sábado, 31 de julio de 2021

Eduardo LLanos Melussa (Chile, 1956)

 


CUADRO URBANO

 

Un mendigo yace en la vereda,
aquí en pleno centro de Santiago,
y dormirá esta noche a la intemperie,
dormirá todas las noches de este invierno apenas abrigado
por periódicos, y nosotros pasaremos a su lado cien veces
como el viento que arrasa
su lecho de papeles,
como un escalofrío más
en su cuerpo amoratado.
 
 

 

ACLARACIÓN PRELIMINAR

 

Si ser poeta significa poner cara
de ensueño,perpetrar recitales
a vista y paciencia del público indefenso, infligirle poemas
al crepúsculo y a los ojos
de una amigade quien deseamos
no precisamente sus ojos;
si ser poeta significa allegarse
a mecenas de conducta
sexual dudosa, tomar té con galletas junto a señoras relativamente deseables todavía y pontificar
ante ellas sobre el amor
y la paz sin sentir ni el amor
ni la paz en la caverna del pecho;
si ser poeta significa arrogarse
una misión superior,
mendigar elogios a críticos
que en el fondo se aborrece,
coludirse con los jurados
en cada concurso, suplicar
la inclusión en revistas
y antologías del momento,
entonces, entonces,
no quisiera ser poeta.
Pero si ser poeta significa sudar
y defecar como todos los mortales,
contradecirse y remorderse, debatirse entre el cielo y la tierra, escuchar no tanto a los demás poetas como a los transeúntes anónimos,no tanto a los lingüistas
cuanto a los analfabetos
de precioso corazón;
si ser poeta obliga a enterarse
de que un Juan violó a su madre
y a su propio hijo y que luego lloró terriblemente sobre el Evangelio
de San Juan, su remoto tocayo,
entonces, bueno, podría ser poeta
y agregar algún suspiro
a esta neblina.
 
 
 

A LOS COMPAÑEROS DE UNA GENERACIÓN PRESUNTA

 

Colegas, cohabitantes de la misma caleta, malabaristas
del mismo circo pobre
en que hoy yo desnudo mi rostro:
afinemos y afilemos este idioma para el poeta que vendrá
y que será más grande
que nosotros, -nosotros
los que extraviamos el camino
a cada rato, los que escribimos
en vitrina sin siquiera darnos cuenta-.
Trabajemos, hermanos,
por el poeta que vendrá,
dignifiquemos este oficio
que también
es más grande que nosotros.
 
 
 

VERDADERO-FALSO TESTIMONIO

 

Hombres ranas venideros
que buceen en algunas
lagunas mentales de críticos
y antólogos
de estos días perdidos en el polvo
y el ruido de milenios
que chocan: créanme si digo
que nunca usé la poesía
como garrocha para batir
el récord mundial del salto
o del asalto cualitativo ni tomé
a los colegas por colchonetas
que amortiguarían mi caída
ni me erigí en cometa ni en aerolito
ni orbité en el cielorraso de nuestro Parnaso prefabricado ni adulé
a burócratas ni a burrócratas encargados de accionar
las catapultas sobre
los tinglados culturales
ni maquiné enroques entre la Torre de Babel y la Torre de Marfil
ni tendí puentes levadizos
ni cavé túneles secretos
para traficar alegremente
entre el museo y el supermercado
ni limosneé patrocinios
entre hombres de empresa
o de pre$a ni cultivé
el arte de sentarse
entre dos sillas mascando
a dos carrillos
ni me arrodillé ante los pontífices
de la estética estática y estítica
ni rogué que me dispensaran
sus aguas bautismales
ni ofrecí mi boca de alcancía
para recibir sus hostias narcotizantes
ni practiqué la picaresca
de hacerme hospedar
en sus conventos
para reptar de noche hasta
las despensas y embriagarme
con sus vinos añejados desde
la Edad Media.
No evité polemizar con los capitanes de la intelligentsia
mientras patrullaban nuestras revistas y exposiciones
y nos escupían en francés algún consejo para dejarnos al día
con la última moda de Europa o Nueva York.
No confundí el análisis semiológico
con el análisis semilógico
ni construí mis poemas como puzzles para dos o tres profesores que pasaron por la universidad
sin que la universidad pasara
por ellos y que terminaron doctorándose en algún café
cercano a La Sorbonne.
No confundí la alambrada histórica con la alumbrada histérica
ni a los hombres de letras
con los hombres de palabra.
Ni creí en los abismos
con que la prensa separaba
a preferidos y preteridos
ni lancé salvavidas de plomo
sobre las cabezas
fe mis compañeros de naufragio
ni supuse que la Vía Láctea fuera una nodriza contratada
por el Padre Cósmico
para mi amamantamiento.
Pero es cierto también que ahora,
al balbucear y bucear
en mis propias lagunas mentales,
me sorprendo in fraganti
a mí mismo proclamando
ideales libertarios en un tono impositivo, igual que un almirante jubilado que se desgañita
arengando a una tripulación inexistente, poniéndome y sacándome y poniéndome
de nuevo la máscara del desenmascarador.
Así que ya no sé quién soy
ni quién no soy y prefiero
interrumpir aquí
este verdadero-falso testimonio.
 
 
 
(Fuente: Marcelo Sepúlveda Ríos)

 

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