LO GANADO
LO GANADO
Nos queda, por encima de todo,
esa capacidad de ternura
esa intimidad perfecta
con el silencio
Nos queda esa voz íntima
pidiendo perdón por todo
Perdónalos porque ellos no tienen
la culpa de haber nacido
Nos queda ese antiguo respeto
por la noche, ese hablar bajo
Esa mano que tantea antes
de tener, ese miedo
De herir tocando, esa fuerte
mano de hombre
Llena de suavidad
en todo cuanto existe
Resta esa inmovilidad,
esa economía de gestos
Esa inercia cada vez mayor
delante del Infinito
Esa tartamudez infantil
de quién quiere exprimir
lo inexprimible
Ese irreductible rechazo
a la poesía no vivida
Resta esa comunión
con los sonidos, ese sentimiento
De la materia en reposo,
esa angustia de la simultaneidad
Del tiempo, esa lenta
descomposición poética
En busca de una sola vida,
una sola muerte
Resta ese corazón quemando
como un cirio
En una catedral en ruinas,
esa tristeza
Delante de lo cotidiano;
o esa súbita alegría
Al oír pasos en la noche
que se pierden sin historia
Resta ese deseo de llorar
delante de lo bello
Esa cólera en la cara
de la injusticia
y de los malos entendidos
Resta esa distracción,
esa disponibilidad, esa vaguedad
De quién sabe que todo
ya fue y no volverá a ser
como será
Y al mismo tiempo
ese deseo de servir
Esa contemporaneidad
con el mañana de aquellos
que no tuvieron ayer ni hoy
Resta esa facultad indomable
de soñar
transfigurar la realidad,
dentro de esa incapacidad
De aceptarla tal como es,
y esa visión
Amplia de los acontecimientos,
y ese impresionante
e innecesario presagio,
y esa memoria anterior
de mundos inexistentes,
y ese heroísmo estático,
y esa pequeña luz indescifrable
La que a veces los poetas
dan el nombre de esperanza
quita ese deseo de sentirse
igual a todos
De reflejarse en las miradas
sin curiosidad y sin memoria
quita esa esa pobreza
intrínseca, esa vanidad
De no querer ser princesa
sino uno más, en el reino
quita ese constante esfuerzo
para caminar dentro del laberinto
Ese eterno levantarse después
de cada caída
Esa búsqueda de equilibrio
en el filo del cuchillo
Ese terrible valor delante
del gran miedo, y ese miedo
Infantil de no tener ningún valor
(Fuente: Marcelo Sepúlveda Ríos)
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