jueves, 9 de agosto de 2018

Ocean Vuong (Vietnam, 1988)


Algún día voy a amar a Ocean Vuong

A la manera de Frank O’Hara / A la manera de Roger Reeves

Ocean, no tengas miedo.
El final del camino está tan lejos
que ya lo dejamos atrás.
No te preocupes. Tu papá es solamente tu papá
hasta que alguno de los dos se olvide. Igual que la columna vertebral
no se acuerda de sus alas
por más veces que besemos
el asfalto con las rodillas. Ocean,
¿me escuchás? La parte más linda
de tu cuerpo es donde sea
que caiga la sombra de tu mamá.
Acá está la casa con la infancia
apenas reducida al cablecito rojo que hace saltar
la trampa. No te preocupes, vos hacé de cuenta
que es el horizonte y nunca lo vas a alcanzar.
Acá está el día de hoy. Saltá. Te prometo que no es
un bote salvavidas. Acá está el hombre
con los brazos lo suficientemente anchos para recoger
tu partida. Y acá está el momento,
cuando se acaba de apagar la luz, en que todavía se ve
la antorcha tenue que brilla entre sus piernas.
Cómo la usás una y otra vez
para encontrar tus propias manos.
Pediste una segunda oportunidad
y te dieron una boca para que te vacíes.
No tengas miedo, que las balas
son apenas el ruido que hace la gente
al intentar vivir un poco más. Ocean, Ocean,
levantate. La parte más linda de tu cuerpo
es hacia donde va. Y acordate,
la soledad sigue siendo el tiempo que pasás
con el mundo. Acá está
la habitación con todo el mundo adentro.
Tus amigos muertos te atraviesan
como el viento a esas campanas
llamadoras de ángeles. Acá hay un escritorio
con una pata chueca y un ladrillo
para hacerlo durar. Sí, acá hay una habitación
tan cálida y cercana como sangre,
te lo juro, que te vas a despertar
y vas a confundir estas paredes
con piel.




(Fuente: Cainabella blog)









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