jueves, 28 de marzo de 2024

Samuel Taylor Coleridge (Ottery St. Mary, Inglaterra, 1772 - Londres, 1834)

 

Kubla Khan



















En Xanadú ordenó Kubla Khan
Un majestuoso domo de placer:
Donde Alfa, el río sacro, corre
Entre cavernas no sondeadas por un hombre
Para caer en un mar sin sol.
Entonces, dos veces cinco millas de tierra fértil,
Con murallas y torres fueron ceñidas en redondo:
Y allí había jardines con brillos de sinuosos riachuelos,
En los que florecía abundante el árbol del incienso;
Y allí selvas antiguas como las colinas
Abrazaban soleadas manchas de verdor.

Pero ¡ese profundo abismo romántico en declive
Bajo la verde colina cubierta de cedros!
¡Un lugar salvaje! ¡Tan sacro y encantado
Como el que nunca fue rondado bajo luna menguante
Por la mujer que llora su demonio amante!
Y de ese abismo, en perpetuo tumulto hirviendo,
Como si esa tierra respirara en rápido jadeo,
Una poderosa fuente de pronto fue impelida:
En medio de cuyo imprevisto estallido intermitente
Enormes fragmentos saltaban como granizo repiqueteante
O como paja de trigo bajo los golpes del mayal:
Y en medio de esas rocas danzantes, una vez para siempre,
Se lanzó de un salto el río sacro.
Cinco millas serpenteando en laberíntico movimiento,
Por bosques y valles el sacro río corrió,
Y alcanzó las cavernas no sondeadas por un hombre
Y se hundió tumultuoso en un océano sin vida:
¡Y en medio del tumulto Kubla escuchó 
Lejanas voces ancestrales que profetizaban guerra!

La sombra del domo del placer
Flotaba en medio de las olas;
Donde se oía la mezclada melodía
De las grutas y la fuente.
¡Era un milagro de raro ingenio
El soleado domo con las cuevas de hielo!

Una joven dama con un dulcémele
En un ensueño vi una vez:
Era una doncella abisinia
Y sonaba en su instrumento
El canto del Monte Abora.
Si pudiese revivir en mí
La sinfonía y la canción,
Tan honda delicia me ganaría
Que con música sostenida y elevada
Podría construir esa cúpula en el aire,
¡Ese soleado domo! ¡Esas cuevas heladas!
Y todos los que oyeran los verían,
Y podrían gritar: ¡Cuidado, cuidado!
¡Sus ojos destellantes, su pelo flotante!
Tracen a su alrededor un círculo tres veces,
Y cierren sus ojos con sagrado pavor
Porque él ha probado la ambrosía
Y bebió la leche del Edén.

[c. 1797]


Versión de J. Aulicino

Kubla Khan
In Xanadu did Kubla Khan/ A stately pleasure-dome decree:/ Where Alph, the sacred river, ran/ Through caverns measureless to man/ Down to a sunless sea./ So twice five miles of fertile ground/ With walls and towers were girdled round:/ And there were gardens bright with sinuous rills,/ Where blossomed many an incense-bearing tree;/ And here were forests ancient as the hills,/ Enfolding sunny spots of greenery. // But oh! that deep romantic chasm which slanted / Down the green hill athwart a cedarn cover!/ A savage place! as holy and enchanted/ As e'er beneath a waning moon was haunted/ By woman wailing for her demon-lover!/ And from this chasm, with ceaseless turmoil seething,/ As if this earth in fast thick pants were breathing,/ A mighty fountain momently was forced:/ Amid whose swift half-intermitted burst/ Huge fragments vaulted like rebounding hail,/ Or chaffy grain beneath the thresher's flail:/ And 'mid these dancing rocks at once and ever/ It flung up momently the sacred river./ Five miles meandering with a mazy motion/ Through wood and dale the sacred river ran,/ Then reached the caverns measureless to man,/ And sank in tumult to a lifeless ocean:/ And 'mid this tumult Kubla heard from far/ Ancestral voices prophesying war! // The shadow of the dome of pleasure/ Floated midway on the waves;/ Where was heard the mingled measure/ From the fountain and the caves.// It was a miracle of rare device,/ A sunny pleasure-dome with caves of ice! /A damsel with a dulcimer/ In a vision once I saw:/ It was an Abyssinian maid,/ And on her dulcimer she played,/ Singing of Mount Abora./ Could I revive within me/ Her symphony and song,/ To such a deep delight 'twould win me,/ That with music loud and long,/ I would build that dome in air,/ That sunny dome! those caves of ice!/ And all who heard should see them there,/ And all should cry, Beware! Beware!/ His flashing eyes, his floating hair!/ Weave a circle round him thrice,/ And close your eyes with holy dread,/ For he on honey-dew hath fed,/ And drunk the milk of Paradise.
Biblioteca de la Universidad de Virginia
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Retrato: Samuel Taylor Coleridge, por Peter Vandyke, 1795 (detalle) National Portrait Gallery, Londres 
 
 
(Fuente: Campo de maniobras)

 

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