Danzón
porteño
Una
tarde, borracha de tus uvas
amarillas
de muerte, Buenos Aires,
que
alzas en sol de otoño en las laderas
enfriadas
del oeste, en los tramontos,
vi
plegarse tu negro Puente Alsina
como
un gran bandoneón y a tus compases
danzar
tu tango entre haraposas luces
a las
barcazas rotas del Riachuelo:
Sus
venenosas aguas, vivoreando
hilos
de sangre; y la hacinada cueva;
y los
bloques de fábricas mohosas,
echando
alientos, por las chimeneas,
de
pechos devorados, machacaban
contorsionadas
su obsedido llanto.
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