lunes, 28 de febrero de 2022

Laura Gómez Recas (Madrid, España, 1966)

 

UN POEMA DE ZAHORÍES

 


 

 

 

Nombro los nombres de las cosas

que si se nombran duelen y computan.

El moho afincado en la escalera

y la broza incoherente de las flores

que van a morir en el jardín.

La sombra más oscura de la umbría

la sombra casi negra, casi muerte,

tragedia de la luz,

coágulo incrustado en la mitral.

Los pétalos de rosas arruinadas,

la feroz vanidad de las sirenas

y el virginal secreto

bajo la lápida que cubre a Leonor.

 

Las nombro en la fealdad de lo injusto

que reside en las cuevas del desierto

donde yacen los pedios de la herrumbre

y desnacen las aves cada otoño.

 

El trueno que invoca a la tormenta,

su gris encabalgado a los azules

con un sucio pelaje de vapor.

Los versos rancios, los privados de pasión

como obscenos esqueletos de caballos

al galope en la pecera de cristal.

 

Los pleonasmos ahítos, insolentes,

los disfraces de los ruines,

la sonrisa indecente de la envidia,

la pagada libertad

del esclavo de los grupos de poder.

 

Los pantanos malolientes

del casto territorio de los cuentos,

los monstruos que abonaron las leyendas,

las huestes que custodian

la muralla de Dite enajenada,

el vómito de Poe, el delirium tremens,

las sábanas marchitas

de la habitación de la tristeza,

donde las paredes son sudarios de los sueños

y las ratas, invitado al óbito feliz.

 

La náusea, la ova ingrávida de estanque

que lame la mano

con un verde afín a cualquier muerte.

El carbón cerrado sin estrellas,

el carbón vidrioso, el leñoso,

el de la venganza profunda

a cien metros bajo el beso

y a doscientos Fahrenheith.

 

Los dragones, las arañas, los chirridos de las puertas.

El humor recóndito del sexo,

el hedor en las naves de la iglesia,

las plañideras, los anélidos,

el sutil orgasmo de las sogas

que bajan el féretro a su tumba

y los cálices de oro y de arenas movedizas.

 

Nombro los nombres de las cosas

que si se nombran duelen y computan.

Los nombro y me desnudo

ante el desierto doble del espejo

para alejar el miedo y sus dobleces

y dotar de franqueza a mis espadas.

 

 

 


En: Zahoríes

 

Huerga & Fierro editores

 

(Fuente: Papeles de Pablo Müller)

 

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