martes, 12 de febrero de 2019

Juan Gonzalo Rose (Perú, 1960)


PRIMERA CANCIÓN

No he inventado ninguna melodía.

Los que amaron dirán:

«Conozco esta canción…
y me había olvidado de lo hermosa que era…»

Y habrá de parecerles
la primera canción
con que soñaron.


CADENA DE LUZ

No debiera hablarte de estas cosas.

Debería decirte:

La mañana es bella.
La tarde es bella.
La noche es bella.

Y al escucharme,
tú sonreirías;
y al verte sonreír,
mi propio corazón sonreiría.

Y al vernos sonreír
acaso hasta la vida también sonreiría…


SEGUNDA CANCIÓN

Antes de morirme quiero
regar con sal y amargura
la entrada de nuestro huerto.

Pues si otro sembrar ansía,
derrame sangre en su suelo;

que a mí me costó la mía
la rosa que yo me llevo.


MARISEL

Yo recuerdo que tú eras
como la primavera trizada de las rosas,
o como las palabras que los niños musitan
sonriendo en sus sueños.

Yo recuerdo que tú eras
como el agua que beben silenciosos los ciegos,
o como la saliva de las aves
cuando el amor las tumba de gozo en los aleros.

En la última arena de la tarde tendías
agobiado de gracia tu cuerpo de gacela
y la noche arribaba a tu pecho desnudo
como aborda la luna los navíos de vela.

Y ahora, Marisel, la vida pasa
sin que ningún instante nos traiga la alegría…

Ha debido morirse con nosotros el tiempo,
o has debido quererme como yo te quería.


TERCERA CANCIÓN

Se me pasea el alma.

Los días ya no saben
si buscarme
al pie de mis rodillas,
o en tu lecho.

Se me pasea el alma
por tu cuerpo.


ÉGLOGA TARDA

Me he acostumbrado a ti
como los ríos al color del cielo.

Odio lo que se pierde en cada paso;
el tiempo de mi espera, sin esperanzas lleno.
Me he acostumbrado a ti
como la luz del mundo a las ventanas.

Obscurece y no llegas.
Será para mañana.
Doblo amorosamente mi flor para mañana
pues las rosas ya saben esperarte conmigo.


LETANÍA DEL SOLITARIO

Cada tarde te pierdo,
como se pierde el tiempo
o la esperanza.
Cada tarde,
definitivamente,
te pierdo
como se pierde la paciencia.
Cada tarde
dices no.
Mueves la cabeza y dices no.
Mueves la tierra y dices no.
No mueves los labios y tu silencio dice no.
Infatigablemente,
cada tarde,
mi café solitario obscurece el planeta.

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