UN PÁJARO SE PUEDE DETENER
en la punta de un árbol y abarcar
la inmensidad del cielo. Yo también,
sentado frente al muro,
me detengo en la punta
del álamo y contemplo
la inmensidad. La surcan pensamientos
involuntarios. ¿Cuántas nubes
fugaces, cuántas aves
sucesivas!
Y las dejo pasar… y son tragadas
por este espacio inmenso
que soy yo:
sereno, transparente, luminoso
¿quién soy
yo?
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