martes, 31 de agosto de 2021

Raúl Orlando Artola (Pcia. de Buenos Aires, 1947)

 

EL ECO DEL ESPEJO

.....
Como el preso que barrena
el fondo de su celda
y no halla nada
no hace el túnel no ve luz
se cansa solamente
y ni una mano vieja
encuentra en la tarea.
Como el minero con su pico
que abre paso en roca viva
por metal o piedras o carbones
sin descanso ni agua ni alimento
hasta que baja el sol
y se fatiga.
Como el hombre vencido
por algunas cuestiones con la vida
que rema una chalupa
en el desierto
y no hay brazos que alcancen
para mover esa madera
seca y clavada
en el sueño del agua.
Como el niño que besa el vidrio
del espejo y cree que besa
a un niño que se le parece
demasiado para ser real
y siente que el frío
de tan pulida superficie
es peligroso como el hielo.
Cae y golpea la nuca
en una silla y no hay nadie
y el grito que sale de su boca
no se oye no es un grito
es el espejo que repite
el beso como un eco
de los remos en la arena
como el pico del minero o del preso
que retumba en la nada
de la inmensa soledad.
 
 
 
(Fuente: Daniel Rafalovich)

Wallace Stevens (EEUU, 1879 - 1955)

 

De la miseria de Don Joost





He acabado mi lucha con el sol;
y mi cuerpo, ese viejo animal,
no sabe nada más.
 
Potentes estaciones engendraban, mataban.
Ellas eran los genios
de sus propios finales.
 
Ah, pero el mismo Yo de la tormenta
de esclavos y de sol, de nacimiento y muerte,
ese viejo animal,
 
Percepción y sentidos, la visión
y la voz, cuanto había de tormenta,
no sabe nada más.



en Poesía Reunida, 2018



From the misery of Don Joost
I have finishes my combat with the sun; / And my body, the old animal, Knows nothing more. // The powerful seasons bred and killed, / And were themselves the genii / Of their own ends. // Oh, but the very self of the storm / Of sun and slaves, breeding and death, / The old animal, // The senses and feeling, the very sound / And sight, and all there was of the storm, / Knows nothing more.





(Fuente: Descontexto)


 

Emily Elizabeth Dickinson (Amherst, Estados Unidos, 1830 - 1886)

 

Mi Vida ha mantenido - un Arma Cargada
















(764)

Mi Vida ha mantenido - un Arma Cargada -
En las Esquinas - hasta que un Día
El Dueño pasó - identificado -
Y Me arrastró -

Y ahora Nosotros vagamos en Bosques Soberanos -
Y ahora Nosotros cazamos la Cierva -
Y cada vez que hablo por Él
Las Montañas responden directo -

Y sí yo sonrío, un luz tan cordial
Sobre el resplandor del Valle -
Es como si una cara Vesubiana
Hubiera dejado pasar su placer -

Y cuando a la Noche - Nuestro buen Día hecho -
Guardo la Cabeza de Mi Maestro -
Es mejor que una Almohada Profunda
de Pato Eider - haber compartido -

A sus enemigos - Yo soy enemigo mortal -
Ninguno revuelve la segunda vez -
Sobre quien pongo un Ojo Amarillo -
O un Pulgar Enfático -

Aunque yo más que Él -  quizás viva
Él más  - que yo debe  -
Porque solo tengo el poder de matar
Sin - el poder de morir -


 En: The Poems of Emily Dickinson, Ed. Ralph W. Franklin, Harvard University Press, 1999

Traducción de Noelia Torres

Ref.:
Emily Dickinson Museum
Poetry Foundation
Amherst College
UNAM
Eterna Cadencia
Otra Iglesia Es Imposible

Ilustración: Estampilla en homenaje a Emily Dickinson, emitida en los Estados Unidos c.1971. Esta serie, ofrecida el 21 de abril de 2019 en Stamp Auction Network, tiene la rareza de que el tercer sello fue impreso con insuficiente tinta, de modo que las manos de Dickinson parecen incoloras. No se encontró noticia del autor de la imagen. Se basa en un daguerrotipo de Dickinson de 1846 o 47 (Getty Images)


My Life had stood - a Loaded Gun (764)
 

My Life had stood - a Loaded Gun -
In Corners - till a Day
The Owner passed - identified -
And carried Me away -

And now We roam in Sovreign Woods -
And now We hunt the Doe -
And every time I speak for Him
The Mountains straight reply -

And do I smile, such cordial light
Opon the Valley glow -
It is as a Vesuvian face
Had let it’s pleasure through -

And when at Night - Our good Day done -
I guard My Master’s Head -
’Tis better than the Eider Duck’s
Deep Pillow - to have shared -

To foe of His - I’m deadly foe -
None stir the second time -
On whom I lay a Yellow Eye -
Or an emphatic Thumb -

Though I than He - may longer live
He longer must - than I -
For I have but the power to kill,
Without - the power to die -
 

-- Poetry Foundation
Source: The Poems of Emily Dickinson: Reading Edition ed by Ralph W. Franklin (Harvard University Press, 1999)
 
 
 
(Fuente: Campo de maniobras)

 

Arthur Rimbaud (Charleville, Francia, 1854-Marsella, Francia, 1891)

 

Infancia III



En el bosque hay un pájaro, su canto hace que te detengas y te sonrojes.
Hay un reloj que no marca las horas.
Hay una hondonada con un nido de animales blancos.
Hay una catedral que desciende y un lago que sube.
Hay un carruaje pequeño abandonado en los matorrales, o que baja corriendo por 
     el sendero, adornado con cintas.
Hay una compañía de pequeños comediantes disfrazados, que se perciben en el 
     camino a través de la linde del bosque.
Hay, por fin, cuando uno tiene hambre y sed, alguien que te expulsa.

[1873-1875]
 
 

En: Poésies. Une saison en enfer. Illuminations, Louis Forestier, Gallimard, París, 1973
Versión de Eduardo Conde

Otra Iglesia Es Imposible -  Arthur Rimbaud, le poète - Un Jour un Poème - Buenos Aires Poetry - Letras Libres - La Jornada Semanal - Círculo de Poesía - Encuentros de Lectura - A Media Voz - Letra E, Una temporada en el infierno, traducción Girondo-Molina, edición digital

Ilustración: Dibujo de Isabelle Rimbaud -c.1896- sobre bocetos realizados en los últimos momentos de vida de Arthur Rimbaud. Histoires littéraires n° 57, Enero-febrero-marzo de 2014/Arthur Rimbaud, le poète. Iconographie
 


Au bois il y a un oiseau, son chant vous arrête et vous fait rougir.
H y a une horloge qui ne sonne pas.
Il y a une fondrière avec un nid de bêtes blanches.
H y a une cathédrale qui descend et un lac qui monte.
Il y a une petite voiture abandonnée dans le taillis, ou qui descend le sentier en 
     courant, enrubannée.
Il y a une troupe de petits comédiens en costumes, aperçus sur la route à travers 
     la lisière du bois.
Il y a enfin, quand l'on a faim et soif, quelqu'un qui vous chasse.

 

 

(Fuente: Campo de maniobras)

Robert Rivas ( s/d )

 

 

SER UN TEJÓN 

 

  ¿A quién podría ocurrírsele querer ser un tejón?


  "¡Mis dientes! ¡Tu cuello!"

  (Durante el acoplamiento los machos solemos morderle

     el cuello a la hembra) (Nuestros acoplamientos son muy

     variables, dependen, por supuesto del ánimo de la pare-

     ja: entre 2 y 90 minutos)


  Doy por sobreentendido que ustedes no saben nada acerca

      de nosotros.


  Sólo existimos, según nuestros paleontólogos -no asegura-

mos del todo que sean confiables- desde hace unos 4 millones

de años. No es por darnos importancia, pero somos europeos

originales. 

 Nos gustan las tierras semi áridas, pero también nos adapta-

mos con facilidad a la alta montaña. Nos encantan los pastiza-

les. Es que tenemos unos cuantos enemigos, aparte de las en-

fermedades y el hambre: los humanos, desde que llegaron, nos

cazan con saña. Nos tratan de asesinar los perros, los zorros, 

los búhos reales, los linces, los lobos y hasta las águilas.

 A pesar de ello somos divertidos: vivimos en comunidades,

somos juguetones con nuestros congéneres, se podría decir

que somos bastante sociables.

 Creo que al no ser ustedes tejones, se sentirían extraños en

nuestra casa,obviamente llamada "la tejonera": unos 900 me-

tros de túneles, con 50 compartimientos y 180 entradas. Nos

llevó varios siglos hacerlas: extrajimos unas 70 toneladas de

tierra, sin contar con herramientas ajenas al cuerpo. Conta-

mos para su confort, si alguna vez deciden visitarnos, con 

varias cámaras principales, cada una con una letrina próxima,

(aunque no las llamamos "en suite"), además de diversos tipos

de conductos: los principales, para acceder a las cámaras, los

de ventilación, y, por supuesto, los de escape. También hay li-

teras o cunas, cámaras secundarias, donde los pichones siguen

recibiendo los tan esenciales cuidados maternos.

 Nuestras (permítasenos el término sin ofensas) hembras, per-

manecen con más frecuencia en la casa. Los machos estamos

encargados de la tarea de proveer el alimento, de la vigilancia 

y de otros menesteres que, hay que decirlo, no siempre son aje-

nos a la violencia. Para todo eso debemos exponernos saliendo 

de la tejonera. Sin pretender ostentación alguna, decimos que 

nuestras hembras, que viven un promedio de 15 años, son un 

tanto más afortunadas que nosotros: solemos vivir solamente

un tercio de ese tiempo.

 Por extraño que resulte, a veces se habla de nosotros en los

así llamados textos literarios. Un vecino de Gales nos ha de-

dicado un espacio central en un libro llamado "La tejonera".

Se llama, creo, Cynan Jones, o algo por el estilo. (No entende-

mos muy bien los nombres que suelen usar para hablar de sí

mismos: no están relacionados con ninguna característica fí-

sica ni del tipo de conducta del sujeto en cuestión.)

 Un poeta menor nos ha mencionado recientemente en un así

llamado "poema" suyo, diciendo "¿Quién querría seguir las hue-

llas de un tejón?" Se refería a un verso de otro escritor, como

suele suceder en los escritos humanos, así que no creemos que

muchos lo hayan entendido. Para nosotros, en cambio, esa bús-

queda es muy frecuente y condiciona hasta el menor de nues-

tros paseos. 

 Un poeta bastante más importante entre los humanos, escribió

todo un poema referido a nosotros, llamado "El tejón". En el

mismo alaba nuestro coraje, después de haber presenciado

la lucha feroz que opusimos al intento de asesinato por parte

de hombres y perros. Se llamaba John Clare, y era un agricul-

tor que no necesitó ir mucho a la escuela para ver con sus pro-

pios ojos cómo se desarrollaban los hechos. Por supuesto que

murió en un manicomio. ¿A quién se le ocurre hablar así de

la vida de los salvajes tejones? Nos aferramos a nuestras cos-

tumbres y tradiciones. Somos lo que nos tocó ser y ni con ni

sin orgullo, seguimos en la lucha desde hace millones de años.

No sabemos quién podría querer ser un tejón. Y esperamos 

que si alguien tuviese ese deseo, nos visite con una mente

abierta y que no por ello les toque el destino del pobre John.

 

 

(Fuente: Idiomas olvidados)



 

Juan Ramón Molina (Comayagüela, Honduras, 1875 — San Salvador, El Salvador, 1908)

 


 

 

Salutación a los poetas brasileros

 

Con una gran fanfarria de roncos olifantes,
con versos que imitasen un trote de elefantes
en una vasta selva de la India ecuatorial,
quisiera saludaros —hermanos en el duelo—
en las exploraciones por la tierra y el cielo,
en el martirologio de los circos del mal.

Mi Pegaso conoce los azules espacios.
Su cola es un cometa, sus ojos son topacios,
el rubio Apolo y Marte cabalgarían en él;
¡relinchará en los céspedes de vuestro bosque umbrío,
se abrevará en las aguas de vuestro sacro río,
y dormirá a la sombra de vuestro gran laurel!

Venir pude en la concha de Venus Citerea,
sobre el áspero lomo del león de Nemea,
en el ave de Júpiter o en un fiero dragón;
en la camella blanca de una reina de Oriente,
en el cuerpo ondulante de una alada serpiente,
a bordo de la lírica galera de Jasón.

O en la fornida espalda de un genio misterioso,
o envuelto en la vorágine de un viento proceloso,
o de una negra nube en el glacial capuz;
en la marea argentina de una luna de mayo,
asido del relámpago flamígero de un rayo,
o con los duendes gárrulos que juegan en la luz.

Mas en Pegaso vine desde remotos climas,
—señor, príncipe, rey o emperador de rimas—
sobre el confuso trueno del piélago febril.
¡Salve al coro de Afiones de estas tierras fragantes!
¡A todos los Orfeos del país de los diamantes!
¡A todos los que pulsan su lira en el Brasil!

Tal digo, hermanos míos en la prosapia ibérica.
Saludemos la gloria futura de la América,
que todas las espigas se junten en un haz.
Unamos nuestras liras y nuestros corazones,
que ha llegado el crepúsculo de las anunciaciones,
para que baje el ángel de la celeste paz!

Augurio de ese día se ve en el horizonte.
Hoy tres aves volaron desde un florido monte;
yo las miré perderse en el naciente albor;
un cóndor —que es el símbolo de la fuerza bravía—,
un búho —que es el símbolo de la sabiduría—
y una paloma cándida —símbolo del amor—.

Dijo el cóndor, gritando: la unión da la victoria,
el búho, en un silbido: el saber da la gloria,
la paloma, en su arrullo: el amor da la fe.
Yo —que escruto el enigma de nuestro gran destino—
ante el casual augurio del cielo matutino,
siguiendo los tres pájaros en éxtasis quedé.

Pero Pegaso aguarda. Sobre su fuerte lomo
gallardamente salto en un instante, como
el Cid sobre Babieca. Me voy hacia el azur.
¿Acaso os interesa mi suerte misteriosa?
¡Buscadme en mi magnífico palacio de la Osa,
o en mi torre de oro, junto a la Cruz del Sur!

 

Madre Melancolía

 A tus exangües pechos, Madre Melancolía,
ha de vivir pegado, con secreta amargura,
porque absorbí los éteres de la filosofía
y todos los venenos de la literatura.

 En vano —fatigada de sed el alma mía—
sueña con una Arcadia de sombra y de verdura,
y con ello el don sencillo de un odre de agua fría
y un racimo de dátiles y un pan sin lavadura.

 Todo el dolor antiguo y todo el dolor nuevo
mezclado sutilmente en mi espíritu llevo
con el extracto de una fatal sabiduría.

 Conozco ya las almas, las cosas y los seres,
he recorrido mucho las playas y los Citeres…
¡Soy tu hijo predilecto, Madre Melancolía!

 

Pesca de sirenas

Péscame una sirena, pescador sin fortuna,
que yaces pensativo del mar junto a la orilla.
Propicio es el momento porque la vieja luna
como un mágico espejo entre las olas brilla.

Han de venir hasta esta rivera una tras una,
mostrando a flor de agua su seno sin mancilla.
Y cantarán en coro, no lejos de la duna,
su canto, que a los pobres marinos maravilla.

Penetra al mar entonces y escoge la más bella,
con tu red envolviéndola. No escuches su querella
que es como el canto aleve de la mujer. El sol

la mirará mañana —entre mis brazos loca—
morir —bajo el martirio divino de mi boca—
moviendo entre mis piernas su cola tornasol.

 

Una muerta (fragmento)

Señor: Tú la llamaste
      y ella voló a tu lado,
dejándome en la tierra.
      ¿Mi espíritu has mirado?

No es jardín —florecido
      de azules ilusiones—
sino que inmunda cueva
      de arañas, escorpiones

y víboras. Un pozo
      de horror y de amargura,
donde está con cadenas
      la trágica locura.

La copa de mi vida,
      donde escanciaba mieles,
llena está hasta los bordes
      de ponzoñosas hieles,

álgidas como aquella
      bebida ignominiosa
que recoció tu lengua
      en la cruz afrentosa.

No bañaron mis lágrimas
      sus gélidos despojos,
porque cegó la angustia
      los cauces de mis ojos;

pero —como una vena
      por la cuchilla rota—
mi corazón sangraba
      sin tregua, gota a gota,

cual tu divina frente
      en el pavor del huerto,
sobre los restos fríos
      de todo un mundo muerto.

Mas aquel dolor hondo,
      siniestramente mudo,
estranguló mi cuello
      con serpentino nudo;

dejó en mi faz adusta
      su corrosiva huella;
amontonó una noche
      glacial sobre mi estrella;

azuzó mis pasiones
      más terribles e insanas
y pobló mi cabeza
      de prematuras canas.

Tú —que de todo miras
      el anverso y reverso—
que regulas la máquina
      que mueve el universo,

que sabes, omnisciente
      y enorme taumaturgo,
por qué el dragón se arrastra,
      por qué vuela el simurgo,

por qué el sonido ondula,
      por qué la chispa quema,
por qué el retoño nace,
      por qué fulge la gema,

por qué se hermanan
      siempre en un igual destino
la leche con el llanto
      y el agua con el vino,

dime: si fue en la tierra
      también tu preferida,
¿por qué la flor segaste
      de su apacible vida,

dejando que un enjambre
      de lívidos gusanos
hirviera en sus mejillas,
      sus senos y sus manos?



 

Nota introductoria y selección de Philippe Ollé-Laprune.


En 1906 varios poetas viajan juntos en barco para dirigirse a Río de Janeiro; trabajan como diplomáticos y se dirigen a un congreso. Rubén Darío, de Nicaragua, coincide con Juan Ramón Molina, de Honduras. Pese a la diferencia de edad (el primero nació en 1867 y el segundo en 1875), ya están unidos por una fuerte amistad que nace durante su primer encuentro en Guatemala, en 1890. Darío ha causado una fuerte impresión en el más joven y ha influenciado sus lecturas. Se lanza un desafío y cada uno debe escribir un poema destinado a ser leído en público a su llegada. Molina lee su “Saludo a los poetas brasileños” y Darío rompe el suyo y abraza con respeto a su “poeta gemelo”… La prosperidad, por desgracia, no ha tenido el mismo respeto por este poeta de Honduras.

Molina fue publicado solo después de su muerte, gracias a los esfuerzos de su amigo Froylán Turcios, y gozó del reconocimiento de ciertos grandes nombres como el del guatemalteco Miguel Ángel Asturias o el mexicano Enrique González Martínez, pero ha sido claramente un olvidado de la historia. Varios factores explican esto. Para empezar, es originario del país con menos exposición de su región y, aunque aún es considerado como poeta nacional, su presencia fuera de Honduras es muy débil. Además, está la inevitable comparación con Darío: el renombre mundial del nicaragüense relega al “hondureño maldito” al margen. Molina tiene también una leyenda negra: suicidado a los 33 años, devorado por el alcohol y la morfina. Vivió de su pluma, trabajó para varios periódicos y su obra literaria circuló confidencialmente. Poeta en lo esencial, también dejó una obra notable en el terreno del cuento.

Como autor modernista, vive la poesía de manera intensa y logra, incluso, decir frases que no se han querido oír a su alrededor: “La tristeza del libro, la melancolía de las enormes lecturas”. Para él existe profundamente “un dolor de pensar”. Vivir y pensar es sufrir. Hace de todo para atenuar estos sufrimientos, recurre al alcohol y a las drogas hasta poner fin a sus días en una cantina. Habrá conocido, para entonces, el exilio, la prisión y, sobre todo, el olvido durante su corta vida.

—Philippe Ollé-Laprune
Traducción de Camilo Rodríguez
 
 
 
(Fuente: Periódico de poesía. UNAM.mx)

Henri Michaux (Bélgica, 1899 - París, 1984)

 

 

MORIR ES DESPLEGARSE HASTA EL PLIEGUE VEINTIDÓS

 

 

El niño, el niño del jefe, el niño del enfermo, el niño del labrador, el niño del Mago, el niño, nace con veintidós pliegues. Hay que desplegarlos. La vida del hombre está entonces completa. Muere bajo esa forma. Ya no le queda ningún pliegue por deshacer.
 
Rara vez hay un hombre que muera con algunos pliegues por deshacer. Pero a veces ha ocurrido. Paralelamente a esa operación el hombre forma un núcleo. Las razas inferiores, como la blanca, ven mejor el núcleo que el despliegue. El mago ve más bien el despliegue. Sólo el despliegue es importante. El resto no es más que epifenómeno.
 
 
 
HENRI MICHAUX: En otros lugares. Alianza Editorial, Madrid, 1983. “En el país de la magia”, página 117
 
 
(Fuente: Armando Almánzar Botello)

ts hidalgo

 

 

Severas

 

 

 

Restricciones presupuestarias

dijo el electrocardiograma,

y pacientes sobre blanco roto pared fondo:

enfermos graves,

cuando no de levedad,

o también terminales;

enfermos, dijo,

enfermos, todos,

en un pasillo:

también han de ir al cielo,

como los angelitos negros;

hay otro pasillo,

y otro

(y otro, otro, otro,

otro, otro, otro,

otro, otro, otro…);

de todos modos,

nadie se ha postulado para suicida;

severas

restricciones presupuestarias,

y yo consigo un espónsor:

alguien que me habla al oído

sobre el nuevo proyecto de móvil

que elimina la obsolescencia programada

(en parte);

severas

restricciones presupuestarias,

en El Dorado de eficiencias

y sinergias

por descubrir:

un sistema, en definitiva,

prostituido

(drogas a cambio de cariño):

para qué por tanto recurrir al Ager Publicus:

siempre podemos confiar

en que sean nuestros propios millonarios

quienes se hagan cargo del asunto.

 

 

 


En  Contruction time again

 

Huerga y Fierro editores

 

(Fuente: Papeles de Pablo Müller)



 

Jorge Teillier (Chile, 1935 - 1996)

 

Sin señal de vida

 

¿Para qué dar señales de vida?
Apenas podría enviarte con el mozo
un mensaje en una servilleta.
 
Aunque no estés aquí.
Aunque estés a años sombra de distancia
te amo de repente
a las tres de la tarde,
la hora en que los locos
sueñan con ser espantapájaros vestidos de marineros
espantando nubes en los trigales.
 
No sé si recordarte
es un acto de desesperación o elegancia
en un mundo donde al fin
el único sacramento ha llegado a ser el suicidio.
 
Tal vez habría que cambiar la palanca del cruce
para que se descarrilen los trenes.
Hacer el amor
en el único Hotel del pueblo
para oír rechinar los molinos de agua
e interrumpir la siesta del teniente de carabineros
y del oficial del Registro Civil.
 
Si caigo preso por ebriedad o toque de queda
hazme señas de sol con tu espejo de mano
frente al cual te empolvas
como mis compañeras de tiempo de Liceo.
 
Y no te entretengas
en enseñarle palabras feas a los choroyes.
Enséñales sólo a decir Papá o Centro de Madres.
Acuérdate que estamos en un tiempo donde se habla en voz baja,
y sorber la sopa un día de Banquete de Gala
significa soñar en voz alta.
 
Qué hermoso es el tiempo de la austeridad.
Las esposas cantan felices
mientras zurcen el terno
único del marido cesante.
 
Ya nunca más correrá sangre por las calles.
Los roedores están comiendo nuestro queso
en nombre de un futuro
donde todas las cacerolas
estarán rebosantes de sopa,
y los camiones vacilarán bajo el peso del alba.
 
Aprende a portarte bien
en un país donde la delación será una virtud.
Aprende a viajar en globo
y lanza por la borda todo tu lastre:
Los discos de Joan Baez, Bob Dylan, los Quilapayún,
aprende de memoria los Quincheros y el 7º de Línea.
Olvida las enseñanzas del Nido de Chocolate, Gurdjieff o el Grupo Arica,
quema la autobiografía de Trotsky o la de Freud
o los 20 Poemas de Amor en edición firmada y numerada por el autor.
 
Acuérdate que no me gustan las artesanías
ni dormir en una carpa en la playa.
Y nunca te hubiese querido más
que a los suplementos deportivos de los lunes.
 
Y no sigas pensando en los atardeceres en los bosques.
En mi provincia prohibieron hasta el paso de los gitanos.
 
Y ahora
voy a pedir otro jarrito de chicha con naranja
y tú
mejor enciérrate en un convento.
 
Estoy leyendo El Grito de Guerra del Ejército de Salvación.
Dicen que la sífilis de nuevo será incurable
y que nuestros hijos pueden soñar en ser economistas o dictadores.
 
 
............................................................................................
- Sin señal de vida (poema escrito durante la dictadura de Pinochet. Editado en 1985)

 

(Fuente: Daniel Rafalovich)

Jelena Lengold (Krusevac, Serbia, 1953)

 


                                       



                                         PASIÓN


 Me confesó que por la noche encierra al gato en el ascensor.

 Sus gritos, enloquecidos, frenéticos

  martillazos en la pared, y la mayor parte de su salvaje maullar

  le recuerdan, me dijo, de mí.

  Durante cada larga noche su dulce pequeña rubia esposa

  yace dormida a su lado.

  Él escucha: el gato en el ascensor, ya fuera de sí,

  cabeceando el vidrio con su frente,

  una bestia salvaje arrancándose la carne con las garras,

  la jungla gritando a lo largo de su erizada columna,

  embistiendo la pared, la golpea con los huesos de sus pe-

         queñas zarpas.

 Y justo cuando el gato suelta su último punzante gemido,

  en la oscuridad, secretamente, él tiembla bajo el edredón.

  Temprano por la mañana, antes de que se levante nadie,

  mi amor me arrastra por mi cola muerta

  y me arroja en la pila de la basura.

 

 


  Versión del serbio al inglés: Richard Burns.

  Traducción del inglés, Robert Rivas.


 


 



Wendy Mulford (Ed.). Love Poems by Women. An an-

thology of poetry from around the world and through the

ages. Fawcett Columbine, 1990.

 

 

(Fuente: Idiomas olvidados)

 

Margaret Walker (Birmingham, Alabama, 1915-Chicago, 1998).

 

 

DESDE 1619 *

 

¿Cuántos años he pasado cantando spirituals desde 1619?
¿Cuánto tiempo he pasado glorificando a Dios y gritando aleluyas?
¿Cuánto tiempo he pasado odiada y odiando?
¿Cuánto tiempo he pasado viviendo en un infierno en espera del cielo?
 
¿Cuándo veré a mi hermano llevando otro color en la cara?
¿Cuándo estaré lista para morir en una pelea limpia?
¿Cuándo tendré conciencia de la imperiosa lucha en la que actuar o morir?
¿Cuándo caerán estas costras de mis ojos?
 
¿Qué diré cuando desciendan los días de cólera,
Cuando los dioses del dinero se lleven toda mi vida,
Cuando suene el toque de difuntos
Y la paz sea una bandera extendida de sangre y mugre?
 
¿Cuándo comprenderé a los embaucados y a los tramposos,
sus sueldos de hambre y sus altaneras concesiones a mi orgullo?
¿Cuándo abriré de golpe mi perrera, furiosa perra callejera,
flaca y hambrienta y cansada de mis huesos descarnados y mis años?
 
 
____________________
* Fecha en que llegó a Estados Unidos, en un barco holandés, el primer esclavo negro.
en “This is My Century: New and Collected Poems”, University of Georgia Press, Georgia, 1988. Versión de Jonio González. 
 
 
 

SINCE 1619

 

How many years since 1619 have I been singing Spirituals?
How long have I been praising God and shouting hallelujahs?
How long have I been hated and hating?
How long have I been living in hell for heaven?
 
When will I see my brother?s face wearing another color?
When will I be ready to die in a honest fight?
When will I be conscious of the struggle ? nor to do or die?
When will these scales fall away from my eyes?
 
What will I say when days of wrath descend
When the money-gods take all my life away;
When the death knell sounds
And peace is a flag of far-flung blood and filth?
 
When will I understand the cheated and the cheaters;
Their paltry pittances and cold concessions to my pride?
When will I burst from my kennel an angry mongrel,
Lean and hungry and tired of my dry bones and years?
 
 
 
 
(Fuente: Jonio González)

 

Ana Blandiana (Timișoara, Rumania,1942)

 

la balada de las aduanas











No temas –me dijiste–
El dios del color de las hojas viejas
Se mostrará en la aduana del ocaso,
Tiene
Un pico de pájaro cantor,
Gemidos encerrados en el oído
Y el ojo abierto como los muertos.
Le acompañan los cervatillos
Y los ciervos
Que avanzan en parejas como reyes
Coronados con anillos mustios de hierbas –
Él te llevará hasta la aduana del norte.

Allí te esperará
Un dios anciano –

De su órbita derecha
Fluyen las nubes,

De su órbita izquierda–
Nace el ocaso,
Está acurrucado y es calvo
Tiene un rictus alelado,
Incuba huevos de serpiente en las axilas,
En los hombros le crecen plumas de cuervos
En los codos alas de pez,
Grazna con aspereza de vez en cuando,
Su voz te acompañará
Hasta la aduana de levante.

Desde donde
Debe guiarte un niño
Que se esconde.
Es un dios, pero no quiere reconocerlo,
Se transforma a veces en alondra,
O en rana,
Le cuelgan barbas de diente de león,
Alas de mariposa,
Cuernos de las ramas,
Jorobas de las caracolas.
Le puedes reconocer
Sólo
Por la fila amarga
De grullas
Que le siguen
Tras el rayo débil
Tres veces
Enredado sobre él,
Tras el temblor apresurado
De la hoja de morera.
Déjate perseguir – me susurraste–
Hasta la aduana del sur.

Pero no despiertes – me gritaste–
Allí te espera la dueña
Del reino entero.
Pasará su mano sobre tus ojos,
No tengas miedo,
Piensa
Que ella es el hada
Con voz aguda de pavo real,
Con olor a fresas,
Con faldas de hojas de mandrágora
Y labios verdes,
Con el pelo de agua delirante
Fluyendo hacia el mar;
Las aves pasan por su cuerpo,
Los peces por los cabellos –
¡No la despiertes!
Los lagartos mudan sus pieles ebrias,
El sol está ciego en su palma
Y crea el día
Sólo la luna de hiel
Gotea desde lo alto
Sobre nosotros…
Si tienes fuerza
Para soñar que duermes – dijiste –
Puedes regresar
Por la aduana del ocaso.

***

Versión de Viorica Patea y Natalia Carbajosa
República de las Letras

/
 

Balada vămilor


Să nu te sperii –mi-ai spus –
Zeul de culoarea frunzelor vechi
Apare la vama de apus,
Are
Plisc de pasăre cântătoare,
Gemete închise-n auz
Şi ochiul deschis ca de mort.
E însoţit de căprioare
Şi cerbi
Înaintând regeşte-n perechi
Cununate cu inele veştede de ierbi –
El te va duce până la vama de nord.

Acolo te-aşteaptă
Zeul bătrân –

Din orbita lui dreaptă
Norii se scurg,

Din orbita lui stângă–
Se face amurg,
E chircit şi e spân,
Are gura nătângă,
Cloceşte ouă de şerpi la subţiori,
Pe umeri îi cresc pene de ciori,
La coate aripi de peşte,
El croncăne rar, răguşit –
Glasul lui te-nsoţeşte
Până la vama de răsărit.

De unde
Trebuie să te conducă un copil
Care se-ascunde.
E zeu, dar nu vrea să recunoască,
Se face când ciocârlie,
Când broască,
Îi atârnă bărbi de păpădie,
Aripi flutureşti,
Coarne de crengi,
Cocoaşe de melci.
Poţi să-l ghiceşti
Doar
După şirul amar
De cocori
Care-l urmează,
După firava rază
Încârceiată deasupra lui
De trei ori,
După tremurul frunzei de dud,
Mai pripit.
Lasă-te hăituit -mi-ai şoptit –
Până la vama de sud.

Dar nu te trezi -mi-ai strigat –
Acolo te-aşteaptă stăpâna
Întregului regat.
Îţi va trece peste ochi mâna,
Să nu-ţi fie frică,
Să crezi –
Ea este zâna
Cu glas ascuţit de păun,
Cu miros de căpşună,
Cu fustele din foi de mătrăgună,
Cu buzele verzi,
Cu părul de apă aiuritoare
Spre mare;
Păsările îi trec prin corp,
Peştii prin plete –
Nu te trezi! –
Şopârlele-şi leapădă pieile bete,
Soarele stă în palma ei orb
Şi nu face zi
Numai luna de fiere
Picură de sus
Peste noi …
Dacă ai putere
Să visezi că adormi -mi-ai mai spus –
Poţi să te întorci înapoi
Prin vama de-apus.
 
 
 
(Fuente: La comparecencia infinita)

 

constantino mpolás andreadis ( s/d )

 

 

POEMAS PARA SER LEÍDOS EN LOS OTROS - 2


A MACEDONIO FERNÁNDEZ


el poema es una lengua que habla en lenguas:

cada palabra es una camisa de fuerza:

el poema no tiene lengua sino lenguas

y esa lengua que no tiene es la lengua del

    poema:


escribirlo es saltearlo:

encerrado en su sobretodo

macedonio

se ríe de todo:


muerto

cree en la inmortalidad:

como los cangrejos y las uvas


macedonio es natural como la muerte:

si no fuera porque el poema es un acto 

    contra natura

macedonio el inmortal no estaría tan 

    muerto como no está:


el que escribe este poema no es macedonio

¿el que escribe este poema no es macedonio?

macedonio es la lengua de este poema

la lengua que macedonio acaba de inventar:


si escribir un poema es traducirlo a su lengua

es porque el poema es intraducible

y su escritura es imposible porque es posible

y si es posible es porque el poema es

    imposible:


el poema es la distancia que separa un 

    poema de otro

y esa distancia es la lengua del lector

y el lector para leerlo lo saltea


y leerlo es leerlo a la luz de la risa de

    macedonio:

el sobretodo y el echarpe de macedonio 

    son la libertad del poema:

si no fuera porque macedonio es macedonio 

    el poema no sería tan inmortal como

    tampoco es

 

 

(Fuente: Literatura Constantino blog)


 

César Moro (Perú, 1903 - 1956)

 

 

Viernes en la noche con el humo fabuloso de tu cabellera






A
pareces
la vida es cierta
el olor de la lluvia es cierto
la lluvia te hace nacer
y golpear a mi puerta
oh árbol
y la ciudad el mar que navegaste
y la noche se abren a tu paso
y el corazón vuelve de lejos a asomarse
hasta llegar a tu frente
y verte como la magia resplandeciente
montaña de oro o de nieve
con el humo fabuloso de tu cabellera
con las bestias nocturnas en los ojos
y tu cuerpo de rescoldo
con la noche que riegas a pedazos
con los bloques de noche que caen de tus manos
con el silencio que prende a tu llegada
con el trastorno y el oleaje
con el vaivén de las casas
y el oscilar de luces y la sombra más dura
y tus palabras de avenida fluvial
tan pronto llegas y te fuiste
y quieres poner a flote mi vida
y sólo preparas mi muerte
y la muerte de esperar
y el morir de verte lejos
y los silencios y el esperar el tiempo
para vivir cuando llegas
y me rodeas de sombra
y me haces luminoso
y me sumerges en el mar fosforescente donde acaece tu estar
y donde sólo dialogamos tú y mi noción oscura y pavorosa de tu ser
estrella desprendiéndose en el Apocalipsis
entre bramidos de tigres y lágrimas
de gozo y gemir eterno y eterno
solazarse en el aire rarificado
en que quiero aprisionarte
y rodar por la pendiente de tu cuerpo
hasta tus pies centelleantes
hasta tus pies de constelaciones gemelas
en la noche terrestre
que te sigue encadenada y muda
enredadera de tu sangre
sosteniendo la flor de tu cabeza de cristal moreno
acuario encerrando planetas y caudas
y la potencia que hace que el mundo siga en pie y guarde el equilibrio
            de los mares
y tu cerebro de materia luminosa
y mi adhesión sin fin y el amor que nace sin cesar
y te envuelve
y que tus pies transitan
abriendo huellas indelebles
donde puede leerse la historia del mundo
y el porvenir del universo
y ese ligarse luminoso de mi vida
a tu existencia.




            
en La tortuga ecuestre, 1938, 1939




(Fuente: Descontexto)

Emily Dickinson (EEUU, 1830 - 1886)

 

 

133

El agua se aprende por la sed.

La Tierra —por los Océanos atravesados.

El Éxtasis —por la agonía—

La Paz —la cuentan las batallas—

El Amor, por el Hueco de la Memoria.

Los Pájaros, por la Nieve.

Emily Dickinson, int3

Extracto del Herbarium de Emily Dickinson ca. 1830 – 1889 / Harvard University’s Houghton Library

 

156

Me quieres—estás segura—

No temo equivocarme

No me despertaré engañada

Una complaciente mañana

y descubriré que el Sol se ha ido

¡que los Campos—están desolados

y que mi Amor—se ha marchado!

 

No debo inquietarme—estás segura.

Nunca llegará la noche

En la que, asustada, corra a tu casa

Y encuentre las ventanas oscuras

Y mi Amor se haya ido—dime

¿Nunca llegará?

 

Claro que estás segura—sabes

Que lo soportaré mejor ahora

Si me lo dices así

Que si—cuando la Herida

haya sanado

¡Me hieres—otra vez!

Emily Dickinson, int2

Extracto del Herbarium de Emily Dickinson ca. 1830 – 1889 / Harvard University’s Houghton Library

 

 

84

Su pecho es propicio para perlas,

Pero yo no soy un Buceador—

Su frente es propicia para tronos

Pero yo no tengo penacho.

Su corazón es propicio para un hogar—

Yo—un Gorrión—construyo ahí—

Con la dulzura de las ramas

Mi perenne nido.

Emily Dickinson, int1

Extracto del Herbarium de Emily Dickinson ca. 1830 – 1889 / Harvard University’s Houghton Library

 

 

292

Si el Valor te abandona—

Vive por encima de Él—

A veces se apoya en la Tumba,

Si teme desviarse—

 

Es una postura segura—

Nunca se equivocó

En esos brazos de Bronce—

Ni el Mejor de los Gigantes—

 

Si tu Alma tiembla—

Abre la puerta de la Carne—

La Cobarde necesita Oxígeno—

Nada más—

Extracto del Herbarium de Emily Dickinson ca. 1830 – 1889 / Harvard University’s Houghton Library

 

 

¡Yo, cambiar! ¡Yo, transformarme!

 

¡Yo, cambiar! ¡Yo, transformarme!

¡Pues lo haré, cuando en la Colina Eterna

Crezca una Púrpura más Pequeña –

Al atardecer, o un brillo inferior

Vacile en la Cordillera –

En el mejor cierre del Día!

 

 

No es que el morir nos duela tanto –

 

No es que el morir nos duela tanto –

Es el vivir – lo que nos duele más –

Pero el Morir – es un camino distinto –

Una variedad detrás de la Puerta –

La Costumbre Sureña  – del Pájaro –

Que antes de que lleguen las heladas –

Acepta una Latitud mejor –

Nosotras – somos los Pájaros – que se quedan.

 

Las Ateridas en torno a las puertas del Campesino –

Por cuya miga reacia –

Pactamos – hasta que las Nieves compasivas

Persuadan a nuestras plumas a  Casa


 

(Fuente: Gatopardo)

Marina Tsvetáieva (Rusia, 1892 - 1941)

 

 

A Ajmatova

 
¡Oh musa del llanto, la más bella de las musas!
Oh loca criatura del infierno y de la noche blanca.
Tú envías sobre Rusia tus sombrías tormentas
Y tu puro lamento nos traspasa como flecha.
 
Nos empujamos y un sordo ah
De mil bocas te jura fidelidad, Anna
Ajmátova. Tu nombre, hondo suspiro,
Cae en es hondo abismo que carece de nombre.
 
Pisar la tierra misma que tú pisas, bajo tu mismo cielo;
Llevamos una corona.
Y aquél a que a muerte hieres a tu paso
Yace inmortal en su lecho de muerte.
 
Sobre esta ciudad que canta brillan cúpulas,
Y el vagabundo ciego canta loas al Señor…
Y yo, yo te ofrezco mi ciudad con sus campanas,
Ajmátova, y con ella te doy mi corazón.
 
 
 
(Fuente: La parada poética)
 

María Carvajal (Mérida, Badajoz, España, 1977)

 

NADA TENGO




Nada tengo.

Ni las palabras,

ni el ruido de la ciudad,

ni una llamada del INEM.

No tengo esperanza, ni plaza de garaje,

ni las Perseidas, tampoco el invierno.

Me faltan años, me faltan estudios,

me faltan poemas.

No tengo memoria, no tengo tiempo,

no tengo voz ni voto.

No tengo ingresos, no tengo sueño,

no tengo plato de ducha, ni cartas en el buzón.

Ni discos de vinilo, ni religión,

ni hipoteca, ni juanetes.

No tengo blog, ni menú del día,

ni pasaporte, tampoco vergüenza.

Me faltan viajes, me faltan libros,

me faltan horas.

No tengo nada, entonces, no tengo miedo.

No tengo excusa.

-


 En: Voces del Extremo, poesía y empatía. Ed. Amargord, 2021

 

Boris Vian, (Francia, 1920 - 1959)

 

 

HABÍA UNA LÁMPARA DE COBRE...

 

Había una lámpara de cobre
Que ardía desde hacía años
Había un espejo encantado
Y allí se veía el rostro
El rostro que tendríamos
En el lecho dorado de la muerte
Había un libro de cuero azul
Donde cabían el cielo y la tierra
El agua, el fuego, los trece misterios
Un reloj de arena hilaba el tiempo
Con su aguja de polvo
Había una pesada cerradura
Que enganchaba su dura mordedura
En la puerta de roble macizo
Cerrando la torre por siempre jamás
Sobre la habitación redonda, la mesa
La bóveda de cal, la ventana
De vidrios emplomados
Y las ratas trepaban por la hiedra
Alrededor de la torre de piedra
Donde el sol ya no salía
Era de verdad terriblemente romántico.
 
 
__________________
en "Poesía completa", Renacimiento, Sevilla, 2014. Trad. de Juan Antonio Tello. 
 
 
(Fuente: Jonio González)