sábado, 24 de septiembre de 2022

Margaret Atwood (Ottawa, Canadá, 1939)

 

GISELLE DE DÍA

 

 
Conoces el paisaje: a lo lejos
tres pequeñas colinas, sin nieve.
 
En primer plano la arboleda de sauces
a lo largo del río detenido
sin hielo. Sin embargo hay nieve en las sombras.
Una luz difusa que no es el sol.
 
Aquí y allí las jovencitas
con sus vestidos blancos hechos de papel
sin escribir.
Ninguna está aquí porque quiera.
Ninguna es pariente del difunto.
Cada una bajo un árbol distinto,
sentada o de pie como
sin objeto. No era
el final que ellas querían, sino más vida.
 
La más cercana se agacha en la arena
fría, las rodillas contra el vientre,
lleva en las manos una piedra plana
a la que da vueltas una y otra vez,
confusa, buscando en ella un corte
de donde manó sangre.
El árbol que se arquea sobre ella
está muerto, como todo lo demás
aquí. Sin embargo aunque no hay viento
se balancea deprisa y agita
para ella sus hojas finas y las pequeñas flores verdes,
 
eso no ha ocurrido antes,
eso ocurre todos los días,
pero ella no lo nota.
 
 
 
________________
en "Luna nueva", Icaria, Barcelona, 2000. Trad. de Luis Marigómez. 
 
 
(Fuente: Jonio González)

 

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