domingo, 29 de agosto de 2021

Melina Alexia Varnavoglou (Buenos Aires, 1992)

 

 

Maria Sybila Merian

 

A Gabriela Mitidieri

 

Tu papá calcaba flores de los libros de botánica

para ilustrar otros por encargo

todo el día la copia de la copia

la única mujer de cuatro hermanos

aprendiste a pintar antes que a leer

pero después que a rezar

escarabajos grabados en cobre

mariposas con acuarelas

y de adolescente devorabas a las orugas

¿quién dijo que las niñas le temen a los insectos?

 

A los 50 dejaste a tu marido y al convento

es más, te declaraste viuda

y partiste junto a la pequeña Dorothea

a la salvaje región de Surinam

-como toda divorciada querías

conocer Nueva York-

 

La Compañía holandesa era poderosa

pero a vos no te dio un peso

tus fines más que religiosos eran científicos

pero no por eso menos espirituales,

decepcionados por el mito del oro

rearmaron la tierra y plantaron todo de cañas de azúcar

vos afinabas la vista calibrando el pincel

el boceto un registro no tan colonial

paciente dibujabas alles,

 alles ganz wunderbar!

 

Como una hormiga bicolor te escabulliste

entre las indias negras y las piel roja

las viste abortar más hijos esclavos

con esa sangre regar los cultivos

y tender hacia el sol los brazos

tu tez blanca bajo el sombrero de paja

adoptó un gesto orgulloso

en paz cantabas cruzando el cañaveral

rumbo a tu choza

 

¿Aun leerías la Biblia? ¿Sería la misma tu fe?

Si ahí estaba la naturaleza toda

abierta como el pecho del mejor creyente

si viendo una tarántula renovar su exoesqueleto

finalmente lo entendiste

“Es esto Dios. Una destrucción”

 

De Holanda te reclamaban insistentes

Ahí seguía Graff, en la puerta del convento

recitando versículos

pero vos ya no eras María

tu Sybilla maravillosa cantó

 

Ni menos estabas sola,

además de Doro te volviste con Jacoba

la india que te mostró el manzano

y besó tu frente hervida

cuando esa peste del Sur te mató

 

Darwin nunca se enteró de tu existencia

aunque casi todo ya lo hubieses visto primero vos

pero ahora miro sin parar tus dibujos

hasta que mis ojos

alcanzan la blandura de la selva

 

 

Melina

 

Cuando muere una con tu mismo nombre

es extraño

no más grave

ni menos ajeno

pero algo detiene la mirada

unos minutos delante del titular.

Pesa más la página al pasarla.

Es como si no lo entendieras.

¿De verdad va a ser así?

¿Una foto, mi nombre, hipótesis al respecto?

¿Más fotos, otros nombres, teorías al respecto?

 

 

consolaciones

 

siempre tengo una mano lánguida y caída

para que alguien baje de su gloria y la bese

Juana Bignozzi

 

La gente pregunta

¿Cómo? ¿A vos? ¿Él a vos? ¿en serio?

y me hacen sentir un error

en la secuencia de lo esperable

un trofeo cayéndose de las manos del ganador

un crimen contra la belleza que yo vengo a representar

y finjo que me consuelan

pero en el fondo no para de molestarme

¿piensan que no puedo ser oscura?

¿que este cuerpo produce más placer qué demonios?

¿que mi amor no es capaz de arruinarlo todo?

Permítanme el derecho al desastre:

Yo no soy hermosa

No soy buena

Ni inteligente

Soy una chica luchando contra su corazón

interponiendo su corazón

al corazón de los hombres

como un escudo vano

pocas veces resulta

dura poco tiempo

y vista desde afuera

es aburrida la batalla.

 

 

Gatas que lloran de noche

 

Viví con las arañas

con ellas aprendí a asesinar

                              Selva Casal

 

Son como bebés

o el sonido de una sirena quedándose sin batería

si viviera en el campo

pensaría que es alguien

que sacrifica a un cerdo.

De cualquier manera, siempre son como cuchillos

y conmigo comparten

el grito celebratorio

de haber sido amadas

todas las noches

a la fuerza.

 

Mi primera idea de la violencia

ha sido ésa

un ser aplastando a otro

por el bien de la especie.

 

Al salir de casa, los mediodías

a veces las encuentro

y es como si nos reconociéramos

ambas tenemos ese signo marcial

la sombra gigante del macho

todavía sujetándonos

 

cuando cae la tarde

las acaricio

y les doy algo de comer

 

hago mal en sosegar sus cuerpos

en darles cariño

en recrear la paz

 

Debería enfurecerlas

sembrar en sus corazones

el odio y la resistencia

deberíamos librar

yo en la cama

ellas en los techos

la misma guerra

y un día finalmente

huir

 

Esa noche la luna

será lo único

sobre nosotras

 

 

 

  En  Por mano propia. Ed. Caleta Olivia.

 

 

 

(Fuente: Agencia Paco Urondo)

 

 

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