domingo, 13 de febrero de 2022

Elvin Munguía (Honduras)

 



UN HOMBRE ARREA SUS OVEJAS POR UN CAMINO AGRESTE (Tercer Fragmento)

 

Emula a sus ancestros que también anduvieron por calzadas 
pero más duras y cundidas de un sol regio.

Un hombre camina con su rebaño,
lo espolea con la música de una sorda brisa.

 

Un carnero de oscura y luminosa lana 
va delante 
poniendo tentaciones como piedras en un camino cósmico.

 

El pasado vuelve a enredarse en las cadenas del gen
como si fuera las arenas de un desierto 
acostumbrado a los pasos un viejo errante.

 

La noche está lejos aún. 
Espera que la luz del ardiente óvulo 
se vuelva el silencio de un ojo dormido.

 

Un hombre arrea sus 144,000 ovejas
por un pasaje escarpado y rodeado de cardos.

Cien van delante de él con su lana sucia 
guiadas por un negro carnero que pone a sus pies 
las tentaciones que alguien tomó del cielo.

 

Un hombre guía a su rebaño sin paladear el viento.
Su muda lengua parece tararear: 
¡Aquí vamos los exiliados!
¡Aquí vamos todos los muertos!

 

*De Hacia los Cimientos de lo Oculto (G.E 2019)

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SALIR DE LA ESPERANZA 
para entrar en una carretera 
donde los árboles pasan asustados y borrosos 
como un hombre cuyos ojos, 
van aspirando lerdamente 
a la infausta gloria de una fría ceguera.

Aceite.

Asfalto.

Derrape

Haz moribundo; 
tenue atraviesa una niebla 
como un armadillo 
que se atreve a cruzar una carretera 
hacia el bólido de la muerte.

Hay ojos 
que siempre ven hacia La Esperanza 
como se ve un futuro escrito 
con letras ferrosas, 
en una hoja de papel 
al borde de una llama 
mientras, un sol encabeza 
las partituras ardientes del viaje 
y una canción se aplaca, 
en los remansos agrestes del mediodía.

*De Hacia los Cimientos de lo Oculto (G.E 2019)

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EL ÉXODO NOS QUEBRANTA

como nos quebranta 

las cenizas de una casa en llamas

o el marfil de una puerta 

que nunca volveremos a abrir.

*De Boca del Diablo (G.E 2020)

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NOSOTROS HEMOS VENIDO A ESTA TIERRA

a saciar la sed de los corderos.

Hemos venido

desde el otro lado de la inmundicia

a poblar este valle,

a arrancar

herrumbrosas cruces,

viejos símbolos del infierno.

Hemos salvado la demagogia

y el canto de malditos señores,

el espanto de los pueblos en desidia

y aquellos que invaden los caminos

como hierbas malas,

como mala bruma,

como fronteras rodeadas de morteros.

 

Hemos encendido los carbones

que humean libertad en el plexo,

                                         las piedras del poniente.

Ilumina,

ilumina eclipse de luna,

la concavidad de esta noche,

su apagado pulso,

su ojo ciego,

su macilenta aura.

Hemos venido entre el alboroto del polvo,

desde la senectud de los árboles que confluyen

en el bosque del misterio,

a renacer la memoria de este suelo.

Hemos venido nosotros,

los errantes

 los anacoretas

  los clandestinos

        los sin arraigo

             los que se resisten a fallecer

en las siniestras manos del sistema,

a sembrar poesía,

    a repoblar la memoria,

             a vitalizar las flores,

                  para que fluya el espíritu de la vida.

Hemos venido

desde el otro lado de las llamas estelares

a levantar desde el olvido

la conciencia de los muertos,

el gozo de los tristes,

el sueño de los insomnes,

la música de los ríos,

las raíces de la tierra.

Hemos venido a calmar en este árido valle

la lobuna hambre,

la insaciable,

   la antiquísima sed

                   de los corderos.

 

*De Cuando la Muerte Deje de Soñarme (G.E 2016)

 

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NÓMADA

           es uno de mis nombres.

Traigo en mis ropas el polvo de mil naciones.

Mi camino

         es el universo

                   y mi hábitat

                           la dimensión que rondo.

No sé del tiempo

        ni del significado que trae la palabra fronteras.

Soy nómada,

       sin más posesión que los poemas

                   que soplan hacia el horizonte

                            o aletean como gaviotas

                             hacia el cenit de la nostalgia,

                                hacia el “sinretorno” de los marchantes.

No tengo estrella por guía,

         desconozco hacia dónde se ubica el norte.

No sé de las brújulas ni de isolíneas

            ni sé de las estaciones que frecuentan

                                    los sedientos de descanso.

Soy la expansión

       y la extensión de un caminante,

              de un andariego sin más mañana

                  que la aurora reptando al ritmo

                                     del arroz y del maíz.

Sombra soy estirándose a su antojo,

hacia la indiferencia del sol,

 hacia el viaje constante del ocaso,

          hacia el sortilegio del indescifrable devenir.

 

Sombra soy de la aurora.

Sombra del día soy.

Silueta de la noche,

                      viajante soy.

Acechanza condenada a errar,

condenadamente bendecido a vagar

en el interminable gozo del paisaje;

Anacoreta sometido

   al imperecedero vendaval del destino

                     y al lacónico juego del azar.

 

Bien y mal,

vagamundos soy

y mi nombre es:

Desarraigo

          Caín

                Exilio

                     Prometeo

                           Diáspora

                                   Judas

                                      Éxodo

                                           Hades

                                                  Luzbel

                                                     Destierro.

 

*De Cuando la Muerte Deje de Soñarme (G.E 2016)


BEDUINO


Oscar Amaya Armijo 
porque somos de distintos mares 
pero de ningún desierto.

Ojalá fuese un hombre de camellos y petróleo. 
De desiertos y oasis. De refugios bajo el sol del Magreb. 
Ojalá fuese un beduino rompiendo una tormenta de arena. 
Un sobreviviente de los misterios y los espejismos del Sahara. 
Ojalá fuese una pantera rugiendo a las orillas del Nilo. 
Pero no. No soy beduino. 
Aunque en los aviones y los autobuses me miren con sospecha 
o que en Cuba me llamaran "Egipcio", solo tengo, 
como todo forastero cuya fe es quebrantada por un exilio, 
la herencia del mestizo, el collage genético de aquella tierra. 
Ojalá fuese un hombre de rebaños.
Pero no. 
Soy solo un poeta en este país aparentemente mío, 
sin Meca, sin comercio, sin ovejas y sin cabras; 
cuyo único valor 
es menor que el de una guijarro lanzado 
a la generosidad de un charco.

 

*De Hacia los Cimientos de lo Oculto (G.E 2019)

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LE PONDREMOS COMBUSTIBLE A LOS TANQUES

y los jinetes, no aquellos del medioevo,

sino los que montan las bestias de hierro,

volverán como cruzados

a sus valkirias errantes.

 

Los motores del mundo

harán que vuelvan a soñar las carreteras

con aquellos locos que aún rugen

la ilusión y la libertad

en la revolución de los pistones.

 

No pararán de levantarse héroes

renacidos en la velocidad de la vida.

 

¡Sleipnir!

¡Sleipnir!

¡Sleipnir!

 

Crujirá el asfalto, el viento,

el espacio, la noche, el tiempo, el día y la muerte

en su veloz rueda.

 

La gloria siempre será de aquella gente

que renazca del olvido

en la dignidad de las motocicletas

y dispuesta siempre esté a reclamar,

la imperecedera, la magnánima libertad

de las carreteras.

 

*De Hacia los Cimientos de lo Oculto (G.E 2019)

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NO, NO SIEMPRE NOS HACE FELICES está vida sometida a las terminales, su atolondrada luz, su gravidez de insomnio; su sorna y sus nimbos cegando la tarde que ovejuna va engullendo a los cerros. Su ensombrecida atmósfera, su abrasiva tristeza, su enjuta molicie; su gozo errante; la pena de los autobuses cundidos de tremebundos rostros; canciones horrorosas; dolientes inconfundibles que vienen construyendo desde las raíces y su nacimiento, un perenne velorio, un rostro de féretro, un fardel de dolencias, una preocupada ausencia de todo.

No siempre nos hacen felices las carreteras, cuando falta la pierna o la mano, donde andaba la nuestra. Los ojos que eran los celajes y las auroras boreales; el planeta que nos guiaba, la luz que se iba mansa hacia la noche y nos convertía en sueños la estigia.

No, no siempre somos felices cuando se va a ninguna parte y nadie espera nuestro regreso o las llamadas de quien nos ponía en los ojos la belleza de un mundo en angustia; la belleza de las tierras desconocidas y sus pueblos en asfixia como un pez anclado a un anzuelo.

*De Boca del Diablo (G.E 2020)

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SN

 

¿A dónde vas hombre de la botella que acabas de pescar la luna?

¿A dónde vas botella de la luna que acabas de pescar al hombre?

¿A dónde vas luna del hombre que acabas de pescar una botella?

¿A dónde vas botella del pez que acabas de enlunar un hombre?

¿A dónde van

hombre,

pez,

botella,

luna?

¿A dónde van, en este mes que es enero,

pero que me parece un noviembre,

luna, botella, pez, hombre?

 

***

 

(Fuente: Bitácora del Párvulo)

 

 

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