domingo, 31 de julio de 2022

Maya Angelou (EEUU, 1928-2014)

 


EL TIEMPO PASA

 
Tu piel como el amanecer
la mía como el crepúsculo.
 
Una describe el comienzo
de un cierto final.
 
La otra el final de un
comienzo seguro.
 
***
 

DÍA GRIS
 

El día cuelga pesado
disperso y gris
cuando estás lejos.
 
Una corona de espinas
un cilicio
es lo que llevo puesto.
 
Nadie conoce
la soledad de mi corazón
cuando nos separamos.
 
***
 

LÁGRIMAS

 
Lágrimas
Trapos de cristal
Viscosos jirones
de un alma gastada.
 
Queja
Canto profundo del cisne
Triste despedida
de un sueño moribundo.
 
 
 
_______________
en "The Complete Collectes Poems", Random House, Nueva York, 1994. Versiones de Jonio González. 
 
 

PASSING TIME

 
Your skin like dawn
Mine like dusk.
 
One paints the beginning
of a certain end.
 
The other, the end of a
sure beginning.
 
***
 

GREYDAY
 

The day hangs heavy
loose and grey
when you're away.
 
A crown of thorns
a shirt of hair
is what I wear.
 
No one knows
my lonely heart
when we're apart.
 
***
 

TEARS
 

Tears
The crystal rags
Viscous tatters
of a worn-through soul.
 
Moans
Depp swan song
Blue farewell
of a dying dream.
 
 
(Fuente: Jonio González)

 

Evgueni Evtuchenko (Rusia, 1932 - EEUU, 2017)

 


 
Una mujer y un hombre solos, en un puente,
sobre el dormido Sena azul.
Debajo está el tumulto sin sentido, las luces irreales.
Cambia el gobierno en algún sitio,
se pronuncian sabios discursos.
 
Pero ellos desde el puente, apenas si lo ven:
tan sólo ven el Sena turbio y lento.
Así están, sin palabras y sin besos,
hasta la madrugada, bajo un impermeable,
como un paquete envuelto en celofán
¡un regalo del mundo para el mundo entero!
 
¡Quiera Dios que no tengamos ni casa ni hacienda,
ni aturdidora comodidad en nuestra vida!
¡Quiera Dios que, estemos donde estemos,
siempre nos encontremos en el puente!
 
En el puente para siempre inscrito en el cielo.
En el puente que hace sagrado a quien le habita.
En el puente sobre el tiempo,
sobre toda la vanidad y la mentira.
 
 
(Fuente: Hugo Toscadaray)

 

Robert Rivas ( s/d )

 

EL (ÚLTIMO) SABIO DE ULIÓN 

 

  ¡El Sabio de Ulión! Ulión, nuestro pueblo, que alguna (im-

probable, incomprobable) vez fue una gran ciudad, y muchas

constatables veces un pequeño pueblo despojado de historia,

convive con el último Sabio que le queda. Llueve mucho en

Ulión. ¿Demasiado? Todo el tiempo, ¿es demasiado? El Sa-

bio no sabe qué hacer con la maldita lluvia, ya hemos tenido

sobradas pruebas para darnos cuenta de eso. Chapotea solo

por las calles o agacha sentado en la plaza su poderosa e inú-

til cabeza.

 Alguien que pasa le dice algo -que no debe ser agradable,

ya que el (Último) Sabio de Ulión lo mira torvamente. Por-

que por más que lo intenta, no puede evitar creer que el pue-

blo espera algo de él. Y los siglos pasan...

 En templos de los suburbios, cada vez más numerosos y, al

mismo tiempo, más desencajados (los gritos de esos monjes

impostores se escuchan desde una buena distancia), rugen

"¡Es la lluvia el verdadero Dios!" e incitan a decapitar al

(Último) Sabio de Ulión. 

 El Sabio no sabe lo que sabe (por definición, digamos).

 Por eso intuye, se acerca cautelosamente al conocimiento

de que puede ser verdad - sí, la verdad puede surgir de la men-

tira y la impostura, a pesar de tener que hacer un largo camino

para ello- que ser decapitado puede ser provechoso.

 En primer lugar, dejarían de inmediato de esperar de él algo

que no puede dar.

 La insatisfacción y el hartazgo de la gente del pueblo, por

fin es encendida por los monjes impostores. Arden teas en la

noche, a pesar de la lluvia. La horda enfurecida encuentra

sentado y abatido al (Último) Sabio de Ulión.

 Por el agujero del cuello, una vez decapitado, aparte de un 

olor profundo e indefinible, un olor que nadie ha sentido an-

tes, brota una pequeña cabeza de serpiente, con un brillo fe-

roz en la mirada.

 Y esa serpiente es solo la primera aparición de un nido

interminable de serpientes, todas con los ojos encendidos de

una ira inteligente, punzante.

 Serpientes que se dispersan por la benefactora lluvia que ha

estado esperándolas. ¡Tanto tiempo! Serpientes que han en-

contrado -¡al fin!- su lugar. Deslizándose por el pasto empapa-

do, por los arroyos artificiales que las lluvias han sembrado en

todo el pueblo. Encontrando con facilidad sus cuevas, sus col-

gaderas en los árboles, sus rincones en los sótanos, su redil en

los campanarios. ¡Alegría de la reproducción a mansalva!

 ¡Aleluya!

 ¡El Último Sabio de Ulión ha encontrado, sin duda, su ho-

gar!

 

(Fuente: Idiomas Olvidados)

 

Rafael Blanco Belmonte (España, 1871 - 1936)

 

El Sembrador 

 
De aquel rincón bañado por los fulgores
del sol que nuestro cielo triunfante llena;
de la florida tierra donde entre flores
se deslizó mi infancia dulce y serena;
envuelto en los recuerdos de mi pasado,
borroso cual lo lejos del horizonte,
guardo el extraño ejemplo, nunca olvidado,
del sembrador más raro que hubo en el monte.
 
Aún no se si era sabio, loco o prudente
aquel hombre que humilde traje vestía;
sólo sé que al mirarle toda la gente
con profundo respeto se descubría.
Y es que acaso su gesto severo y noble
a todos asombraba por lo arrogante:
¡hasta los leñadores mirando al roble
sienten las majestades de lo gigante!
 
Una tarde de otoño subí a la sierra
y al sembrador, sembrando, miré risueño;
¡desde que existen hombres sobre la tierra
nunca se ha trabajado con tanto empeño!
Quise saber, curioso, lo que el demente
sembraba en la montaña sola y bravía;
el infeliz oyóme benignamente
y me dijo con honda melancolía:
 
�Siembro robles y pinos y sicomoros;
quiero llenar de frondas esta ladera,
quiero que otros disfruten de los tesoros
que darán estas plantas cuando yo muera.
 
�¿Por qué tantos afanes en la jornada
sin buscar recompensa?� dije. Y el loco
murmuró, con las manos sobre la azada:
�«Acaso tú imagines que me equivoco;
 
acaso, por ser niño, te asombre mucho
el soberano impulso que mi alma enciende;
por los que no trabajan, trabajo y lucho;
si el mundo no lo sabe, ¡Dios me comprende!
 
»Hoy es el egoísmo torpe maestro
a quien rendimos culto de varios modos:
si rezamos, pedimos sólo el pan nuestro.
¡Nunca al cielo pedimos pan para todos!
 
En la propia miseria los ojos fijos,
buscamos las riquezas que nos convienen
y todo lo arrostramos por nuestros hijos.
¿Es que los demás padres hijos no tienen?...
Vivimos siendo hermanos sólo en el nombre
y, en las guerras brutales con sed de robo,
hay siempre un fratricida dentro del hombre,
y el hombre para el hombre siempre es un lobo.
 
»Por eso cuando al mundo, triste, contemplo,
yo me afano y me impongo ruda tarea
y sé que vale mucho mi pobre ejemplo
aunque pobre y humilde parezca y sea.
¡Hay que luchar por todos los que no luchan!
¡Hay que pedir por todos los que no imploran!
¡Hay que hacer que nos oigan los que no escuchan!
¡Hay que llorar por todos los que no lloran!
 
Hay que ser cual abejas que en la colmena
fabrican para todos dulces panales.
Hay que ser como el agua que va serena
brindando al mundo entero frescos raudales.
Hay que imitar al viento, que siembra flores
lo mismo en la montaña que en la llanura,
y hay que vivir la vida sembrando amores,
con la vista y el alma siempre en la altura».
 
Dijo el loco, y con noble melancolía
por las breñas del monte siguió trepando,
y al perderse en las sombras, aún repetía:
 
�«¡Hay que vivir sembrando! ¡Siempre sembrando!...»
 
 
(Fuente: Rosy Avalos)

Halina Poświatowska (Częstochowa, Polonia, 1935-Varsovia, 1967)

 











 
 
 
Levanté una gran cruz negra
y ardí en el fuego del amor
en vano Bizancio
se retorcía sus flácidos dedos
las aureolas de los mártires rodaron por el cielo
una llama iluminó la tierra
la gente miraba inquisitivamente
hacia la estrella Venus
creía entender

***

Versión de Ada Trzeciakowska
Ada Lírica

/

postawiłam sobie wielki czarny krzyż
i spłonęłam w ogniu miłości
na próżno Bizancjum
załamywało wiotkie palce
aureole męczenników toczyły się po niebie
ziemię oświetlił płomień
ludzie badawczo
patrzyli w stronę gwiazdy Wenus
zdawało im się że rozumieją
 
 
 
(Fuente: La comparecencia infinita)

 

Araceli Pulpillo (España, 1989)

 

UN POEMA DE VONLENSKA

 

 

 

 

EPIFANÍA

 

«Combato por la belleza

de todo lo que escapa»

 

Antonio Orihuela

 

 

En la hora decisiva,

cuando nadie halle derredor,

con el aliento defenestrado,

el ánimo en su última esperanza

y engentada en la más primitiva angustia:

 

sal al bosque a pasear,

presta atención al soliloquio del viento

rozando robles, encinas, alcornoques…

Déjate atravesar por el komorebi hasta penetrar tu dolor antiguo,

ábrete a las aves que te cubren la cabeza.

colma los pulmones del aroma de madera, rosas, sabia, estiércol…

Escucha el crepitar de los pequeños animales

abriéndose paso entre la maleza.

Otea el horizonte inconmensurable,

la naturaleza en su divino esplendor.

 

Presta

mucha

atención.

 

Hallarás la reminiscente epifanía

de toda belleza yuxtapuesta,

y eso será lo único

que podrá salvarte.

 

 

 

Araceli Pulpillo

Vonlenska.

Una historia finita

 

 

Piedra papel libros


              (Fuente: Papeles de Pablo Müller)

 

Elise Cowen (Estados Unidos, 1933-1962)

 

La dama es una cosa sumisa...


 
 
 
La dama es una cosa sumisa
hecha de agua y muerte.
La moda la viste con sobriedad y
usa su mente para coserle la bastilla.
 
 
 
 

Elise Cowen, incluido en Herederos del kaos (5 de agosto de 2013, San Francisco/Barcelona).
 
 
(Fuente: Asamblea de palabras)


 

Elizabeth Bishop (EEUU, 1911 - 1979)

 

Un arte

 
 
El arte de perder se domina fácilmente;
tantas cosas parecen decididas a extraviarse
que su pérdida no es ningún desastre.
 
Pierde algo cada día. Acepta la angustia
de las llaves perdidas, de las horas derrochadas en vano.
El arte de perder se domina fácilmente.
 
Después entrénate en perder más lejos, en perder más rápido:
lugares y nombres, los sitios a los que pensabas viajar.
Ninguna de esas pérdidas ocasionará el desastre.
 
Perdí el reloj de mi madre. Y mira, se me fue
la última o la penúltima de mis tres casas amadas.
El arte de perder se domina fácilmente.
 
Perdí dos ciudades, dos hermosas ciudades. Y aun más:
algunos reinos que tenía, dos ríos, un continente.
Los extraño, pero no fue un desastre.
 
 
 
(Fuente: Revista El humo)
 
 

 

sábado, 30 de julio de 2022

Héctor Giuliano (Piamonte, Italia, 1947)

 

El fluir de la palabra.
Lengua de soldado.
 
Émpatas, emocionables,
conejos solitarios,
sexos ambiguos.
 
Patotas que pujan
pero escupen bilis. 
 
De isla en islote,
diseñadores humanos:
cuencas demográficas
que emigran
chapaleando sangre.
 
Charlas, risitas, coqueteos.
Burlesca la empanada.
 
Deseen con fuerza,
emprendan y serán CEOs.
de otros arrastres
y un artículo en Wall Street. 
 
Holograma: Cristo en el Congreso
del Partido y en sofá insitucional. 
 
Rostros erizados
de cicatrices
en la apagada decadencia
planetaria. 
 
Resident evil. 
 
 

- Inédito-

 

Henri Michaux (Bélgica, 1889 - Francia, 1984)

 


 



UN CABALLO MUY PEQUEÑO


 He criado un caballo pequeño en mi casa. El galopa por mi

habitación. Es mi distracción.


 Al principio, yo tenía mis inquietudes. Me preguntaba si él

crecería. Pero mi paciencia ha sido recompensada. Hoy en 

día mide más de 53 centímetros y come y digiere la comida

de un adulto.


 La verdadera dificultad viene de parte de Elena. Las muje-

res no son simples. Un poco de bosta las indispone. Las de-

seuilibra. Ellas ya no son ellas mismas.


 "De un culo tan pequeño", le dije, "apenas puede surgir un

poquito de bosta", pero ella... En fin, de todas maneras, qué

se le va a hacer, no tengo que preocuparme acerca de ella por

el momento. 


 Lo que me inquieta, es otra cosa, los peculiares cambios que

de pronto suceden con mi pequeño caballo ciertos días. En me-

nos de una hora, ¡ya está! que se hincha, se hincha su cabeza, 

se curva, se deforma, se deshilacha y cachetea en el viento que

entra por la ventana.


 ¡Oh! ¡Oh!


 Me pregunto si no me está decepcionando al transformarse

en un caballo; ya que aún siendo pequeño, un caballo no se

despliega como una bandera, o cachetea en el viento, aunque

sea por unos minutos.


 Yo no quisiera ser víctima de un engaño, después de tantas

atenciones, después de tantas noches pasadas observándolo,

defendiéndolo de las ratas, de los peligros omnipresentes, y

de las fiebres de la juventud.


 A veces se altera por verse tan enano. Se pone loco. O ator-

mentado por el celo, pega enormes saltos sobre las sillas y

comienza a relinchar, a relinchar desesperadamente.


 Los animales hembra del vecindario alzan las orejas, las pe-

rras, las gallinas, las yeguas, las ratonas. Pero eso es todo. 

"No, deciden ellas por sí mismas, ajustándose a su instinto." 

Y hasta ahora ninguna hembra ha respondido.


 Mi pequeño caballo me mira con angustia, con locura en

sus dos ojos.


 ¿Pero quién está en falta? ¿Soy yo?



                             Sin título (1955)

                             Acuarela y papel. 


 Del libro "Obras escogidas. Henri Michaux. 1927-1984.

Publicado por la Generalitat Valenciana. (Exposiciones de

las obras pictóricas de H.M. en Marsella (1993), Valencia

(1993/4), y Ginebra (1994).


 




 Henri Michaux, el único. De quien dijera John Ashbery,

"Henri Michaux apenas es un pintor, apenas aún un escri-

tor, sino una consciencia -la sustancia más sensitiva descu-

bierta hasta hoy para registrar la fluctuante angustia del vi-

vir día-a-día, minuto-a-minuto." Y Alejandra Pizarnik tam-

bién logró definir en parte a este ser que se escapa por los

bordes de todo lo conocido: "Ojalá viva mucho: es mi úni-

co punto de referencia."


 No he visto este texto en castellano. Por eso lo traduje.

Del francés, con ayuda del inglés. Es de su libro "Lejano

interior" (1938), o sea al borde de la Segunda Guerra Mun-

dial.

De Richard Ellmann. Selected Writings. Henri Michaux.

New Directions, 1968.



Compré este libro (tenía ganas de apuntar este detalle) en

Santa Mónica, California, el 28/4/98.


Versión del francés/inglés: Robert R. Rivas (c)


(Fuente: Idiomas olvidados)

 

Javier Galarza (Buenos Aires, 1968 - 2022)

 

HAY MÁS LUZ CUANDO ALGUIEN HABLA
 
 

Chuang Tzu cuenta de un hombre que intentó librarse de su sombra. Para ello echó a correr. Su sombra, no obstante, acompañaba cada paso. Entonces corrió hasta caer muerto.
El sabio oriental dice que si este hombre se hubiera detenido y puesto a la sombra de un árbol, la otra sombra se hubiera desvanecido.
¿Qué camina junto a nosotros corporizando temores, culpas, olvidos imposibles? ¿Qué ocurriría si intentamos integrar eso que rechazamos? Cuando en la noche atacan las sombras, bajo del altillo y me siento a mirar por la ventana.
Comienza a amanecer en cuanto me digo “el miedo y yo somos uno”.
En un viejo libro, llamado El Kybalión, solía leer los principios del hermetismo, una de cuyos axiomas dice «como es arriba es abajo». Esta ley ha sido citada por revistas de divulgación para contar que las células humanas emiten un máximo de luz antes de morir.
La primera vez que tuve miedo, busqué una voz que me devolviera el hilo de una narración, cualquiera que fuera.
Freud relata una escena donde un niño, en la oscuridad, le dice a su tía:
—Tía hablame, tengo miedo.
—Pero… ¿de qué te sirve? ¡si no podés verme!
—Hay más luz cuando alguien habla.-
 
 
(Fuente: Aldo Novelli Real)

 

Julia Hartwig (Lublin, Polonia, 1921-Gouldsboro, 2017)

 

sin más 

 













 
 
 
 
Para todo llega el tiempo
pero no llegará el instante de revivir las primeras esperanzas
ni los primeros amores
ni de eternizar lo que pasa por tu cabeza como el viento
y suele ser presentimiento de una verdad importante
que se fuga travieso
Llega, sin embargo, el tiempo
en el que empiezas a perder poco a poco todo lo que has amado
y a todos los que al marcharse de aquí
no revelan si se marchan decepcionados.
Llega ese tiempo
y tú lo aceptas sin avergonzarte y sin mostrar humildad
así, sin más.

***

Versión de Ada Trzeciakowska
Ada Lírica

/

Po prostu



Na wszystko przyjdzie pora
Ale nie przyjdzie czas wskrzeszenia pierwszych nadziei
i pierwszych miłości
ani utrwalenia w słowach tego co przebiega ci przez głowę jak wiatr
i bywa przeczuciem jakiejś ważnej prawdy
lecz umyka tak szybko jakoby swawoliło
Przychodzi jednak nieodwołalnie pora
kiedy po kolei tracić zaczynasz wszystko co kochałeś
i wszystkich którzy odchodząc stąd
nie wyjawiają ci czy odchodzą zawiedzeni
Przychodzi ten czas
a ty przyjmujesz go bez wstydu i pokory
ot tak po prostu
 
 
(Fuente: La comparecencia infinita)

 

Horacio Ruminal (Uruguay, 1952)

 

La evolución de la luz

 

Las luciérnagas Photuris imitan

las señales lumínicas de otras especies,

con el fin de atraerlas para comérselas.


Del mismo modo, ciertas aves predadoras

desarrollaron el arte de reproducir

el canto de otras especies para seducirlas,

atraerlas y devorarlas.


El arte de la mímesis, la copia, la imitación

siempre encubre fines deleznables.

Nada se puede hacer para evitarlo.


Por cierto, según opiniones autorizadas,

la mayor parte del arte, y los poemas que

leemos o escribimos, frecuentan ese origen,

aunque casi nadie está en condiciones de

detectarlo:


Se escribe más de lo que se lee,

y se copia más de lo que se escribe.


Las verdaderas luciérnagas, se habrían

extinguido hace bastante, según algunos

investigadores.


Las que hoy vemos, si es que podemos

ver alguna, son sus imitadoras, que las

sobrevivieron por su mayor aptitud

para adaptarse a los cambios, aunque

sean dudosos.

 

 

De  Evoluciones, serie en evolución 


(Fuente: Ahoraqueestasausente.blog)


Óscar Rojas Jiménez (Venezuela, 1910-?)

 

Canto primero a la materia


 
 
 
 
Amorosa materia milenaria
a tu piel de sangre y sueño revestida
acerco sin dolor la llama pura,
que en la noche sagrada de la tierra
ilumina, en fervores elevados,
la osamenta desnuda de los hombres.

Amorosa materia de la vida
te canto en voz sagrada y limpia,
porque soy habitante de tu cuerpo
y en él respiro y sueño desvelado
a la sombra desgarrada de la muerte.

Amorosa materia que me cubres
con el polvo milenario del caído,
recordando la noche bienvenida
del árbol y del llanto, confundidos.

Amorosa materia que me cubres
de maderas humanas, florecidas.
Amorosa materia de la muerte,
amorosa materia de la vida.

Estoy en ti fatal e inevitable,
sembrado cual un ceibo taciturno,
recordando mis verdes primitivos
que perfuman la brisa de la noche
y alegran el cabello de los días.

Estoy en ti, materia decisiva,
olvidado del brillo de los cielos.
Estoy en ti, en forma de la tierra,
viviendo en la memoria de los campos.

De siglo en siglo errante,
entre guerras y amores sucedidos,
es tu cuerpo del tiempo vigilado,
¡Oh amorosa materia de la muerte!

De siglo en siglo errante,
por la huella perdida de la sangre
por el blanco sendero de los sueños,
miro al hombre de todas las edades
ascender en azules fuegos fatuos
por la noche profunda de carbones.

De siglo en siglo errante,
entre guerras y amores fatigados,
es tu cuerpo del tiempo venerado
¡Oh amorosa materia de la vida!

Te canto en voz sagrada y pura
porque vivo en tu mundo codiciado,
¡oh amorosa materia de la vida!
amorosa de la muerte decisiva.
 
 
 

Óscar Rojas Jiménez, incluido en Faunética. Antología poética zoológica panamericana y europea (Instituto Caro y Cuervo, Santa Fe de Bogotá, 1999, selec. de Víctor Manuel Patiño).
 
 
(Fuente: Asamblea de palabras)

 

viernes, 29 de julio de 2022

Mircea Cărtărescu (Rumania)

 

Elegía. Según Catulo

Traducción de Marian Ochoa de Eribe y Eta Hrubaru






 
 
vendrá la muerte. los tallos ennegrecerán.
las fotografías conservarán una respiración negra.
las aguas se extenderán sobre los cuerpos de los insectos.
el segundero del reloj se retorcerá como una uña
sobre el pezón.
ojo de cristal, qué harás sin un lugar
para hacer el amor, porque solo las piedras
dejarán que las nubes se hinchen y estallen
en sudor negro sobre un rostro callado.
nos dispersaremos, amor, en la oscuridad del manómetro
y de la ballesta de aluminio, en un estrato donde los peces
abren su boca sedienta hacia el agua remachada
con pernos y viento.
reiremos en negro entre los dedos llenos de labios
cuando nos arranquen la aguja y la piel de las mejillas
y amarnos no podremos, separados
por la manta de barrotes. ¿qué haremos
allí en el aliento de los carburadores de acetileno
bajo una sangre oscurecida
por los reflectores negros de los fósiles?
las fotografías abrirán con lentitud los pétalos
al viento que esparce en los raíles del tranvía
nieve y órganos desperdigados



en Poesía esencial, 2021


(Fuente:  Descontexto)

 

Marina Tsvetáieva (Rusia, 1892-1941)

 

YA SÉ...

 
Ya sé, ya sé
que la maravilla de la tierra,
que esa preciosa copa
labrada de cristal
no es más nuestra
que el aire,
que las estrellas,
que los nidos
que cuelgan en el alba.
 
Ya sé, ya sé
quién es el dueño de la copa.
Pero con pie ligero — adelante— , como alta torre
—a la altura del águila— ,
y con el ala, se protege la copa
de la boca rosada, temible,
de Dios.
 
 
_________________
en Anna Ajmátova y Marina Tsvetáieva, "El canto y la ceniza. Antología poética", Debolsillo, Barcelona, 2010. Trad. de Monika Zgustova y Olvido García Valdés. 
 
 
(Fuente: Jonio González)

 

Jorge Riechman (España, 1962)

 

11 poemas de ENTRESER 

 


 


 

 

Amantes

heridos muchas veces

de tan gran soledad

 

Izados

por un deseo

más fibroso y hambriento

 

Con la responsabilidad

de preservar

el más sagrado de los vínculos

 

Con el miedo

de los animales

en la espesura

 

Con la libertad

de los animales

en la espesura



***



Lo malo

de un amor así

es que uno se pregunta:

¿qué viene después?

 

Tras ser colmado así

y si el milagro nos desamparase:

¿cómo seguir avanzando

por qué escarpada senda?

 

 ***



No tratar

de dominar

 

sino

 

dejarnos vivir

por la vida

 

“Uno se alegra al ver a dos amantes

dando ejemplo”

dice Handke

 



***



Mi amante

feminista

comunista

vegetariana

y lectora de poemas

 

Casi un milagro

en este mundo de desigualdades amuralladas

créditos hipotecarios a cincuenta años

masacres contra los animales

y borbollante telebasura

 



***


Cuántos enamorados

se arrojan uno en brazos del otro

tiritando: sálvame, o

silabeando ateridos: déjame salvarte

 

Pero nadie salva

a nadie

 

Sólo podemos

reconocer la intemperie del otro

y transmitir calor abrazando

o soplando en los dedos

 

No podemos salvar

 

sí acompañar



***


Escribir poemas

es una forma de intentar estar

cerca de los otros

 

cerca de ti

 

en un mundo

donde conspira casi todo

hacia la lejanía

 



***



Cuando deseamos intensamente a alguien

 

cuando dudamos sobre ese risco afilado

antes de extender una mano hacia el otro

o no hacerlo

cuando arriesgamos el milagro y la devastación

 

la tentación mayor

no es la belleza de ese cuerpo

el calor la agilidad la hospitalidad

que adivinamos en ese cuerpo nuevo

con todos los secretos que podría revelarnos

 

no, lo que más nos atrae

no es tampoco el anhelo de unidad primordial

esa totalidad imposible que sospechamos podría construirse

si se juntasen ambos cuerpos demediados

 

no: la tentación mayor es la promesa

de una vida extra

 

los nuevos caminos que cabría recorrer juntos

las nuevas albas y los nuevos crepúsculos

que podríamos contemplar juntos

todas las penas y gozos

de una segunda vida

que quizá podría comenzar



***



La tecnología no nos hace más felices

 

No añade

ni un gramo

ni un adarme

ni una pluma

ni un cilio microscópico a la felicidad

 

Para el tipo de animal que somos

la felicidad arquetípica

cabe pensarla así:

 

que nos espulgue bien

y nos acaricie sin prisas

alguien a quien amamos

 



***



Qué deseos de huir

contigo

a bosques lejanos

a playas lejanas

a riscos lejanos

 

Qué ganas de ganar

aquellas remotas transparencias juntos

 

juntos llegar a aquel estado

en el cual –como le sucedía

al poeta Pedro García Cabrera—

“el aire entrase en nosotros

sin encontrarnos”

 

Qué necesidad de buscar refugio

en la última buhardilla de la última ciudad

o en la última cabaña de la última isla

 

Pero ¿cómo no darse cuenta

de que si aquella compartida transparencia es real

entonces podemos acceder a ella

no tanto en lo remoto

como en lo próximo?

 

¿No huyendo

sino ahondando?

 

Ahí estamos

juntos

en el milagro del dos

 



***



Escribimos poemas

porque no sabemos cómo vivir

 

y porque sin embargo lo sabemos

mejor que nadie de los que nunca leen

ni escriben

poemas

 



***



Enamorarse es

una especie de catástrofe natural

 

amar es

un arte




Jorge Riechman. Entreser. (poesía reunida, 1993 -2016) . Ed. Calambur, 2021

 

(Fuente: Voces del extremo)