter from my lung,
I would not fear the apple nor the flood
Nor the bad blood of spring.
Shall it be male or female? say the cells,
And drop the plum like fire from the flesh.
If I were tickled by the hatching hair,
The winging bone that sprouted in the heels,
The itch of man upon the baby’s thigh,
I would not fear the gallows nor the axe
Nor the crossed sticks of war.
Shall it be male or female? say the fingers
That chalk the walls with green girls and their men.
I would not fear the muscling-in of love
If I were tickled by the urchin hungers
Rehearsing heat upon a raw-edged nerve.
I would not fear the devil in the loin
Nor the outspoken grave.
If I were tickled by the lovers’ rub
That wipes away not crow’s-foot nor the lock
Of sick old manhood on the fallen jaws,
Time and the crabs and the sweethearting crib
Would leave me cold as butter for the flies
The sea of scums could drown me as it broke
Dead on the sweethearts’ toes.
This world is half the devil’s and my own,
Daft with the drug that’s smoking in a girl
And curling round the bud that forks her eye.
An old man’s shank one-marrowed with my bone,
And all the herrings smelling in the sea,
I sit and watch the worm beneath my nail
Wearing the quick away.
And that’s the rub, the only rub that tickles.
The knobbly ape that swings along his sex
From damp love-darkness and the nurse’s twist
Can never raise the midnight of a chuckle,
Nor when he finds a beauty in the breast
Of lover, mother, lovers, or his six
Feet in the rubbing dust.
And what’s the rub? Death’s feather on the nerve?
Your mouth, my love, the thistle in the kiss?
My Jack of Christ born thorny on the tree?
The words of death are dryer than his stiff,
My wordy wounds are printed with your hair.
I would be tickled by the rub that is:
Man be my metaphor.
–
–
NOTAS
1 Si bien el poema está lleno de connotaciones sexuales y “crabs” podría leerse además como ladillas (esto podría acentuarse en relación a “sweethearting”, el lecho del amor), la imagen de “crabs” aparece en otros poemas de Dylan Thomas (Poem in October) donde elementos y escenarios del mar resultan siempre protagónicos. Además, el crítico William York Tindall en A reader’s guide to Dylan Thomas, New York, Farrar, Straus and Cudahy, 1962 sugiere que: “Cangrejos (de Hamlet II, ii, 205) quizás pueda significar la forma de andar del cangrejo, homóloga a la de un anciano” (en este caso, representando la vejez, tema fundamental cuarto hemistiquio). Por otro lado, el efecto de “crabs” convierte, en un juego fonético, en el lecho de amor en una cuna (“cribs”).
2 “Wearing the quick or life away” (William York Tindall, op. cit., pp. 48-49).
3 Tomado de Gerard Manley Hopkins: “I am all at once what Christ is, / since he was what I am, and This Jack, joke, poor potsherd, / patch, matchwood, immortal diamond, / Is immortal diamond.”
4 “wordy wounds of poetry” (William York Tindall, op. cit., pp. 48-49).
De Collected Poemas (1934 - 1953)
Trad. Juan Arabia
(Fuente: Buenos Aires poetry)
–
Era hermosa, con un corazón lleno de contrastes:
le gustaban los patos, el amor, los pederastas
que llevan el correo en bandeja de plata.
Seguía los cursos de los Maestros, pero soñando
en una lección bien distinta, en claridades menos austeras,
en tales enseñanzas de otras complementarias,
en tal saber, seguido en la sombra, de un suspiro.
Era tierna. Era dulce acurrucarse
voluptuosamente, como una gata, en Ella.
Ver cómo iba muriendo el día en su pupila
muy cerca, y esperar en silencio el amor.
De Paul Valéry a Jeanne Loviton
(Fuente: Un alma navegante)
Nuestro primer paisaje fue el monte
alguien es alcanzado por el hambre.
Por la ventana,
en la tarde de este invierno
miro pájaros que me recuerdan mi dolor por ti.
El mar,
tu pijama de la casa,
y tus caderas, que parirán robustos peces,
os volvéis
un dolor ancho, como oscuros tus ojos,
y el enigma se cierra por un doble horizonte de labios.
No sé si volveré en mí
y habitaré la casa, nuevamente.
Sumergido,
intento guardar esta imagen, tuya, para siempre.
En Esperar sentado. Ed. Ruleta Rusa, 2017
(Fuente: Voces del extremo)
un pajarito en la selva
NOTA
ese es el nombre del texto y el texto mismo
y es suficiente
como el pajarito en la selva
el pequeño texto tiene que valerse por sí mismo
¿Por qué textos?
¿Y por qué siempre me gustaron las texturas?
Siempre me gustó más la palabra texto que la palabra poema
Un escrito tiene una textura
Tocar, acariciar, rozar, frotarlas entre sí con los dos primeros
dedos.
La palma de la mano -parodiando a Bioy que decía "siempre
que digo 'mujeres' me refiero a las mujeres bellas", diría
"siempre que digo la palma de la mano, me refiero a la palma
de las manos de las mujeres
La textura de la planta de los pies (de las mujeres), también
Ah, y las mejillas de la Señorita Benjamenta, según Walser.
Y, clásicamente, las sedas, la tela femenina, la piel que se po-
nen ciertas mujeres.
Y vienen acá dos palabras que también se han convertido en
fetiches, una transformación que no cualquier objeto o parte
del cuerpo es digna de lograr: rustle es una. Y lo es porque
resulta intraducible. Es el sonido de la frotación, sí, pero no
de cualquier superficie. Las hojas del bambú hacen el rustle
más poético, porque incluyen en su escena a la noche, la lu-
na, el viento, y la espera.
A lo largo de la vida uno va viendo cuáles son sus textos-
texturas. Sólo a lo largo de la vida. Y forman parte de todo
eso que no tiene un nombre conjunto, eso que se nos impo-
ne desde la más temprana edad: lo que nos gusta y lo que
no nos gusta. El gran ensamble de nuestros gustos y recha-
zos, nos define, pero es, por supuesto, innombrable.
Entonces acude la segunda palabra-fetiche: lifetime.
El tiempo transcurrido a lo largo de la vida.
Por ejemplo, Pound: "The mastery of any art is the work of
a lifetime."
Lleva toda una lifetime tener una idea de quién es uno. Y si-
gue siendo una idea parcial, inestable, un saber que no sabe
qué sabe (y qué imagina, todavía).
En lugar de todo esto se puede decir solamente
un pajarito en la selva
(Fuente: Inútiles misterios)