domingo, 24 de julio de 2022

Cesare Pavese (Italia, 1908 - 1950)

 

El instinto

 
 
 
 
El hombre viejo, desilusionado de todo,
en el umbral de la casa en el tibio sol,
mira al perro y a la perra desfogar el instinto.

Sobre su boca desdentada se persiguen moscas.
Su mujer se le murió hace tiempo. También ella,
como las perras, no quería saber nada,
pero tenía el instinto. El hombre viejo olfateaba,
-todavía no desdentado-, la noche llegaba,
se metían en la cama. Era lindo el instinto.

Lo que le gusta del perro es la gran libertad.
De la mañana a la noche vagabundea por la calle;
y un poco come, un poco duerme, un poco monta a las perras:
ni siquiera espera la noche. Piensa
como olfatea, y los olores que siente son suyos.

El hombre viejo recuerda una vez, de día,
en que hizo de perro en un campo de trigo.
No sabe con qué perra, pero recuerda el gran sol
y el sudor y las ganas de no terminar nunca.
Era como en una cama. Si volviesen los años,
lo querría hacer siempre en un campo de trigo.

Baja por la calle una mujer y se para a mirar;
pasa el cura y se da vuelta. En la plaza pública
se puede hacer de todo. Hasta la mujer,
que tiene recato de mirar, por el hombre, se para.
Solamente un muchacho no tolera el juego
y descarga una lluvia de piedras. El hombre viejo se indigna.
 
(Fuente: El Hombre aproximativo) 

 

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