Encuentro
Atravesábamos campos helados en un vagón en el alba.
Un ala roja se levantó en las tinieblas.
Y de pronto una liebre cruzó el camino.
Entre nosotros uno la señaló con la mano.
Fue hace mucho. Hoy ninguno de los dos está vivo:
Ni la liebre ni el hombre que hizo el gesto.
¿Dónde están, amor mío, dónde se han ido
el destello de una mano, la línea
del movimiento, el susurro
de los guijarros?
No con dolor sino con asombro
pregunto.
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