jueves, 1 de octubre de 2020

Donna Kate Rushin (EEUU, 1951)

 

 

El poema del puente

Estoy cansada
Estoy harta de ver y de tocar
los dos lados de las cosas
Harta de ser el puto puente para todo el mundo

Nadie
puede hablar con nadie
sin mi ayuda ¿no?

Le explico mi mamá a mi papá mi papá a mi hermanita
mi hermanita a mi hermano mi hermano a las feministas blancas
las feministas blancas a la gente negra de la iglesia la gente negra de la iglesia
a los ex hippies los ex hippies a los separatistas negros los
separatistas negros a los artistas los artistas a los padres de mis amigos

Después me tengo que explicar a mí misma
a todo el mundo

Traduzco más
que las putas Naciones Unidas

Déjenme de joder
Estoy harta

Estoy harta de llenarles los espacios en blanco

Harta de ser su seguro contra
el aislamiento de las limitaciones que ustedes mismos se imponen
Harta de ser la loca en las fiestas
Harta de ser la rara en el almuerzo del domingo
Harta de ser la única amiga negra de 34 personas blancas

Búsquense otra conexión con el resto del mundo
Búsquense a otra que los haga sentirse legítimos
Búsquense otra manera de ser politizados y cool

No pienso ser el puente a su feminidad
a su masculinidad
a su humanidad

Estoy harta de recordarles que no se cierren
mucho por demasiado tiempo

Estoy harta de mediar con la peor versión de ustedes
en nombre de sus mejores versiones

Estoy harta
de tener que recordarles
que respiren
antes de ahogarse
en su propia boludez

Olvídense
Amóldense o ahóguense
Evolucionen o muéranse

El puente que tengo que ser
es el puente a mis propias fuerzas
Tengo que traducir
mis propios miedos
Mediar con
mis propias debilidades

Tengo que ser el puente a ninguna parte
salvo a la que soy de verdad
y ahí sí
voy a ser útil

 

 

(Trad. y fuente:  Ezequiel Zaidenwerg)

 

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