domingo, 31 de diciembre de 2023

Félix Bruzzone (Buenos Aires, 1976)

 

Fragmentos de "307 consejos para escribir una novela"


 

Para quien desea escribir la gran novela de su vida o la mejor novela jamás escrita: no escribir nada.
 
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Comer carne picada y paladearla lentamente como si algún ser malvado le hubiera agregado vidrio molido.
Separar la carne del vidrio y tragar solo el vidrio.
 
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Hablarle a un ser inanimado —un plato, por ejemplo— hasta que se lo pueda escuchar a él hablar con total nitidez.
 
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Espiar a los vecinos. Mandarles cartas desconcertantes. Gritar en medio de la noche para despertarlos. Salir de tu casa con una máscara o venda que te tape la cara.
 
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Tener a mano una bolsa grande para tirar todo lo que se vaya escribiendo y, eventualmente, meterse también uno adentro de la bolsa.
 
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Flamear en sentido contrario al que flamea la bandera que ves desde tu ventana, pero haciendo exactamente los mismos movimientos que ella.
 
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Sacarle punta al lápiz. Sacarle punta a la lengua.
Sacarle punta al rebaño de ovejas que se acunan antes de dormir.
 
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Si en la novela hay un perro, no lo adiestres.
Mejor que muerda a los ancianos y haga sus necesidades en el living.
 
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No aspirar a caer de pie, solo a caer.
 
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No leer consejos para escribir novelas.
 
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Elegir una novela mala y usarla como cuaderno para escribir la tuya.
Podés escribir entre las líneas de esa novela, en los márgenes, o donde quieras.
 
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Para que la novela respire conviene detenerse a percibir cómo respira otra cosa. Un árbol. Una rejilla. Un paladar.
Hay piedras que respiran.
Escribir una novela es descubrir cómo respira una piedra.
 
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Escribir con lo que tenés.
Pero, fundamentalmente, escribir a pesar de lo que tenés.
 
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Si no sabés cómo seguir, si te trabaste, hacele un cuestionario —o un interrogatorio—a los objetos que pululan en tu novela. Ellos van a saber.
 
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Nunca escribir una palabra que no haya venido a pedir que la escriban.
 
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El sentido del gusto es muy importante. Desarrollarlo mirando comer a un canario.
 
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Sacarles el polvo a novelas viejas. Fumarlo o aspirarlo.
 
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Hablar mucho con extraños.
 
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Contar hasta donde nunca antes hayas contado. Por ejemplo, hasta el 5048.
 
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Perseguir un ciervo o un caballo o algo así hasta no alcanzarlo.
 
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(Fuente: Daniel Rafalovich)

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