sábado, 28 de agosto de 2021

Michael O'Loughlin (Irlanda, 1958)

 

 

El latín como lengua extranjera

 

 
Debería sentirme en cierto modo reivindicado, supongo,
al ver nuestras declinaciones calar más hondo
que las espadas de nuestros legionarios —
pero por alguna razón no siento eso.
Somos un grupo diverso aquí, demonios
para beber, viejos personajes senatoriales,
favoritos desechados, poetas sin mecenas, etc.
 
Si les preguntan por qué están aquí puede que invoquen
el deber con el imperio, el celo misionero
o simplemente el espíritu de aventura —
todas mentiras, por supuesto.
Nadie abandona Roma a menos
que deba hacerlo, o no exactamente porque deba
como un soldado ordinario de una legión reclutada.
 
Pero las cosas, de algún modo, conspiran para expulsarlo.
No todos los poetas tienen mecenas, no todo
encaja fácilmente en la vida pública —
ya sabemos cómo es eso.
Una palabra equivocada en el oído equivocado.
Una oportunidad crucial arruinada,
y más vale que lo olvidemos. ¿Quién entiende esas cosas?
 
Algunos dicen que están en el regazo de los dioses, pero en cualquier caso
terminamos aquí en los confines del imperio
machacando nuestra lengua ilustre
en cráneos bárbaros
y puliendo las frases
de los brutos que gobiernan en nombre de Roma.
Como dije, un grupo diverso, refugiados todos de oscuros fracasos.
 
Algunos se casan con muchachas del lugar y se dejan crecer rizos
y barbas rubias de la noche a la mañana. ¡Pobres idiotas!
¿Cómo pueden tomar en serio
esos cuerpos bovinos
esas caras extravagantes que cecean mal aliento?
¿Quién podría escribir poesía para gente así?
Pienso mucho en esas cosas, pero no llego a ninguna conclusión
 
En las heladas noches de invierno sentado en torno al vino
y las olivas, contando historias de días más soleados
chupando viejos chismes
hasta el carozo seco
Catón elabora su teoría favorita;
que Roma un día quedará reducida a polvo
bajo el talón bárbaro, y sólo nuestra preciosa lengua
 
sobrevivirá, una frágil línea de seda arrojada a través de los años,
pero yo no sé. ¿A quién entre estos bárbaros
con su piel de oso le importaría un rábano
Horacio o Virgilio
o cualquiera de nosotros? Lo único que quieren es lo suficiente
para poder regatear con un mercader siciliano,
o trampear al recaudador romano dándole menos de lo debido.
 
Pero tarde a la noche, cuando salgo
a la cellisca y el frío para los que no nací
y siento el abrazo amenazante
de esos bosques inmensos
llenos de bestias sin nombre
y el grandioso cielo boreal sin dios
amenazándome con su vacío y su indiferencia
 
por mí y por todos los que son como yo — entonces, a veces,
pienso que él quizás tenga razón; que
somos los esclavos de la galera
transpirando abajo
llevando a la hermosa princesa
que va sentada en la proa,
a través del mar, hacia su amante desconocido.
....

 Traducción: Gerardo Gambolini)

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