lunes, 30 de julio de 2018
Chantall Maillard (Bruselas, 1951)
Las lágrimas de Kali, la conjuradora
I
Que nadie me mire:
caerá fulminado;
que nadie se aproxime,
que nadie me requiera:
contestaré con el rayo,
con la espada
o el detonador
de un arma mortífera.
En mi parcela de universo
yo soy Siva,
soy Kali,
la destructora,
no la cólera de Dios,
no,
sin cólera,
sin rencor,
sin venganza,
sin justicia,
soy la gran destructora cuya furia
no se aplaca,
mi mundo,
el que yo he creado,
desaparece entre las llamas
que brotan de mis pies.
Danzo descalza sobre mis enemigos,
¡No pronunciéis mi nombre!
¡Cuidad de no pronunciarlo!
La voz se os quebraría en la boca
y escupiríais diamantes
como si fuesen un volcán vuestras entrañas.
Que nada se mueva: todo
lo que se agite se disolverá
en su propio aleteo.
No es justicia,
no es némesis,
es la pura Soledad
que se asume a sí misma
y se quiere y respeta
la voluntad de ser
de ser una,
una sola,
de ser única.
Yo soy Kali,
la destructora,
la oscura,
la del collar de calaveras,
la bebedora de sangre,
la solitaria.
La fuerza del universo
es el sonido de mis armas
y no hay perdón ni hay
remordimiento
porque no hay ofensa ni ofendido,
ni culpa ni culpable,
hay tan sólo un mundo acumulado
bajo las plantas de mis pies
y no lamento el final desgraciado
de algunos,
ni el argumento que fue felizmente
resuelto,
no lamento el final de todas
las historias
pues yo soy el principio
y el fin de todas ellas.
Yo soy Kali la oscura,
la terrible,
la bella,
la que construye el tiempo
contando sus víctimas.
Yo soy la que,
más tarde,
al despuntar el día,
contemplará los despojos
humeantes de aquel mundo
que fue suyo
y llorará despacio,
a escondidas de sí misma.
II
He declarado la guerra a todos mis enemigos.
Me he declarado la guerra a mí misma.
He declarado la guerra al mí.
Alejaos.
Temedme.
Por ahora sois aún los objetos del mí.
Sois el otro que me habita y me recorre
con oriflamas alzados donde dice
"Éste es el Pabellón de las Delicias",
"Éste es el Palacio del Terror".
Todos sois ejércitos
y lugares,
a la vez ejércitos
y a la vez lugares,
sois el mí que acude a vosotros
para odiaros o para desearos.
Cuando termine esta guerra
-si alguna vez termina-
podremos conversar
y tal vez amarnos,
podremos jugar a aquel juego
que consiste en abrir distancias
y volver a cerrarlas
sabiendo que no existe
ni el cerrar,
ni el abrir,
ni ninguna distancia.
III
Sólo lo imposible me enamora.
¡Le declaro la guerra a lo imposible!
Decreto la desorganización
de las jerarquías,
la decadencia de la
verticalidad.
Absuelvo la superficie.
Asumiré, en pago,
la desaparición del vértigo
y el temblor de la espera.
Sea.
Hasta que crezca el horizonte.
Para cuidar
su crecimiento.
Sea.
Tal vez más tarde el vértigo
sea constante.
Tal vez el temblor
arranque del presente.
Sé lo intensa que es
la vida dentro de las cosas.
¡En superficie, todas!
¡Declaro la guerra a lo posible
y a lo imposible!
¡Declaro la guerra
a la voluntad de logro!
Mi voluntad sin objeto
estalla como el trueno
y arrastra
los tiempos venideros
y el pasado
como un eco. Las montañas
me reciben con esa tenebrosa
densidad que prepara las tormentas.
A mi paso se inclinan
las hierbas y las bestias y
no hay lugar donde pueda
resguardarse
un corazón sensible
o tierno o malherido.
A la des-esperación
sucede el trueno.
No espero: actúo.
La tierra es el espacio del combate,
mis pisadas levantan el polvo
como una manada de búfalos
en estampida. No hay objeto
para mi acción,
no construyo
para un futuro.
Soy la que dice No
y en la soledad se consagra
como fuerza infinita,
al fin reabsorbida,
al fin libre.
IV
Yo soy Kali,
la oscura,
la del collar de calaveras,
la que nunca duerme,
la despiadada,
la guerrera,
la amante destructora
cuyo pie se apoya
en la posibilidad
de sí misma,
la posibilidad
siempre igual a sí misma.
He trocado
la cuerda del ahorcado
por el collar de calaveras
y frente a cualquier tú expreso
la libertad primera:
ningún deseo,
ningún lamento
ocupará el lugar
donde pueda surgir la ira,
o la fuerza,
o la calma,
las formas del Poder que se alimenta
de la gran Soledad.
Yo soy la que no es,
la Sola,
la que arranca de sí misma,
aquella que aprendió a cortar
una lágrima
con el filo de su espada
sin que en su acero permanezca
ni un rastro de humedad.
Soy la que nunca más
derramará una lágrima
porque nada posee salvo
su propia fuerza.
V
Heme aquí raíz,
savia de impulsos ascendentes,
madre aún,
posible siempre,
anticipada gestación
de un porvenir intruso
en un presente
que desestima el valor
de nacer a sí mismo de nuevo.
Heme aquí clavando
mis ojos
de savia encarcelada
en los troncos vacíos de los árboles
heme aquí creyendo,
queriendo creer
en la impostura de las ruinas,
el candor del desastre,
la calidez del humo en los rescoldos.
Heme aquí,
heme aquí,
he aquí que me atrevo
a creer en las ruinas.
¡Me atrevo a creer en las ruinas!
(Fuente: Caína bella blog)
Jerzy Ficowski (Polonia)
No conseguí salvar una vida
no conseguí salvar
ni una sola vida
no supe detener
ni una sola bala
por eso recorro cementerios
que no existen
busco palabras
que no existen
corro
en ayuda de quien no me la pidió
en un auxilio póstumo
quiero llegar a tiempo
aunque el tiempo nos haya terminado.
Mi agradecimiento a Félix Trull
Víctor Pérez (España)
ÚLTIMO DISCURSO DE NIETZSCHE EN GOTINGA
He visto a muchos turistas gritar cuando llegan aquí
A mi casa
Los he visto comer tierra
Llorar
Entregarse a los dioses
Creo que tuve mucha suerte
Y no creo en la suerte
Machacaba las pastillas y me las metía por el culo
Mi cabeza era como una subdivisión del FBI
Hablo de toneladas y toneladas de registros en mi voz
Al fin y al cabo un único registro bajo la lluvia, una puta aguja
Miro la curvatura de la tierra y pienso en mí
Porque mi corazón es el más allá del mundo
Instalé un espejo sobre todos nosotros
Para que juzgarais mi soledad inmunda
Mi ventaja letal
Mi espanto y mi vergüenza son lo único inalterable
Me gustaba decir impertinencias en los entierros
En las situaciones tristes
Ahora me acaricio el perineo y evoco mi mierda
Toda la fuerza de la mierda que os mandé
Ahora vengo yo en el lugar de las tormentas
Estuve en el infierno y volví y mi vida giraba
En torno a la metanfetamina y fui sincero como las cavernas
Y los dejaba a todos muertos
Mis sonidos fueron la respuesta de las aguas
Nadie dio conmigo
Nadie podía ayudarme
Yo hice con mi furia lo que tenía que hacer
Que alguien coja unos prismáticos y mire dentro de mí
Y señale mi sangre como un hierro, como una belleza
Más bella que todas vuestras madres juntas.
domingo, 29 de julio de 2018
Enrique Verástegui (Perú)
“Datzibao”
De pronto perdí todo contacto contigo.
Ya no pude llegar al teléfono, recordar ese número y llegar a tu
casa que no conocí.
casa que no conocí.
Ya no pude volar sobre ti como todos los días a las tres de la tarde
estas pobres alas no dieron más
y aquí me tienes ideando estas líneas que reflejan mis ojos cansados
de ir caminando con la mente y las manos repletas de
yerba.
estas pobres alas no dieron más
y aquí me tienes ideando estas líneas que reflejan mis ojos cansados
de ir caminando con la mente y las manos repletas de
yerba.
Yo fui el primer sorprendido.
La extrañeza de ser dos aves hurgándose el pecho y corriendo uno
detrás del otro entre las matas y bancas del parque.
y éramos arrojados fuera de nosotros mismos y por esto fue que
conocí tu ciudad
y me apreté contra ti buscando desesperadamente encontrarme en
tus ojos y amé todas tus cosas
y tu mirada angustiada y esa seriedad para responderme a ciertas
preguntas y cuestiones que nos diferenciaron para siempre de las personas nacidas
antes de 1950
tu maravilloso instinto agresivo desarrollado contra los males del
tiempo y portándote como en la más furiosa embestida
en la batalla por un lugar en el taxi que nos alejó miles de cuadras
más cerca de la pasión de la vida
hoy miércoles y no otro día.
La extrañeza de ser dos aves hurgándose el pecho y corriendo uno
detrás del otro entre las matas y bancas del parque.
y éramos arrojados fuera de nosotros mismos y por esto fue que
conocí tu ciudad
y me apreté contra ti buscando desesperadamente encontrarme en
tus ojos y amé todas tus cosas
y tu mirada angustiada y esa seriedad para responderme a ciertas
preguntas y cuestiones que nos diferenciaron para siempre de las personas nacidas
antes de 1950
tu maravilloso instinto agresivo desarrollado contra los males del
tiempo y portándote como en la más furiosa embestida
en la batalla por un lugar en el taxi que nos alejó miles de cuadras
más cerca de la pasión de la vida
hoy miércoles y no otro día.
Porque ya es hora de ir poniendo las cosas en claro y más que nada
empezar a ser uno mismo
un solo obstinado bloque de rabia.
empezar a ser uno mismo
un solo obstinado bloque de rabia.
tú por todo lo que para mí reflejabas lo más claro eres mi sopor
antes de echarte a gritar por estos sitios malditos
aún después de haber transformado esa palabrita bestialmente lúcida
en una flor obsesiva
que yo no quiero acariciar ni comprender el suicidio mi amiga es
una espera maldita.
como puede ser aguantarnos un par de horas más en el parque en
medio de un viento furioso que pugna por arrancar de
raíz lo más nuestro de nosotros
y tú junto a mí convertida en mi aliento escuchándote aprendiendo
de ti a la Molina no voy más esa canción negra arde en
mi pecho, me aplasta, levanta, avienta a decir no contra
todo.
antes de echarte a gritar por estos sitios malditos
aún después de haber transformado esa palabrita bestialmente lúcida
en una flor obsesiva
que yo no quiero acariciar ni comprender el suicidio mi amiga es
una espera maldita.
como puede ser aguantarnos un par de horas más en el parque en
medio de un viento furioso que pugna por arrancar de
raíz lo más nuestro de nosotros
y tú junto a mí convertida en mi aliento escuchándote aprendiendo
de ti a la Molina no voy más esa canción negra arde en
mi pecho, me aplasta, levanta, avienta a decir no contra
todo.
Cada uno recuerda su primera caída.
Cada uno recuerda paso por paso los pasos que fue dando y los
que no dio porque en uno mismo está el propio enemigo.
Y yo me levanto para luchar contra mí – y me tengo miedo.
que no dio porque en uno mismo está el propio enemigo.
Y yo me levanto para luchar contra mí – y me tengo miedo.
Lo perfecto consiste en desabotonarnos el torso mientras vamos salvajemente penetrando en esta selva de arenas movedizas
y tu vida o mi vida no ruedan como esas naranjas plásticas que
eludimos porque tú y yo somos carne
y nada más que un fuego incendiando este verano.
y tu vida o mi vida no ruedan como esas naranjas plásticas que
eludimos porque tú y yo somos carne
y nada más que un fuego incendiando este verano.
La vida se abre como un sexo caliente bajo el roce de dedos reventando millares de hojas tiernas y húmedas,
y no dijimos nada pero exigíamos a gritos destruir la ciudad, esta
ciudad ese monstruo sombrío escapado de la mitología
devorador de sueños.
y no dijimos nada pero exigíamos a gritos destruir la ciudad, esta
ciudad ese monstruo sombrío escapado de la mitología
devorador de sueños.
Y el musgo creció como un verso clarísimo en tus ojos.
tú querías leer mis poemas aferrarte a ese instante de dulzura donde jamás hubo límites entre uno y otro ser
y fuiste sólo una muchacha que pasó por mis ojos silenciosamente
pegada a mí a mi secreta manera de enredarme en las
cosas de explicar un mundo indeciso sembrado con piedras.
tú querías leer mis poemas aferrarte a ese instante de dulzura donde jamás hubo límites entre uno y otro ser
y fuiste sólo una muchacha que pasó por mis ojos silenciosamente
pegada a mí a mi secreta manera de enredarme en las
cosas de explicar un mundo indeciso sembrado con piedras.
yo que creí que nada era nada en cualquier lugar de este mundo
y de pronto me di con tus sueños como con un golpe de mar sobre el
rostro
y luego adiós porque todo y nada puede explicarse en el amor y
porque todo y nada se explica en nosotros y con nosotros.
En mi país la poesía ladra
suda orina tiene sucias las axilas.
La poesía frecuenta los burdeles
escribe cantos silba danza mientras se mira
ociosamente en la toilette
y ha conocido el sabor dulzón del amor
en los parquecitos de crepé
bajo la luna
de los mostradores.
Pero en mi país hay quienes hablan con su botella de vino
sobre la pared azulada.
Y la poesía rueda contigo de la mano
por estos mismos lugares que no son los lugares
para filmar una canción destrozada.
Y por la poesía en mi país
si no hablaste como esto
te obligan a salir
en mi país
no hay donde ir
pero tienes que ir saliendo
como el acné en el cascarón rosado.
Y esto te urge más que una palabra perfecta.
En mi país la poesía te habla
como un labio inquietante al oído
te aleja de tu cuna culeca
filma tu paisaje de Herodes
y la brisa remece tus sueños
–la brisa helada de un ventilador.
Porque una lengua hablará por tu lengua.
Y otra mano guiará a tu mano
si te quedas en mi país.
y de pronto me di con tus sueños como con un golpe de mar sobre el
rostro
y luego adiós porque todo y nada puede explicarse en el amor y
porque todo y nada se explica en nosotros y con nosotros.
Si te quedas en mi país
En mi país la poesía ladra
suda orina tiene sucias las axilas.
La poesía frecuenta los burdeles
escribe cantos silba danza mientras se mira
ociosamente en la toilette
y ha conocido el sabor dulzón del amor
en los parquecitos de crepé
bajo la luna
de los mostradores.
Pero en mi país hay quienes hablan con su botella de vino
sobre la pared azulada.
Y la poesía rueda contigo de la mano
por estos mismos lugares que no son los lugares
para filmar una canción destrozada.
Y por la poesía en mi país
si no hablaste como esto
te obligan a salir
en mi país
no hay donde ir
pero tienes que ir saliendo
como el acné en el cascarón rosado.
Y esto te urge más que una palabra perfecta.
En mi país la poesía te habla
como un labio inquietante al oído
te aleja de tu cuna culeca
filma tu paisaje de Herodes
y la brisa remece tus sueños
–la brisa helada de un ventilador.
Porque una lengua hablará por tu lengua.
Y otra mano guiará a tu mano
si te quedas en mi país.
(Fuente: El Hombre aproximativo)
viernes, 27 de julio de 2018
Adélia Prado (Brasil, 1935)
CON LICENCIA POÉTICA
Cuando nací, un ángel esbelto,
de esos que tocan la trompeta, anunció:
vas a llevar una bandera.
Carga muy pesada para la mujer,
esta especie aún avergonzada.
Acepto los subterfugios que me caben
sin necesidad de mentir.
No soy tan fea que no me pueda casar,
pienso que Río de Janeiro es una belleza y,
a veces sí, a veces no, creo en el parto sin dolor.
Pero escribo lo que siento. Cumplo mi destino.
Inauguro linajes, fundo reinos
–el dolor no es amargura.
Mi tristeza no tiene pedigree,
mi voluntad de alegría
tiene raíces en mi mil abuelo.
Vas a ser rengo en la vida es una maldición para el hombre.
La mujer es desdoblable. Yo lo soy.
COM LICENÇA POÉTICA
Quando nasci um anjo esbelto,
desses que tocam trombeta, anunciou:
vai carregar bandeira.
Cargo muito pesado pra mulher,
esta espécie ainda envergonhada.
Aceito os subterfúgios que me cabem,
sem precisar mentir.
Não sou tão feia que não possa casar,
acho o Rio de Janeiro uma beleza e
ora sim, ora não, creio em parto sem dor.
Mas o que sinto escrevo. Cumpro a sina.
Inauguro linhagens, fundo reinos
–dor não é amargura.
Minha tristeza não tem pedigree,
já a minha vontade de alegria,
sua raiz vai ao meu mil avô.
Vai ser coxo na vida é maldição pra homem.
Mulher é desdobrável. Eu sou.
ANTES DEL NOMBRE
No me importa la palabra, esa chusma vulgar.
Quiero el espléndido caos de donde emerge la sintaxis,
los sitios oscuros donde nace el “de”, el “sin embargo”,
el “o”, el “no obstante”, el “que”, esa incomprensible
muleta que me sostiene.
Quien entienda la imagen, entiende a Dios
cuyo hijo es el Verbo. Muere quien entienda.
La palabra es disfraz de una cosa más grave, sordomuda,
fue inventada para ser callada.
En momentos de gracia, infrecuentísimos,
se podrá agarrarla: un pez vivo con la mano.
Puro susto y terror.
ANTES DO NOME
Não me importa a palavra, esta corriqueira.
Quero é o esplêndido caos de onde emerge a sintaxe,
os sítios escuros onde nasce o "de", o "aliás",
o "o", o "porém" e o "que", esta incompreensível
muleta que me apóia.
Quem entender a linguagem entende Deus
cujo Filho é Verbo. Morre quem entender.
A palavra é disfarce de uma coisa mais grave, surda-muda,
foi inventada para ser calada.
Em momentos de graça, infrequentíssimos,
se poderá apanhá-la: um peixe vivo com a mão.
Puro susto e terror.
IMPRESIONISTA
En una ocasión,
mi padre pintó toda la casa
de anaranjado brillante.
Por mucho tiempo vivimos en una casa,
como él mismo decía,
constantemente amaneciendo.
IMPRESSIONISTA
Uma ocasião,
meu pai pintou a casa toda
de alaranjado brilhante.
Por muito tempo moramos numa casa,
como ele mesmo dizia,
constantemente amanhecendo.
Juan Carlos Bustriazo Ortiz (La Pampa, Argentina, 1929)
Canción
En
un paisaje de adobes
y
de piedras solitarias,
debajo
del cielo puelche
una
calandria cantaba.
(En
el corazón tenía
una
guitarra hechizada.)
Cuántas
cosas le salían
de
su sangre enamorada:
todo
el canto de la tierra
le
cabía en la garganta.
(Qué dios remoto y silvestre
le regaló tanta magia?)
Era el triste de los yuyos,
la huella de las aguadas,
era el estilo del viento,
la milonga de las bardas.
(Porque mil pájaros sabios
era la sola calandria.)
Una vez regresó el río
con pifulcas desbordadas,
y sus viejas sinfonías
me repitió la calandría.
(Era una niña de cobre
con un cacharro de lágrimas.)
Dónde andará con su canto?
De quién serán sus tonadas?
Con esta música vuelve,
pero mi voz no la alcanza.
(Se me ha vuelto la calandria
una guitarra con alas!)
...
allí
estabas...
allí
estabas mi amor allí estabas en los penachos de la
enredadera
del monte pelusa de pollito blanco enamorada
del
molle espeso abrazándolo fina en la fruta verde
del
camambú en la ruta anaranjada del camambú con su
corazón
de pequeña sandía en la flor de la pasión del señor
del
camambú allí estabas mi amor allí estabas en las varas
bermejas
de la quina apenas alzándose de latierra
pesada
de semillas en las hojuelas rubionas que confundía
el
viento veranoso que levantaba el viento con ruido de
cachilote
que las robaba él allí estabas mi amor allí
estabas
en la sangre de enero de las muchachas de trece
años
en el gateado mordiendo a su rosilla en el olor
precioso
de la siesta soltada en los cuú de ella en los más
gruesos
vinos debajo del gran caldén en la mariposa púrpura
sobre
la mariposa blanca allí estabas mi amor allí
estabas
en la garganta del agua en lo bondadoso del poleo
en
el sol en el sol mapuche en las briznas de lo que respiraba
en
lo que caminaba y en lo que saltaba y era florido
y
hacía bien allí estabas mi amor allí estabas
De "Hornos de los mareque", Caja amarilla (1973-1974).
(Fuente: Blog del Amasijo)
(Fuente: Blog del Amasijo)
jueves, 26 de julio de 2018
Oliverio Girondo (Buenos Aires, Argentina, 1891 - 1967)
Espantapájaros (Fragmentos)
En cualquier parte donde nos encontremos, a toda
hora del día o de la noche, ¡miembros de la familia!
Parientes más o menos lejanos, pero con una ascendencia
idéntica a la nuestra.
¿Cualquier gato se asoma a la ventana y se lame las
nalgas?... ¡Los mismos ojos de tía Carolina! ¿El caba13
llo de un carro resbala sobre el asfalto?... ¡Los dientes
un poco amarillentos de mi abuelo José María!
¡Lindo programa el de encontrar parientes a cada
paso! ¡El de ser un tío a quien lo toman por primo a
cada instante!
Y lo peor, es que los vínculos de consanguinidad
no se detienen en la escala zoológica. La certidumbre
del origen común de las especies fortalece tanto nuestra
memoria, que el límite de los reinos desaparece y
nos sentimos tan cerca de los herbívoros como de los
cristalizados o de los farináceos. Siete, setenta o setecientas
generaciones terminan por parecemos lo mismo,
y (aunque las apariencias sean distintas) nos
damos cuenta de que tenemos tanto de camello, como
de zanahoria. Después de galopar nueve leguas de pampa, nos
sentamos ante la humareda del puchero. Tres bocados…
y el esófago se nos anuda. Hará un periodo
geológico; este zapallo, ¿no sería un hijo de nuestro
papá? Los garbanzos tienen un gustito a paraíso, ¡pero
si resultara que estamos devorando a nuestros propios
hermanos! A medida que nuestra existencia se confunde con la
existencia de cuanto nos rodea, se intensifica más el
terror de perjudicar a algún miembro de la familia.
Poco a poco, la vida se transforma en un continuo
sobresalto. Los remordimientos que nos corroen la
conciencia, llegan a entorpecer las funciones más impostergables del cuerpo y del espíritu. Antes de mover
un brazo, de estirar una pierna, pensamos en las consecuencias
que ese gesto puede tener, para toda la parentela.
Cala día que pasa nos es más difícil alimentarnos, nos es más difícil respirar, hasta que llega un momento en que no hay otra escapatoria que la de optar, y resignarnos a cometer todos los incestos, todos los asesinatos, todas las crueldades, o ser,
simple y humildemente, una víctima de la familia.
Mario Montalbetti (Perú, 1953)
INTRODUCCIÓN A LA METAFÍSICA
¿Por qué hay peruanos en lugar de no haber peruanos?
Tal vez sea una pregunta arbitraria. Tal vez no.
Pero ésa es la pregunta que los peruanos nos hacemos
a lo largo de nuestro pasaje histórico por el tiempo.
«¿Por qué hay peruanos en lugar de no haber peruanos?»
Algunos nunca se hacen la pregunta, pero la pregunta
está ahí. Algunos la cambian por otra: «¿Por qué adoramos
al felino en lugar de no adorar al felino?» pero no es lo mismo.
La pregunta, la primera pregunta, es «¿Por qué hay
peruanos en lugar de no haber peruanos?». No todos
nos hemos hecho la pregunta pero todos hemos sido
tocados por la pregunta en algún momento de nuestras
vidas, sin saber exactamente de qué se trata. En momentos
de gran desesperación, por ejemplo, cuando vemos cómicos
en televisión, cuando escuchamos hablar a las autoridades
políticas, militares, sobre todo a las eclesiásticas, cuando
asistimos a un partido de fútbol, cuando leemos los diarios,
cuando el sentido de las cosas se oscurece verdaderamente,
entonces surge la pregunta. «¿Por qué hay peruanos en lugar
de no haber peruanos?». La pregunta tal vez suene una sola vez
en nuestras vidas, como el tañido de una campana que luego
desaparece, pero todos la reconocen. Por eso, en el fondo,
se trata de una pregunta gozosa. Cuando la hacemos todo
a nuestro alrededor se transforma, todo se vuelve más fácil
de entender. «¿Por qué hay peruanos en lugar de no haber
peruanos?». Ésa es la pregunta que se repite, ésa es la pregunta
que nos acompaña, la pregunta que llevamos con nosotros
como quien lleva un atado de ajos a la cocina. Ningún
peruano sabe la respuesta. Pero la pregunta nos permite
comer, hablar, y tener algo que contarle a nuestros hijos.
(Fuente: Jampster)
Boris Pasternak (Rusia, 1890-1960)
Magdalena
Versión de Víctor
Toledo
Apenas llega la noche y aparece mi demonio,
Pagaré por mi pasado.
Llegan sorbiendo mi cuerpo y el alma
Recuerdos de mi depravación
Cuando era la bruta poseída
La esclava del capricho de los hombres
Y mi refugio era la calle.
Quedan unos instantes
Y vendrá un silencio sepulcral.
Pero antes que terminen con mi vida,
Vaso de alabastro que sació su borde,
A tus pies lo haré pedazos.
¡Dónde estaría yo
Maestro mío, mi Salvador,
Si en las noches, a la mesa,
La eternidad sensual no me esperara
Como en las redes de mi profesión
Un nuevo visitante atraído por mi sed!
Pero explícame qué es el pecado,
La muerte, el infierno, la azufrada llama,
Si ante los ojos de todos
Como el retoño del tallo
Uní a tu talle mi tristeza inmensa.
Cuando aprietan mis rodillas
Tus firmes pies, Jesús,
Tal vez aprendo a abrazar
La recta viga de la cruz
Y perdiendo los sentidos me arrojo a tu cuerpo:
Te preparo para la inhumación.
(Fuente: Poesía de El Toro de barro)
miércoles, 25 de julio de 2018
Fernando Pessoa
Inocencia
Tengo la costumbre de andar por los caminos
Mirando a la derecha y a la izquierda,
Y de vez en cuando mirando hacia atrás...
Y lo que veo a cada momento
Es aquello que nunca había visto antes,
Y por eso sé dar con generosidad...
Sé tener el pasmo esencial
Que tiene un niño si, al nacer,
Repara que de veras ha nacido…
Me siento nacido a cada momento
Para la eterna novedad del Mundo...
Creo en el Mundo como en una margarita,
Porque lo veo. Pero no pienso en él
Porque pensar es no comprender…
El mundo no fue hecho para que lo pensáramos
(Pensar es estar enfermo de los ojos)
Sino para mirarnos en él y estar de acuerdo...
Yo no tengo filosofía: tengo sentidos...
Si hablo de la Naturaleza no es por saber lo que ella es,
Sino porque la amo, y la amo por eso,
Porque quien ama nunca sabe lo que ama
Ni sabe por qué ama, ni lo que es amar...
Amar es la inocencia eterna,
Y la única inocencia es no pensar…
Horacio Aige (Rosario, 1964)
NADIE
Nadie.
Ni línea ni extensión ni tiempo
ni derrotero azul
ni abismo en movimiento.
Solamente una luz
o nuestros ojos como vientos de íntimas mareas
si la voz
no es más que un sueño
y si el amor
en su propio rostro inscribe
un alto paroxismo de amapolas
en la perfecta rivera inmóvil
clausurada entre dos instantes.
Yo sé estatuas.
Yo sé otoños.
Duro solsticio de aves
por ritos en declive
hímnicamente danzando.
O altos insondables espejos
naufragando a distancia.
O fuegos fatuos de mandrágoras
entre el siempre y el jamás.
Yo sé columnas.
Yo sé días.
Eclipsadas mariposas
en el punto más extremo del límite
desligando ese punto, de otro , inefable,
como término de pavor
en el blanco centro del suicidio
inquiriendo lo inescrutable.
Nadie.
Ni torres ni lagos
ni tatuaje de las tardes
en las extrañas sinuosidades del aire.
Sólo águilas de alta mar
sobre la absuelta intimación de los mástiles
o absurdas y resentidas epístolas
rayadas por escuadras rojas y meteoros
infernales.
Nadie.
Tan sólo lo inútil
como si de aquel árbol
su duramen se desanillara
hasta la imperiosa potencialidad
de su propia ausencia.
Nadie.
Tan sólo lo inútil
como un vasto alarido de silencio.
(Fuente: Bitácora del Párvulo blog)
martes, 24 de julio de 2018
Vladimir Maiacovski
La flauta espina dorsal:
"Para todos vosotros,
los que me gustaban o me gustan,
guardados por las imágenes santas en la cueva,
levanto el cráneo lleno de versos,
como una copa de vino en un brindis de sobremesa.
Pienso más y más a menudo:
sería mejor poner el fin
con la punta de una bala:
Hoy mismo,
por si acaso,
doy un concierto de despedida.
¡Memoria!
Recoge en la sala del cerebro
las filas inagotables de los amados.
Vierte la risa de los ojos en los ojos.
Adorna la noche de las bodas pasadas.
Verted la alegría de la carne en la carne.
Que la noche no se olvide de nadie.
Hoy tocaré la flauta
En mi propia espina dorsal".
"Para todos vosotros,
los que me gustaban o me gustan,
guardados por las imágenes santas en la cueva,
levanto el cráneo lleno de versos,
como una copa de vino en un brindis de sobremesa.
Pienso más y más a menudo:
sería mejor poner el fin
con la punta de una bala:
Hoy mismo,
por si acaso,
doy un concierto de despedida.
¡Memoria!
Recoge en la sala del cerebro
las filas inagotables de los amados.
Vierte la risa de los ojos en los ojos.
Adorna la noche de las bodas pasadas.
Verted la alegría de la carne en la carne.
Que la noche no se olvide de nadie.
Hoy tocaré la flauta
En mi propia espina dorsal".
lunes, 23 de julio de 2018
Joáo Cabral de Melo Neto (Brasil)
La lección de poesía
1. Toda la mañana consumida
como un sol inmóvil
delante de la hoja en blanco:
principio del mundo, luna nueva.
Ya no podías dibujar
ni siquiera una línea;
un nombre, ni siquiera una flor
desabrochaba en el verano de la mesa:
ni en el mediodía iluminado
cada día comprado,
de papel, que puede aceptar,
con todo, cualquier mundo.
2. La noche entera el poeta
en su mesa, intentando
salvar de la muerte los monstruos
germinados en su tintero.
Monstruos, bichos, fantasmas
de palabras, circulando,
orinando sobre el papel,
ensuciándolo con su carbón.
Carbón de lápiz, carbón
de la idea fija, carbón
de la emoción extinta, carbón
consumiendo en los sueños.
3. La lucha blanca sobre el papel
que el poeta evita,
lucha blanca donde corre la sangre
de sus venas de agua salada.
La física del miedo percibida
entre los gestos diarios;
miedo de las cosas jamás posadas
pero inmóviles – naturalezas vivas.
Y las veinte palabras recogidas
en las aguas saladas del poeta
y de que se servirá el poeta
en su máquina útil.
Veinte palabras siempre las mismas
de las que conoce el funcionamiento,
la evaporación, la densidad
menor que la del aire.
(Fuente: El Hombre aproximativo)
ni siquiera una línea;
un nombre, ni siquiera una flor
desabrochaba en el verano de la mesa:
ni en el mediodía iluminado
cada día comprado,
de papel, que puede aceptar,
con todo, cualquier mundo.
2. La noche entera el poeta
en su mesa, intentando
salvar de la muerte los monstruos
germinados en su tintero.
Monstruos, bichos, fantasmas
de palabras, circulando,
orinando sobre el papel,
ensuciándolo con su carbón.
Carbón de lápiz, carbón
de la idea fija, carbón
de la emoción extinta, carbón
consumiendo en los sueños.
3. La lucha blanca sobre el papel
que el poeta evita,
lucha blanca donde corre la sangre
de sus venas de agua salada.
La física del miedo percibida
entre los gestos diarios;
miedo de las cosas jamás posadas
pero inmóviles – naturalezas vivas.
Y las veinte palabras recogidas
en las aguas saladas del poeta
y de que se servirá el poeta
en su máquina útil.
Veinte palabras siempre las mismas
de las que conoce el funcionamiento,
la evaporación, la densidad
menor que la del aire.
(Fuente: El Hombre aproximativo)
Horacio Aige (Argentina)
JUAN MANUEL INCHAUSPE
Trataste de poner lo negro en su sitio,
de ordenar lo desordenado.
Trataste de ver qué cosas te eran más íntimas
y cuáles más lejanas,
qué desesperados corrimientos había,
de dónde venía ese desvarío,
ese grito desfilando enloquecidamente en la
noche helada:
tenebrosos sueños que no te abandonaban.
Así, de pronto,
viviste el horror
de ver que aquel que estaba en el espejo
era otro.
Pero,
¿cómo pudiste, heroicamente,
cada cosa tratar de poner en su sitio?
Es cierto que se pueden alzar del mundo
los pedazos de un día roto
sin blasfemar.
Es cierto que se pueden quitar las
innumerables trampas
de los rincones más oscuros,
batir el desplazamiento de las desavenencias
y cada guarida de cada absurdo
que se fueron devorando una a una nuestras
ilusiones
para dejarnos tan vacíos de cara al silencio.
También es cierto que se puede salir con vida
del terror,
y se puede, después, volver.
Y que también, se pueden ir uniendo los
pedazos de aquel día
rehaciéndolo de a poco
y llegar a sentir que su forma y su esencia
es sensible a lo cóncavo de tus manos, dolor.
Sí, todo eso es cierto,
pero cuando lo negro rabiosamente aúlla en lo
profundo a veces
y va y viene en uno a oleadas fulminantes
y uno decide no irse,
¿quién entonces desenreda el tremendo caos
con manos impertérritas
sin encontrarse a la vez muy solo y enredado,
como ahora, que estás para siempre tan lejos
de casa,
muy despacio, caminando sobre escombros?
donde peregrinan inquilinos miércoles ante el santuario
donde ligamen de vírgenes desollan lo real.
Arrebolado sudario en el fango de tus ojos
navega en mar de olvido y tiembla y sucede.
Ya lágrima sin término, en raptos diseminada
si el manantial de tu vida la rueda gira
y voltea seducida locura de amor temblando.
Restos de niebla pasan sobre altivos refugios
arrodillados muriendo más allá de tus enfados.
A mis mundeos agonía si tus delirios vacilan
y vacilando, a torbellino sin centro, caen atroz
en la grave elipsis de lo que era irreal.
Suena la onda tenue en el agua impura,
hora de mies, precedente del duramen, adviento
en la paz de tus alturas. Cae el viento y sella
la cantinela servil y se quiebra el acantilado
donde mora mi sueño y tu sueño. Abolido blanco
imprimiendo un recuerdo sustraído al vacío.
Fui y fuiste signo de sangre opuesta, invertida,
en ascenso rezumbando imagen pura.
Gris, gris albura donde el tiempo intima.
Cruce magnífico, espacio quebrado y celiyermo.
Sagrado término de lo que no pudimos ver
a un palmo de nuestras manos.
Fin de violetas cabellos rodeando el cuerpo,
constelado cuerpo de irreparable ausencia gualda,
arreciando glauco sobre el golfo de tus sombras.
ATARDECER EN PLENA DURA PAMPA
Atardecer en plena dura Pampa
y a lo lejos cementerio solo.
Enfrentado al mar, mis ojos.
Cordeles secos, ultramarinos.
Fulgor de barco en horizonte.
Y mi poema que desvanecía.
Revuelo de pájaros, último.
Grito de viento, azulverdoso.
Una pena rueda el tiempo.
Derivo de cal, todo es mármol.
La tarde cae, suspenso.
Solo quedo, sin los versos.
Pensamiento a dos tiempos.
Todo llueve, mi cabeza.
Salta una liebre. El campo
rueda, se derrumba
contra el planeta. Ancla
clavada en la arena.
En la playa van los muertos.
Atardecer frente al mar. Solo.
Todo es curva para el que
dialoga con los muertos.
Punto real o ficticio. Piedra.
Se abre el mal. Un roce
en la sangre. La marea.
El límite está en los ojos,
descentrando toda imagen.
Llanto. Márgenes del ser.
Frank O'Hara
El crítico
Me es imposible imaginarte más
que como eres: el asesino
de mis huertas. Allí acechas
en las sombras, administrando
las conversaciones como Eva
al principio confundió penes
con serpientes. ¡Ay, sé gracioso, alegre
y moderado! ¡No me asustes
más de lo necesario! Tengo
que vivir para siempre.
(Fuente: El hombre aproximativo)
domingo, 22 de julio de 2018
Arthur Rimbaud
El corazón robado
"Mi triste corazón babea a popa,
mi corazón lleno de tabaco:
sobre él arrojan escupitajos,
mi triste corazón babea a popa:
bajo las burlas de la tropa
que suelta una risotada general,
mi triste corazón babea a popa,
¡mi corazón lleno de tabaco!
¡Itifálicos y sorchescos
sus insultos lo han depravado!
En la velada narran relatos
itifálicos y sorchescos.
¡Oleajes abracadabrantescos,
tomad mi corazón, salvadlo!
¡Itifálicos y sorchescos
sus insultos lo han depravado!
Cuando sus chicotes hayan cesado,
¿cómo actuar, oh corazón robado?
Se oirán estribillos báquicos
cuando sus chicotes hayan cesado:
tendré sobresaltos estomáquicos
si degradan mi triste corazón.
Cuando sus chicotes hayan cesado,
¿cómo actuar, oh corazón robado?"
Aldous Huxley
La elección:
Camarada, ahora que estás alegre
y por tanto eres sincero,
dime:
¿dónde te gustaría morir
y hacer que tu amigo enterrase
lo que tú fuiste una vez?
"¿En lo alto de una colina
con una vista apacible
del país donde en calma todo permanece?"...
Dios santo ¡Yo no!
Yacería en la calle
allí donde dos arroyos se encuentran,
con un intenso rumor que llega
a los oídos,
mientras dentro del cerebro tocan
marchas de vida y muerte,
de gloria, júbilo y miedo,
de la paz que se muda,
del fragor de la contienda
y de desbandadas de ejércitos en estampida.
Libre, allí me conmocionaría
lejos de los hundidos ritmos
de mi indolente esencia.
Yevgueni Yevtushenko
Ya me hice alma. Ya no estoy en mi cuerpo.
Escapé a mi prisión de huesos
pero me hastían los fantasmas
y otra vez me llaman los abismos.
Un fantasma enamorado ahuyenta más que un cadáver.
Pero tú no te asustaste sino que comprendiste
y juntos nos hemos arrojado como a un abismo
y el abismo desplegó unas alas blancas
y nos levantó sobre la niebla.
Y estamos tendidos juntos, no en la cama
sino en la niebla que apenas nos sostiene.
Soy un fantasma. Ya no se quiebra mi cuerpo
pero tú estás viva y temo por ti.
Otra vez revolotea el cuervo fúnebre
en espera de carne fresca, como en el campo de batalla.
El último intento de ser feliz.
El último intento de amar.
Pero tú no te asustaste sino que comprendiste
y juntos nos hemos arrojado como a un abismo
y el abismo desplegó unas alas blancas
y nos levantó sobre la niebla.
Y estamos tendidos juntos, no en la cama
sino en la niebla que apenas nos sostiene.
Soy un fantasma. Ya no se quiebra mi cuerpo
pero tú estás viva y temo por ti.
Otra vez revolotea el cuervo fúnebre
en espera de carne fresca, como en el campo de batalla.
El último intento de ser feliz.
El último intento de amar.
Paul Tellería Antelo (Bolivia, 1970)
Poemas paceños: Otros haceres / Desandares
Responso de arcilla
Es geografía muda que serpentea el eco de tus tripas,
postal seca reteniendo la palabra,
última vigilia al viento en mansión de tinta.
Es la lluvia, mosaico de montaña y calamina,
resolana de pieles y ladrillo, velo que en blanco arrulla.
Es la ciudad que hoy te retiene en manto urbano.
Es el mirarte entonces con ojos de antaño,
en recuento de versos, en lecho de muertos.
Con las córneas de niños secos,
con el silencio de hombre de coplas.
Es el responso de bosque que canta a tu osamenta
en llantos y monedas bebiendo de tus líneas,
en el que reflejan certeras tus palabras.
Es el viento claro que me indica donde te escondes.
La ciudad de arcilla por la que nuevamente has hablado.
Ánimas
I
En el turbio golpeteo del plomo hecho palabra,
en gritos como clavos perforando silencios:
Levanto la mirada y el destello de calaminas muertas
refleja su tornasol estaño en la memoria.
El ascenso a Las Ánimas se hace inevitable,
como el retorno al viento cómplice de la montaña.
La armonía de sus figuras ha sido alterada,
peregrinas de piel de kisa y alabanzas huecas suben,
tiempo ocre en cruz diamante escucha:
la letanía de culpas que hoy corrompe su silencio.
Abajo silente, en un manto de nubes bebe llantos,
la montaña guarda blancas memorias,
y en la grandeza de su aroma te muestra
que el camino verdadero no ha sido aún andado.
II
El temblor de su lengua en verso negro
acompaña el mutismo de este viaje.
En cápsula verde, la memoria camina gritando a la montaña.
¡Cómo besan las nubes sus pechos de arcilla!
¡Cómo muerde el viento su figura doliente de ánima maldita!
Acompañando la sombra de mis dedos huecos.
En la cebada se esconde el llanto amargo,
aquél que no conoce el destierro de estos caminos
en que permanece la certeza baña pulmones,
la inmensidad olvidada de osamentas.
Me reciben sonrientes lápidas de estuco en la colina
y una niña, de pasto en las entrañas,
recolectando caña hueca en la laguna.
III
Las beatas del templo desconocen la pus en mis vísceras,
el ácido fluido de su piel rosácea que vuelve con el viento de paja,
el encargo y el precio de comer de su mirada amarillenta.
Buscar refugio en los pilares de greda es un mandato,
arropar mis palabras en el anillo de montaña un presagio,
envolver mi silencio en su brisa el inicio de esta huida.
Pronto el atardecer de sombra habrá hablado
y sus grietas que desangran lluvia,
silbarán el canto oscuro de ciudad.
Ése que recibe viento del otro lado de la montaña,
que esconde su verdad tantas veces negada.
Un viejo quiltro permanece velando estas rimas llorosas,
olfateando la sal en mis entrañas huecas.
Los santos del templo no conocen la sombra que nada en mis tripas;
yo los miro, en el vacío que produce este lienzo desteñido,
los miro, en la resolana quemando el pulso
y dos mujeres de piel seca elevan su plegaria al Mururata.
IV
El atardecer se devela en su cantar de sombras,
he visto tantas veces el hueco negro en sus pupilas,
he caído tantas veces en su serenidad adormecida.
No es momento para cantos, para elegías a su vientre,
no es hora de responsos y rosarios besa culpas.
Ahora los versos de espera han callado,
sólo el blanco en su cuello de cordillera me sostiene
y es necesario vibrar el cuerpo en el peso de su angustia.
En el descanso contendré el ansia que se agolpa en las sienes,
el golpetear tímido de sus pasos de abracas.
Con la tarde volverá la espera silente,
y en la memoria de piedra, brotando en greda:
volveré a tus pupilas, desangrado.
V
En el frío púlpito de roca, celebraré entonces:
la luna iluminada en manto azul,
el brillo plata de antenas pincha sueños.
Inevitable será no dibujar tu imagen:
en las piedras altas, en la pétrea geografía de tu cuerpo de roca.
En esta lejanía escucharé tus temblores en la espalda,
los arañazos secos de piedra en la memoria.
Contendré tu respiración en la garganta,
inevitable será entonces no vaciar tus contornos en la brisa.
El silencio nuevamente contendrá tu nombre,
peregrina en los pulmones de hollín que me despiertan,
y en el aire de montaña, tu cuerpo será nuevamente barro,
canto de espuma entre mis yemas.
VI
Habrá que dejar entonces que la brisa te contenga,
temblando en el tornasol silencio de montañas.
Habrá que beber estas figuras (monjes), contiene gritos
para que muera mi intermitencia en la certeza que te llama.
No quiero verte adormecida, ni darte el último canto,
la primera angustia de domingo negro.
No quiero el velo hueco escondiendo tu risa en la memoria.
Sólo la certeza del viento calando tus mejillas,
será el verbo que recuerde la ironía de estos pasos.
Será el Illimani quien contenga tu bruma
y sus picos escupirán el silencio de mil cantos.
No quiero y sin embargo, en el recuento de la noche,
Tu memoria será canto en la montaña.
Calaquita II
Cuidado con las miradas a trasluz,
con los brazos colgantes y babas de muerto.
Cuidado con las piernas de arlequín en mis vértebras,
con la seda tragando mis huesos.
Cuidado con el retorno, escarba memorias
aunque evocada estás muerta.
Con esa risa tan firme que ya no me toca.
Con ese eco penetrante que ya no bebo.
Inevitable, más allá de la advertencia, te invoco inerte,
con esa lengua de caracol, traga gargantas,
con tu bamboleo de matraca en mi pubis,
con tu complejo de pitón en la alfombra.
Recurrente bruma, te veo inevitable en la nicotina,
con las manos temblorosas en mi espalda.
Te veo, con el vino bañando tus costillas,
con tu abrazo de calaca en la piel de madrugada.
Cuidado, pese a todo, con tocar mi puerta,
con ahorcarme con tu tanga negra.
Cuidado que eres bruma,
en la lejanía que es alivio y conjuro.
Estás seca en la carne, no en el verbo
y así es mejor.
sábado, 21 de julio de 2018
Sylvia Plath
Límite
La mujer alcanzó lo perfecto.
Su cuerpo
muerto luce la sonrisa de la culminación,
la ilusión de una fatalidad griega
fluye por los pliegues de su toga,
sus pies
desnudos parecen decir:
"hasta aquí llegamos, se terminó".
Cada niño muerto se enrosca, serpiente blanca,
alrededor de cada
jarrita de leche, ahora vacía.
Ella los recoge
en su cuerpo como los pétalos
de una rosa que se cierran cuando el jardín
se inmoviliza y los olores sangran
desde las dulces gargantas profundas de la flor nocturna.
Embozada en su capucha de hueso,
la luna no tiene por qué estar triste.
Ella está acostumbrada a este tipo de cosas.
Sus lutos crujen y se arrastran.
Versión: Isaías Garde
la ilusión de una fatalidad griega
fluye por los pliegues de su toga,
sus pies
desnudos parecen decir:
"hasta aquí llegamos, se terminó".
Cada niño muerto se enrosca, serpiente blanca,
alrededor de cada
jarrita de leche, ahora vacía.
Ella los recoge
en su cuerpo como los pétalos
de una rosa que se cierran cuando el jardín
se inmoviliza y los olores sangran
desde las dulces gargantas profundas de la flor nocturna.
Embozada en su capucha de hueso,
la luna no tiene por qué estar triste.
Ella está acostumbrada a este tipo de cosas.
Sus lutos crujen y se arrastran.
Versión: Isaías Garde
Elizabeth Bishop (EEUU, 1911-1979)
UN ARTE
El arte de perder no es difícil de dominar;
Tantas cosas hay llenas con la intención
De perderse, que al final no es la pérdida el desastre.
Perdé una cosa por vez. Admití el arrastre
De las llaves de puerta perdidas, de la hora lejos del hogar.
El arte de perder no es difícil de dominar.
Después, ensayá perder más, perder antes:
Lugares, y nombres, y donde pensabas viajar.
Ninguna pérdida conducirá al desastre.
Perdí el reloj de mi madre. ¡Y mirá! Mi última
O acaso penúltima, de una apuesta de tres, casa adorada.
El arte de perder no es difícil de dominar.
Perdí dos ciudades bárbaras. Y, más que eso, reinos
Que estaban para mí, dos ríos, un continente entero.
El arte de perder no es difícil de dominar.
Perderte incluso a vos (el sarcasmo en la voz
Que tanto amo) no debería dejarme mentir: es evidente
Que el arte de perder no es difícil de dominar,
Si bien puede parecer, parecerse (EscribiLO) a un desastre.
One art
The art of losing isn’t hard to master;
So many things filled with the intent
To be lost by their loss is not disaster.
Lose something every day. Accept the fluster
Of lost door keys, the hour badly spent.
The art of losing isn’t hard to master.
Then practice losing farther, losing faster:
places, and names, and where it was you meant
to travel. None of these will bring disaster.
I lost my mother’s watch. And look! My last, or
next-to-last, of three loved houses went.
The art of losing isn’t hard to master.
I lost two cities, lovely ones. And, vaster,
Some realms I owned, two rivers, a continent.
I misss them, but it wasn’t a disaster.
Even losing you (the joking voice, a gesture
I love) I shan’t have lied. It’s evident
The art of losing’s not to hard to master
Though it may look like (Write it!) like disaster.
Traducción: Luis Chitarroni.
De las llaves de puerta perdidas, de la hora lejos del hogar.
El arte de perder no es difícil de dominar.
Después, ensayá perder más, perder antes:
Lugares, y nombres, y donde pensabas viajar.
Ninguna pérdida conducirá al desastre.
Perdí el reloj de mi madre. ¡Y mirá! Mi última
O acaso penúltima, de una apuesta de tres, casa adorada.
El arte de perder no es difícil de dominar.
Perdí dos ciudades bárbaras. Y, más que eso, reinos
Que estaban para mí, dos ríos, un continente entero.
El arte de perder no es difícil de dominar.
Perderte incluso a vos (el sarcasmo en la voz
Que tanto amo) no debería dejarme mentir: es evidente
Que el arte de perder no es difícil de dominar,
Si bien puede parecer, parecerse (EscribiLO) a un desastre.
One art
The art of losing isn’t hard to master;
So many things filled with the intent
To be lost by their loss is not disaster.
Lose something every day. Accept the fluster
Of lost door keys, the hour badly spent.
The art of losing isn’t hard to master.
Then practice losing farther, losing faster:
places, and names, and where it was you meant
to travel. None of these will bring disaster.
I lost my mother’s watch. And look! My last, or
next-to-last, of three loved houses went.
The art of losing isn’t hard to master.
I lost two cities, lovely ones. And, vaster,
Some realms I owned, two rivers, a continent.
I misss them, but it wasn’t a disaster.
Even losing you (the joking voice, a gesture
I love) I shan’t have lied. It’s evident
The art of losing’s not to hard to master
Though it may look like (Write it!) like disaster.
Traducción: Luis Chitarroni.
viernes, 20 de julio de 2018
Anne Sexton (EEUU, 1928 - 1974)
La noche estrellada
Eso no me libra de sentir una
terrible necesidad de -tengo que usar esa palabra- religión. Entonces
salgo de noche a pintar las estrellas.
Vincent Van Gogh en una carta a su hermano
El pueblo no existe
salvo allí donde un árbol de cabellos negros
se desliza como una mujer ahogada hacia el cielo caliente.
El pueblo es silencioso. La noche noche hierve en once estrellas.
¡Oh noche, noche estrellada! Es así
como quiero morir.
Se mueven. Todas están vivas,
incluso la textura de la luna, con sus hierros naranja,
para atraer a los niños, como un dios, desde su ojo.
La antigua serpiente invisible se traga las estrellas.
¡Oh noche, noche estrellada! es así
como quiero morir:
dentro de esa imparable bestia de la noche.
Absorbida por el gran dragón,
para desprenderme de mi vida, sin banderas,
sin vientre,
sin llanto.
Versión: Isaías Garde
Anne Sexton - The Starry Night
That does not keep me from having a terrible need of—shall I say the word—religion. Then I go out at night to paint the stars.
Vincent Van Gogh in a letter to his brother
The town does not exist
except where one black-haired tree slips
up like a drowned woman into the hot sky.
The town is silent. The night boils with eleven stars.
Oh starry starry night! This is how
I want to die.
It moves. They are all alive.
Even the moon bulges in its orange irons
to push children, like a god, from its eye.
The old unseen serpent swallows up the stars.
Oh starry starry night! This is how
I want to die:
into that rushing beast of the night,
sucked up by that great dragon, to split
from my life with no flag,
no belly,
no cry.
Luis Verdejo Navarro (México, 1967)
No Trabajo / Hambre
«sabe que la muchacha está viva el día de hoy
por el sonido de sus pasos bajando la escalera metálica de caracol
no tendría, tampoco, porque no estarlo
ya que es una muchacha, cree, sana
(escucha cerrar la puerta de la calle)
podría imaginar cómo sube al camión
se abre paso, va viendo el color confuso de las paredes
las palabras de los anuncios
la gente en la banqueta, las placas de los autos
podría imaginar también cómo baja del camión
camina, llega al trabajo o a la escuela
saluda
podría imaginar muchas cosas más,
por ejemplo los montes morados, lentamente, tornándose verde-ocre
después mármol en la niebla
sentado ante la lámpara escucha pájaros
quizá gorriones cantar en su árbol
aun con luz no reconocería sus rostros únicos
por eso no abre la cortina
ayer cumplió 48 años y sabe que está vivo
porque escribe diciendo cada sílaba en voz alta
tiene sed, sorbe mate, trata de escuchar al gato
de la muchacha que todas las mañanas llora como niño
hoy no lo escucha, sólo escucha a lo lejos martillazos
una motocicleta, al verdulero haciendo jugos
ya amaneció todo
ahora tiene hambre»
se abre paso, va viendo el color confuso de las paredes
las palabras de los anuncios
la gente en la banqueta, las placas de los autos
podría imaginar también cómo baja del camión
camina, llega al trabajo o a la escuela
saluda
podría imaginar muchas cosas más,
por ejemplo los montes morados, lentamente, tornándose verde-ocre
después mármol en la niebla
sentado ante la lámpara escucha pájaros
quizá gorriones cantar en su árbol
aun con luz no reconocería sus rostros únicos
por eso no abre la cortina
ayer cumplió 48 años y sabe que está vivo
porque escribe diciendo cada sílaba en voz alta
tiene sed, sorbe mate, trata de escuchar al gato
de la muchacha que todas las mañanas llora como niño
hoy no lo escucha, sólo escucha a lo lejos martillazos
una motocicleta, al verdulero haciendo jugos
ya amaneció todo
ahora tiene hambre»
jueves, 19 de julio de 2018
Charles Baudelaire
Fragmentos
¡Yo canto al perro sucio, al perro pobre, al perro sin domicilio, al perro corretón, al perro saltimbanqui, al perro cuyo instinto, como el del pobre, el del gitano y el del histrión, está maravillosamente aguijado por la necesidad, madre tan buena, verdadera patrona de las inteligencias!
En la frecuentación de las ciudades enormes, en el cruce de sus
relaciones innumerables, nace, sobre todo, este ideal obsesionador. ¿No
tuvo usted el grito estridente del vidriero, y de expresar en prosa
lírica las desoladoras sugestiones que manda ese pregón hasta las
guardillas, a través de las más altas nieblas de la calle?
***
—Quiero a las nubes…, a las nubes que pasan… por allá… ¡a las nubes maravillosas!
***
"¡Ay! Ya pasó para nosotras, hembras viejas, desventuradas, el tiempo de agradar aun a los inocentes."
***
¡Naturaleza encantadora, despiadada, rival siempre victoriosa, déjame!
¡No tientes más a mis deseos y a mi orgullo! El estudio de la belleza es
un duelo en que el artista da gritos de terror antes de caer vencido.
***
Cada hombre lleva en sí su dosis de opio natural, incesantemente segregada y renovada.
***
Pero la Venus implacable mira a lo lejos no sé qué con sus ojos de mármol.
***
Siempre ha sido interesante el reflejo de la alegría del rico en el fondo de los ojos del pobre.
***
En este mundo estrecho, pero tan henchido de repugnancia, sólo un objeto
conocido me sonríe: la ampolla de láudano, vieja y terrible amiga, como
todas las amigas; ¡ay!, fecunda en caricias y traiciones.
***
«Casi todas nuestras desgracias provienen de no haber sabido quedarnos
en nuestra habitación» —dice otro sabio, creo que Pascal, llamando así a
la celda del recogimiento a todos los alocados que buscan la dicha en
el movimiento y en una prostitución que llamaría yo fraternitaria , si
quisiera hablar la hermosa lengua de mi siglo.
***
...no me atreví ya a creer en felicidad tan prodigiosa, y mientras me
acostaba, rezando una vez más, por un resto de costumbre imbécil,
repetíame medio dormido: «¡Dios mío! ¡Señor Dios mío! ¡Haced que el
diablo me cumpla su palabra!».
***
El paseante solitario y pensativo obtiene una singular ebriedad en la
comunión universal. El que desposa fácilmente a la multitud conoce
febriles alegrías, de las que eternamente se verá privado el egoísta,
cerrado como un cofre, y el perezoso, enquistado como un molusco. El
adopta todas las profesiones, todas las dichas y todas las miserias que
la circunstancia le presenta.
***
Lo que los hombres llaman amor es demasiado pequeño, demasiado
restringido y demasiado débil, comparado con la inefable orgía, la santa
prostitución del alma que se da entera, poesía y caridad, a lo que
imprevistamente aparece, al desconocido que pasa.
***
Y me acuesto, orgulloso de haber vivido y padecido en seres distintos de mí.
***
¡Yo canto al perro sucio, al perro pobre, al perro sin domicilio, al perro corretón, al perro saltimbanqui, al perro cuyo instinto, como el del pobre, el del gitano y el del histrión, está maravillosamente aguijado por la necesidad, madre tan buena, verdadera patrona de las inteligencias!
Textos extraídos de Pequeños poemas en prosa
Traducción: Enrique Díez-Canedo
miércoles, 18 de julio de 2018
Gonzalo Arango (Colombia, 1931-1976)
Mi sobrenada
el sobretodo es mi mejor amigo
bebemos vino de consagrar en los viñedos
y nos emborrachamos,
compartimos el amor con las mujeres.
mi sobretodo es sensual y seductor.
en la cárcel era un colchón
en los prostíbulos era un refugio
con las manos hundidas en los bolsillos
que me salvaba del naufragio de los besos baratos.
en el invierno me defendía de la lluvia
y en el verano era una sombra luminosa.
mi sobretodo era una incitación voluptuosa a la pereza,
al calor, al heroísmo, al amor, al invierno.
en los momentos de peligro me hacía pasar por detective
y me daba un aire respetable de gran señor del hampa.
mi cuerpo se pierde en él cuando me persiguen,
en mi buena época del parlamento él hablaba por mí:
silencioso
tímido
elocuente.
ha sido una bella disculpa
para eludir serias responsabilidades históricas.
mi sobretodo es a veces el lecho del amor
en los sitios despoblados de la ciudad
tiene un oculto sabor de pecado prohibido.
mi sobretodo es un gran honor.
tiene más historia que una alfombra mágica.
yo lo consagro como el receptáculo privilegiado
donde algunas mujeres tendieron su columna vertebral
completamente desnudas
de cara al sol o a la noche.
mi sobretodo es testigo de la ternura y el terror.
fue acariciado por manos sofocadas de mujer
y desgarrado por puñales de odio.
mi sobretodo tiene quemaduras de tabaco
y huellas de disparos asesinos
y marcas sospechosas de labios rojos.
yo lo empeño por 8 pesos en los momentos de apuro,
mi sobretodo está saturado de sudor animal
tiene residuos de manchas de sangre y aceite...
sonidos vegetales.
cuando no llueve y hace calor me lo quito
me hundo en la noche oscura y mojada
o me hundo en el día lleno de sol, seco.
mi sobretodo es humano y feo
y todos los domingos guarda en sus bolsillos
(Fuente: Caína bella blog)
José Sbarra
El lamento de los sobrevivientes (Obsesión de vivir):
Esta tristeza que nos llega con la tarde
ya es moneda corriente,
viene desde lejos
( quizás desde nuestra infancia)
a recordarnos que somos los elegidos para quienes fue reservado el dolor de las horas,
¿ qué haremos con los inviernos que restan?
con nuestra piel arrugada y los ojos vidriosos,
con las lágrimas que rodarán
con el frío de la vida
que se alarga como las sombras de la tarde
¿qué haremos que no sea parir dolor?
¿qué haremos con nuestros sueños hartos de derrotas?
¿habrá un sitio para los solitarios,
para los que no supimos estallar
en colores nuestra tristeza?
para los que no hicimos conceciones,
para los empecinados,
para los que pretendimos el todo,
la libertad absoluta y nos quedamos con el ardor de la nada.
¿ Habrá piedad para los que jugamos a cara y perdimos?
¿a donde iremos los que olvidamos sonreír en el momento necesario,
los que no supimos retroceder
cuando retroceder significaba avanzar?
¿donde acabaremos los que nunca fuimos inocentes?
¿ quien se apiadará de los desesperanzados
cuando todo haya concluido
y hoy mismo y esta misma tarde
y en este tedioso instante
quien golpeará para traer algo que no sea indiferencia?
¿ en qué infierno acabaremos
los equivocados,
que conocimos la luz y nos detuvimos a jugar con sombras?
¿ qué será de los vencidos ilesos?
¿ habrá un sol, una playa, un mar, un cielo nuevo
para los desertores del rebaño
que nos estrellamos las narices contra las piedras,
pero no nos atrevimos a regresar
¿qué será de los que lloramos a escondidas?
¿ habrá algún premio para los que quisimos volar más alto y no triunfamos?
( pero nos defendimos a gritos cuando dijeron que era soberbia)
¿ habrá piedad para los que escuchamos
a todos y no entendimos a nadie,
para los que la soledad
nos dio un jaque de muerte
y ni el amor nos dio un golpe de vida?
¿qué haremos con este silencio insultante,
con los espejos injuriosos?
¿ y qué haremos con los soles nuevos?
¿ continuaremos interponiendo las persianas atávicas?
¿habrá ternura para los desarraigados,
para quienes el futuro es una palabra sin sentido,
para los que descubrieron con espanto
que el amor es lo mejor pero no alcanza?
¿qué haremos con nuestros amaneceres abúlicos?
¿ no cesaremos nunca de dejarnos caer de la cama,
de quedarnos acostados en el piso,
enredados aún en las sábanas
mirando puntos en el techo,
recitando poemas atribulados,
cantando sambas tristes como " la añera"
¿ seguiremos asomándonos a la ventana,
contando personas de dos en dos,
mirando paraguas los días de lluvia?
¿habrá algún sitio
para los que no tuvimos la respuesta
del eco en la montaña de los hombres?.
Tanta sangre enloquecida y caliente,
tantos sueños,
tanto pudor innecesario,
tanto error
y después tanto arrepentimiento para ser cenizas,
barro inútil,
causes desolados
ahítos de piedras y de olvido
(¿o tendrá mejores matices la muerte de los muertos?)
Tantos deseos de partir,
de abandonar esta casa,
de dejar esta suerte,
de dejarse a uno mismo...
¿ cuándo gritaremos ese ¡ ahora! ¡ahora! !
cuántas palabras más encerradas
que nosotros mismos!
Cuántas caricias puras dentro de la piel,
cuántos sonidos de amor en silencio
( como ensucia al sentimiento el acto)
cuánto daño padecido
( como defrauda a la intención el gesto)
y cuánto nos queda
por padecer todavía
¿cómo recuperarnos del tiempo que se nos fue esperando?
¿cómo responderemos ahora a todo aquello que no respondimos?
¿qué ilusión podrá resistir a nuestro cansancio?
¿ qué respuestas encontraremos en las paredes?
¿ qué plegaria rezar que no contenga mentiras?
¿ qué canción entonaremos
que no evoque los deseos irrealizables,
los intentos fútiles?
¿ante qué dios nos arrodillaremos
los que no aprendimos a rendir pleitesía?
Los sobrevivientes estamos condenados a respirar entre los muertos...
ya acostumbrados a esperar el porvenir
y siempre desesperando en cada instante
¿de qué simiente surgimos los infinitamente deshabitados?
¿qué oráculo inexorable predijo nuestro desierto?
¿ en qué juego de la infancia apostamos la inocencia?
¿en qué rayuela perdimos la esperanza?
Para los sobrevivientes no hay presencia concreta que sirva de compañía,
a penas
y a veces
hay estériles vanaglorias de arte
a simulaciones de locura envasable y vendible,
(quizás la verdad en estado puro
se halle únicamente en la desolación y el fracaso)
Un sobreviviente para otro es siempre un espejismo.
lunes, 16 de julio de 2018
Marcelo Díaz (Argentina)
INVENTARIO DEL MALÓN
7 lanzas, 2 hachas, 1 tambor,
14 indios, 1 caballo blanco.
De los catorce, sólo dos
lucen amenazantes, uno sonríe,
uno, detrás, es sorprendido en pleno
ejercicio de invisibilidad, uno tiene
un cuchillo entre los dientes,
uno permanece indiferente al mundo
y a todo lo demás, uno otea a la distancia,
como un prócer.
Un par pasa los cuarenta,
uno es realmente pequeño,
cuatro, en el ángulo izquierdo,
son adolescentes,
el resto oscila entre los veinte y los treinta.
El caballo, además de blanco, es potrillo.
Todos tienen el torso desnudo y cubierto
de pintura con motivos ornamentales.
Abundan las plumas, los flecos,
las cabelleras largas y greñudas.
En el centro, un cartel:
LOS ÚLTIMOS DE ESTA RAZA
Cuatro están casados, uno
preferiría no estarlo, cinco
son parientes entre sí, dos
se aman en secreto, uno querría
dejar todo y viajar, y tal vez lo haga,
pero más adelante, dos tocan
la guitarra con destreza, seis profesan
la religión católica,
tres son ateos, cuatro, socialistas,
cinco militan con fervor
en las filas del anarcosindicalismo.
Diez, al menos, tomaron la primera comunión.
Seis pasaron una noche detenidos en un calabozo,
cuatro de ellos por un malentendido.
De los 14 integrantes del malón inmóvil, cinco
son italianos, seis, españoles, y los restantes
son sirio libaneses (aunque les dicen
turcos).
El caballo es blanco como el caballo de Lawrence de Arabia.
El tambor es un regalo que un familiar
trajo del norte, un adorno
más que un instrumento, por eso
suena así.
El que sonríe, con quince años, es mi abuelo.
El marco es de un cartón grueso y oscuro,
un marrón noble cubierto de ramificaciones con hojas
y pequeños florilegios en relieve. En el reverso,
escrito en lápiz, se lee:
año 1926, 1º premio
Comparsa 15 Argentinos.
BRICOLAGE
¿Qué hubiera visto Ponge en esa soga blanca
de nylon trenzado? ¿Cuánto tiempo
le hubiese dedicado William Carlos Williams
a trenzarla en cuatro versos?
¿Hubiera tenido algo para decir el objetivismo
de su mudez y su distancia inaccesibles?
Una vez, al menos, por semana, Claudio hacía
con la soga blanca un nudo, la cruzaba
por sobre un tirante y
se la calzaba al cuello.
Subido a un banco de madera contemplaba el mundo
en los pequeños objetos de su galpón:
frascos de vidrio con tornillos, una colección
de revistas deportivas de los 70,
sobrecitos con semillas de lechuga
y achicoria, y la luz que se filtraba
por una ventana no muy grande,
no muy limpia, y daba plena
en la hoja de un serrucho. Después
se quitaba la soga,
desataba el nudo,
guardaba el banco bajo una estantería,
y regaba los canteros.
Un día prueba varios nudos más pequeños
que aprendió a hacer en Malvinas,
y con la soga blanca de nylon trenzado
arma un portamaceta más o menos,
medio choto pero firme,
que sigue ahí en el patio
con un clavel del aire.
(Fuente: Espacio Murena)
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