jueves, 28 de febrero de 2019

Ingeborg Bachmann (Austria 1926 – Roma, 1973)




Temprano mediodía

Callado verdece el tilo en el verano naciente,
muy lejos de las ciudades, rutila
la lúgubre luna del día. Es ya mediodía,
ya se agita el destello en la fuente,
ya se alza bajo astillas de vidrio
el ala ultrajada del ave de los cuentos,
y la mano deforme de lanzar la piedra
nos hunde la simiente que despierta.

Donde el cielo de Alemania ennegrece la tierra,
busca su ángel decapitado un sepulcro para el odio
y te sirve el corazón en un cuenco…

Un puñado de dolor se pierde en la colina.

Siete años después
te acuerdas de nuevo
en la fuente ante el portón;
no mires tan al fondo,
se te derramarían los ojos.

Siete años después
en una casa de muertos,
beben los verdugos de ayer
la jarra dorada hasta el fin.
Te hundirías con los ojos.

Es ya mediodía, en la ceniza
se doblega el hierro, en la espina
han izado la bandera, en la roca
de un sueño inmemorial sigue
forjado el águila.

Sólo la esperanza mastica cegada por la luz.

¡Záfale las ataduras,
tráela cuesta abajo, cúbrele
con la mano el ojo, que ninguna
sombra la chamusque!

Donde la tierra de Alemania ennegrece el cielo,
busca una nube palabras y colma el cráter
con silencio,
antes de que el verano la escuche en la llovizna.

Se va lo indecible, dicho en voz baja, sobre la tierra:
es ya mediodía.






Trad. José Aníbal Campos




(Fuente: Caína bella blog)

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