domingo, 1 de julio de 2018

Jacobo Fijman (Argentina)


Señor:
Todo se angustia en mí y en mí padece;
En mí es noche de sol tu primavera;
Pero mi vida canta, y es grave, y es severa,
Y en tus noches mi espíritu amanece.

¿Mas para qué esta santidad sublime,
Esta pureza dura, atormentada,
Si todo se ha de ir hacia la Nada,
Hasta mi propio ser que se redime?

En mí tu creación pierde sentido;
Nada tiene sentido, ni la muerte.
Tú, que todo lo puedes, tú, el más fuerte,
Vuélveme al polvo, a lo que ayer he sido.





Cópula


¡Nos unió la mañana con sus risas!
En las rondas del sol
canciones de naranjas.
Danzas de nuestros cuerpos
desnudos -rojo bronce.
El olor de la luz era sagrado:
música de horizontes,
espacio de paisajes –
rojo y bronce –
ruido de melodías,
himno de soles,
eternidad
y abismo de la dicha
en la alegría loca de los vientos.
Canciones de naranjos
en la piedad de los caminos
¡Todas las aguas del silencio
rompimos en la danza!
Dicha de los abrazos y los besos;
toda la gloria de la vida
en nuestros pechos
jadeantes y ligeros;
nuestros cuerpos: auroras y ponientes
en la alegría loca de los vientos.
¡El corazón del mundo está en nuestra boca!

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