miércoles, 18 de julio de 2018

José Sbarra


El lamento de los sobrevivientes (Obsesión de vivir):

 


Esta tristeza que nos llega con la tarde
ya es moneda corriente,
viene desde lejos
( quizás desde nuestra infancia)
a recordarnos que somos los elegidos para quienes fue reservado el dolor de las horas,
¿ qué haremos con los inviernos que restan?
con nuestra piel arrugada y los ojos vidriosos,
con las lágrimas que rodarán
con el frío de la vida
que se alarga como las sombras de la tarde
¿qué haremos que no sea parir dolor?
¿qué haremos con nuestros sueños hartos de derrotas?
¿habrá un sitio para los solitarios,
para los que no supimos estallar
en colores nuestra tristeza?
para los que no hicimos conceciones,
para los empecinados,
para los que pretendimos el todo,
la libertad absoluta y nos quedamos con el ardor de la nada.
¿ Habrá piedad para los que jugamos a cara y perdimos?
¿a donde iremos los que olvidamos sonreír en el momento necesario,
los que no supimos retroceder
cuando retroceder significaba avanzar?
¿donde acabaremos los que nunca fuimos inocentes?
¿ quien se apiadará de los desesperanzados
cuando todo haya concluido
y hoy mismo y esta misma tarde
y en este tedioso instante
quien golpeará para traer algo que no sea indiferencia?
¿ en qué infierno acabaremos
los equivocados,
que conocimos la luz y nos detuvimos a jugar con sombras?
¿ qué será de los vencidos ilesos?
¿ habrá un sol, una playa, un mar, un cielo nuevo
para los desertores del rebaño
que nos estrellamos las narices contra las piedras,
pero no nos atrevimos a regresar
¿qué será de los que lloramos a escondidas?
¿ habrá algún premio para los que quisimos volar más alto y no triunfamos?
( pero nos defendimos a gritos cuando dijeron que era soberbia)
¿ habrá piedad para los que escuchamos
a todos y no entendimos a nadie,
para los que la soledad
nos dio un jaque de muerte
y ni el amor nos dio un golpe de vida?
¿qué haremos con este silencio insultante,
con los espejos injuriosos?
¿ y qué haremos con los soles nuevos?
¿ continuaremos interponiendo las persianas atávicas?
¿habrá ternura para los desarraigados,
para quienes el futuro es una palabra sin sentido,
para los que descubrieron con espanto
que el amor es lo mejor pero no alcanza?
¿qué haremos con nuestros amaneceres abúlicos?
¿ no cesaremos nunca de dejarnos caer de la cama,
de quedarnos acostados en el piso,
enredados aún en las sábanas
mirando puntos en el techo,
recitando poemas atribulados,
cantando sambas tristes como " la añera"
¿ seguiremos asomándonos a la ventana,
contando personas de dos en dos,
mirando paraguas los días de lluvia?
¿habrá algún sitio
para los que no tuvimos la respuesta
del eco en la montaña de los hombres?.
Tanta sangre enloquecida y caliente,
tantos sueños,
tanto pudor innecesario,
tanto error
y después tanto arrepentimiento para ser cenizas,
barro inútil,
causes desolados
ahítos de piedras y de olvido
(¿o tendrá mejores matices la muerte de los muertos?)
Tantos deseos de partir,
de abandonar esta casa,
de dejar esta suerte,
de dejarse a uno mismo...
¿ cuándo gritaremos ese ¡ ahora! ¡ahora! !
cuántas palabras más encerradas
que nosotros mismos!
Cuántas caricias puras dentro de la piel,
cuántos sonidos de amor en silencio
( como ensucia al sentimiento el acto)
cuánto daño padecido
( como defrauda a la intención el gesto)
y cuánto nos queda
por padecer todavía
¿cómo recuperarnos del tiempo que se nos fue esperando?
¿cómo responderemos ahora a todo aquello que no respondimos?
¿qué ilusión podrá resistir a nuestro cansancio?
¿ qué respuestas encontraremos en las paredes?
¿ qué plegaria rezar que no contenga mentiras?
¿ qué canción entonaremos
que no evoque los deseos irrealizables,
los intentos fútiles?
¿ante qué dios nos arrodillaremos
los que no aprendimos a rendir pleitesía?
Los sobrevivientes estamos condenados a respirar entre los muertos...
ya acostumbrados a esperar el porvenir
y siempre desesperando en cada instante
¿de qué simiente surgimos los infinitamente deshabitados?
¿qué oráculo inexorable predijo nuestro desierto?
¿ en qué juego de la infancia apostamos la inocencia?
¿en qué rayuela perdimos la esperanza?
Para los sobrevivientes no hay presencia concreta que sirva de compañía,
a penas
y a veces
hay estériles vanaglorias de arte
a simulaciones de locura envasable y vendible,
(quizás la verdad en estado puro
se halle únicamente en la desolación y el fracaso)
Un sobreviviente para otro es siempre un espejismo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario