jueves, 29 de julio de 2021

Javier Arnaiz (España)

 

 

Erandio

 

 

«Caminito de Erandio carbón y pena madre…»

Imanol Larzabal

 

 

La fábrica respira.

El ventanal insiste en ver la fábrica,

mirar como respira y observar

el pesado aroma de la ría.

Su neblina retrata

una especie de lienzo de van Gogh

en que traza hornos de su ribera izquierda,

al humito amarillo que vuela

calcinando nylon

y ropita colgada,

la estela que abandona el gasolino

y al viejo marinero que pilota

su travesía eterna:

“caminito de Erandio”

hasta el Alto Horno en Baracaldo.

Madrugadas de invierno,

decenas de paraguas goteantes

sostenidos por brazos proletarios

bajo aguadutxus o aguaceros

en el cajón del bote

que atraviesa la ría. Día a día.

 

 

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No tuvimos lugar para quejarnos.

Muy atrás desterramos

tardes grises de cara al sol

brazo en alto y saludo a las banderas.

Tristes mañanas de rosarios

y domingos en misa de nueve.

A todos nos tocó ser,

estar en todo. En todo.

Bomberos y pirómanos,

luchadores modélicos,

pacientes agresivos.

Fuimos punta de lanza

con carreras de miedo

ante la guardia gris.

Militantes. Sin serlo.

Organizamos células y abrigos,

buscamos conocimientos,

leímos a Karl Marx

con Marta desde Chile

y algunas emociones

que aprendimos de antiguos militantes.

Vinieron clandestinos

desde exilios y cárceles,

donaron sus historias,

su sensibilidad,

su luz de Libertad.

Nunca los volvimos a ver

 

 

 


En  Abrazo partido

 

               Amargord Ediciones

 

              (Fuente: Papeles de Pablo Müller)

 

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