miércoles, 31 de enero de 2024

Pablo Seguí (Córdoba, 1973)

 

Puede ser arte

 

AMOR INTERMINABLE

 

El amor, rencoroso
como los pusilánimes,
vuelve a escribir papeles
en que no estás, por más
que ésa sea tu letra
y ésas, tus oraciones.
El amor, despiadado
como la Economía
de todos los Países,
ordena que me ocupe
en matarte de nuevo,
Dama de lo que Fue. 
 
 
(Fuente: https://ejemplosdelobreve.blogspot.com/...)

 

Miguel Angel Curiel (Alemania / España, 1966)

 

LAS PALABRAS DESOBEDIENTES
 
 

-¡Que os vais a caer, bajad de ahí!
(y siguen trepando tronco arriba, hasta las ramas frágiles).
 
-¡Salid del agua, que estáis tiritando y hay Levante!
(y aun con los labios morados, siguen riendo, y se zambullen buscando -¡qué sabrán ellas qué!- en el fondo enturbiado del borde de la playa). 
 
-¿Ves como no siempre quema el fuego?
(parecen decir al hacer malabares con verbos y hemistiquios).
 
-¿Ves como es posible pisar el horizonte?
(afirman descaradas mirando alternativamente hacia los dos lados del mundo).
Son las palabras desobedientes, que en Miguel Ángel Curiel trastocan el orden de los planetas y demuestran que no todo está dicho, que aún hay colores por rescatar y sonidos que se convierten en alimento (como los que regresan de los Phantom Songs de Alberto Iglesias).
 
Öᴋᴏʟᴏɢɪᴇ es un territorio peligroso, pues exige el previo desaprendizaje de los clichés omnipresentes, que de tanto ser vulgarmente repetidos parecen haber logrado pasaporte diplomático.
 
Hay que regresar a los siete años, al primer batracio diseccionado, al miedo intenso de aquella noche tan hermosa, cuando las estrellas pesaban como gritos de dioses y nos tembló en el centro del cuerpo ese pájaro que desde entonces impulsa nuestro corazón, para tomar este libro entre las manos y, al azar, como si fuera un oráculo, abrirlo por el exacto sitio de la herida.
 
No dejes nunca de sangrar, Miguel Ángel Curiel. No duermas nunca.
 
* * * * *
 
 

A ELLOS
 

hablo a
mucha distancia,
siento eso en los otros,
contracción,
el silencio del cielo,
pesado,
 
en la noche
crujen cantos.
 
* * * 
 
he aquí el mamut de la muerte dentro del sol fundido en un millón de pájaros.
 
* * *
 
 

DEPÓSITO
 

la leña se acabó,
y el amor,
 
la muerte mide la eternidad,
¿y quién
es ella
si no trae leña
o amor?
 
* * * 
 
 
guardo tantos nombres
para un río nuevo,
 
como un mirón cualquiera en esta playa vacía
he mirado el mundo,
 
el aire de
estos días ínfimos,
tierra cuarteada, tú,
cuántas veces, caja de clavos,
 
los clavos en el sol, tú,
clavos,
 
y vuelve el aire
un poco antes de los días.
 
* * * * *
 

MIEDOS
 

el abrigo pesa, la muerte no,
 
para el desnudo
es el peso del cielo,
 
hablas mucho pájaro,
vuelas y te cazo,
 
todas las palabras
son cepos,
 
tengo miedo a caer pájaro.
 
* * * * *
 
MIGUEL ÁNGEL CURIEL – Ökologie
Huerga y Fierro / Rayo azul, 2023

 

Mu'in Bseiso (Gaza, Palestina, 1926 - Londres, 1984)

 

«La luna, dieciocho años después»

Versión de Juan Carlos Villavicencio






Aquí terminan las huellas;
Aquí la luna
Yace con los lobos, los perros y las piedras,
Detrás de las rocas, las tiendas y los árboles.
Aquí la luna
Vende su rostro cada noche
Por un puñal, una vela, un mechón de lluvia.
No arrojes piedra alguna a sus fuegos;
No robes los anillos de cristal
De los dedos de los gitanos.
Ellos durmieron y también los peces, las estrellas y los árboles.

Aquí terminan las huellas;
Aquí los dolores de parto alcanzaron la luna.
Entonces, tribu de gitanos,
Denle los anillos de cristal
Y las pulseras azules.


(Fuente: Descontexto)






 

Štefan Strážay (Igram, Eslovaquia, 1940)

 

5 poemas


Juan Domingo Aguilar

Štefan Strážay es un poeta nacido en Igram, Eslovaquia, en 1940. Desde su primer libro, A las cosas en la mesa (1966), hasta Interior (1992), pasando por obras fundamentales de la poesía centroeuropea reciente como Ajenjo (1979) o Malinovského 96 (1985), su poesía, en la que palabras y silencio pesan por igual, busca el sentido de la vida en las cosas cotidianas para alcanzar la trascendencia de la levedad. Presentamos una selección poemas extraída de Una vida corriente, pequeña antología de su obra publicada en la colección ¡arre! de Arrebato libros con traducción de Patricia Gonzalo de Jesús.

***

UN MUNDO CAMBIANTE

El mundo cambia, se destiñe.
Se agria. Por la noche hay cada vez menos oscuridad,
en invierno menos nieve. Cada dos por tres
es domingo por la tarde. Los tranvías
siempre a reventar. Imposible cruzar la calle.
Perennes los mismos tés y bombones
en los escaparates. Veranos cortos. En las piscinas
agua sucia. El tiempo pasa:
primavera, verano, etcétera. Asombro
y estupefacción ante todo, pero después
un hallazgo tranquilizador: el mundo, ése permanece
idéntico, sólo soy yo
el que cambia
de esta manera.

***

UNA VIDA CORRIENTE

Sueño que me levanto,
me lavo, bebo té, de mil maneras
miro a mi mujer:
se levanta, se lava, me mira
de mil maneras,

sueño que salgo de casa,
espero el autobús, mi mujer
sale detrás de mí, de la mano
lleva un crío;

sueño que oscurece,
el crío duerme, mi mujer se desnuda,
me quedo dormido con la luz encendida, sueño
que sueño:
bebo té,
me lavo.

***

DEL CAMINO AL TRABAJO

Una chica sentada en el autobús lee.
No se trata de uno de mis libros,
pero el mero hecho
de que lo tenga en sus delgadas manos,
de que se incline sobre él
con un perfil nítido,
de que sus cabellos castaños caigan
sobre sus ojos…,
el hecho inesperado de que esto sea
perfectamente posible, basta
para que me dé cuenta:
los míos tenía que haberlos escrito
de otra manera.

***

EXTRAÑOS

Los malos ratos de verdad los pasas
con tus seres queridos.
Y te hacen mal todos
los que te quieren.
Menos mal que existen los extraños:
en los trenes, en las salas de espera,
las mujeres de las oficinas de correos,
de los autoservicios, de las bibliotecas,
de los pisos
prestados.

***

APEARSE

Te apeas del autobús.
Un par de pasos sobre el asfalto,
ni siquiera un par de pasos,
aún en la escalerilla,
carteles, la luz de julio,
un parque errático,
bares, paradas,
ni siquiera en la escalerilla,
aún en el autobús, las puertas
abriéndose, sabes
que deseabas viajar,
pero no llegar.

 

(Fuente: Zenda libros)

 

Jacobo Fijman (Besarabia, 1899 - Buenos Aires, 1970)

 

Puede ser una ilustración de 1 persona

 

CANCIÓN DE LA VISIÓN REAL DE LA GRACIA

 

Niño, tú tienes el oído junto al amanecer
de la tierra y el cielo.
Amén el bosque, Amén el mar y Amén a las estrellas.
El signo de tus manos ata el secreto del mundo.
Amén el bosque, Amén el mar y Amén a las estrellas.
La tierra canta y el cielo, y la vida y la muerte.
Niño, tú tienes en el signo que trazan tus manos
el día y la noche, y la tierra y el cielo, y la vida y la muerte.
Amén, Amén, Amén,
niño de alba de la tierra y el cielo.

 
 

CÓPULA

 

¡Nos unió la mañana con sus risas!
En las rondas del sol
canciones de naranjas.
Danzas de nuestros cuerpos
Desnudos- rojo y bronce.
El olor de la luz era sagrado:
Música de horizontes,
Espacio de paisajes-
Rojo y bronce-
Ruido de melodías,
Himno de soles,
Eternidad
Y abismo de la dicha
En la alegría loca de los vientos.
Canciones de naranjos
En la piedad de los caminos.
¡Todas las aguas del silencio
rompimos en la danza!
Dicha de los abrazos y los besos;
Toda la gloria de la vida
En nuestros pechos
Jadeantes y ligeros;
Nuestros cuerpos: auroras y ponientes
En la alegría loca de los vientos.
¡El corazón del mundo en nuestra boca!
 
 
(Fuente: Meta Poesía)

 

Conrado Santamaría (España, 1962)

 

MARTINETES DE FRONTERA

 





1

Frontera de frío y hambre

y a puntito de cruzar,

nos le han pegao fuego al bosque,

y nos vienen a cazar.



2

Caminito a la frontera

y sin agua en el desierto,

me orientaba bien el rumbo

la parva negra de muertos.



3

Arrasada la dejasteis

la tierra donde nací,

por eso, le digo al guardia,

por eso vine hasta aquí.





Conrado Santamaría. En Inventário das travessias. VV. AA. Coordinadores: Pedro Miguel Salvado, António Lourenço Marques, Moana Soto, Stefania di Leo y Carlos Serrano. Ed. Labirinto, 2023.

 

poema visual de Paco Pérez Belda 

(Fuente: Voces del extremo)

 

Daniel Freidemberg (Resistencia, Chaco, 1945)

 

He visto ángeles y obispos levitar,
he visto autos último modelo, 
 
he visto gentes de ropas oscuras
entre las luces de un salón de baile,
(todo lo cual me hace feliz
por un motivo que no entiendo). 
 
He visto a las​​
​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​últimas grandes manadas
marchar hacia el crepúsculo despacio,
sabiendo, era evidente, la importancia de la escena,
y abrían un gran hueco en el aire, un sitio donde
me senté a mirar
​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ el caer de las cosas en el alma, 
 
y era el murmullo de una gran duración,
un brindis, por así decirlo, un silencio entre dos notas,
y era, en el reverso de la hora y el minuto, el estar,
y era el moverse acompasado de los pastos al viento,
y las partículas de la materia, y las galaxias y etcétera. 
 
He visto un pentagrama, un mantel a cuadros, un cruce de caminos.
 
II
Como un caer​​
de a poco​​
​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ del agua en el agua, ​​
puesta nomás a hacer​​
lo que sabe, caer,
caían las​​
​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ cosas
​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ al alma. 
 
como si al fin hallaran​​
su lugar las palabras,
o crepitara, a​​
​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ pesar de todo, un rescoldo
(soñé que hallaban un lugar las palabras,
al crepitar de, a pesar de todo, un rescoldo). 
 
III
Como fundando su lugar las palabras,
como resacas de lo que nunca ocurrió. 
 
Como los frutos del árbol​​
​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ del paraíso, pudriéndose
(¿cantos de cisne? ¿música de las esferas de acá?).
Y era como si el tiempo en esa escena empezara
o (¿no es lo mismo?) llegara a su fin
(algo en la escena iba llegando a su fin, o empezaba,
​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ entre otras cosas que no entiendo).​​ 
 
He visto alas oscuras en un campo amarillo. 
 
************
Derechos de autor reservados
(Fuente: Círculo de Poesía, vía Oscar Conde)

Raquel Ramírez Arellano (Madrid, 1975)

 

NIDO VACÍO

la historia es un arma viva entre tus manos

Diane di Prima

Había un huevo
había un huevo de torcaz profundo
en los huesecillos del esqueleto de la noche
hice un trámite:
pareja de palomas en un macetero del balcón empollan un huevo
sus turnos son una visita salvaje
uno no habría podido nada
la otra habría sido un simulacro redondo
no son gallinas ni el ladrido de un sapo
son un pequeño recital de poesía urbana

Había un huevo
un pulso debilísimo zigzagueando en la yema
un futuro de paseos por el aire
un aeroplano
la estructura de un aeroplano
el croquis de un aeroplano que late generoso entre las flores
de momento solo un proyecto
de momento no odia a los gendarmes

Había un huevo
un mundo diminuto y circular
un penacho al que individualmente habían ido llegando los árboles
las ardillas escarban un hoyo profundo en esta pequeña broma
las ardillas también son poetas aquietados
sin mirarse se quitan de encima la existencia
y duermen y echan la siesta sobre el silbo de una flauta
un pequeño paraíso para afeitar las interrogaciones

Había un violín sobrenatural que brama a través del carbón
había un endecasílabo de bala junto a un cuerpo en la fosa común del firmamento
había un huevo
un proyecto de latido sobre la tierra seca del jarrón
un plan de alargadas pajas y mullidas hierbas
un dolor en la inocencia del perejil y en la fragilidad de los enchufes

De momento eres la pregunta más interesante
la pregunta mejor planteada
saca una vez con las negras
serás lo que hiciste
recordarás cualquier distancia con la precisión de una fórmula química
cázale una mariposa a Ferlinghetti y hallarás una nueva frontera

Había una pradera esperando su sitio
un huevo oval como multiplicando palacios en las púas de un erizo
una montaña quieta
un eslabón

Mi esposo asomó la lente de la cámara
(¡clic!)
una radiografía
(¡clic!)
del exterior
blanco roto
llegó el amanecer y con él su desaparición
la transparencia aleteando en el corazón desocupado del nido

Había un mullido hueco en el vacío legal de aquella tierra
un polluelo translúcido que abrió su pico en la intermitencia del mundo
un polluelo translúcido que comió la nada y era cero en la noción de algo
un boleto nulo sobre el serrín de la feria
la carencia
ninguno
el nadie más preciso de ninguno entre todas las cosas que no son

***

 

MIEDO DE MÍ

 

No deberías haber untado el reloj con el cuchillo del pan.

Lewis Carroll, el sombrerero en Alicia en el país de las maravillas.

Esconde la mano y tira la piedra
córtale la cabeza al tiempo

Ahora no venía lo del baño
el que espía tras el cristal mientras orinas

Ahora venía lo del invierno y Papá Noel
y los regalos y los polvorones que entregas a los últimos de la fila

En mi ciudad las niñas salen a la calle con la mochila llena de libros
donde no viene lo de la policía
ni lo de la bandera
ni lo de las pelotitas de goma

Ahí solo explican matrices y ecuaciones y Galdós
y ellas quedan con sus vecinas muy temprano

Yo solo estoy meando
en un baño sin puerta de madera
con un cristal tornasolado y grueso
a 700 kilómetros de mi madre

Un usurero asoma su nariz

Su nariz pegada contra el cristal

Su cara contra el cristal

Y tengo náuseas
y miedo
y pienso
¡menuda mierda
en menos de dos años he tenido una pipa en la cabeza
y el asedio de un voyeur!

De todas todas tengo que levantarme
y me verá correr los 200 metros valla hasta llegar al Puente de Carlos

¡Taxi!

La ropa espera sobre el bidé y mi vida pasa como un rayo por su pecera

En Praga los drogadictos se las gastan así

72 horas es un mundo

Y ponle la puta tapa a la sartén

Dejas toda la cocina perdida

Encuentra un asidero

Llévame al Norte

Dame otra cerveza

Tírame sobre la cama

Fóllame-Hagamos el amor

Nos corre(re)mos de risa

Que se vayan todos a la mierda

¿Cómo sería el tiempo si tuviéramos en la cabeza cada minuto?

¿Sabéis lo que es vivir con cada minuto metido en la cabeza?

La gente con agallas se suicida

Vete de farra donde quieras pero regresa con un ramo de flores
y deja todos los cabos sueltos los rojos los amarillos los morados

Cultívame un jardín

¿Qué seríamos tú y yo con 20 años más sin una valla blanca?

¿Qué sería de la noche sin ese puto caos de las estrellas?

Negro
negro
vacío
colapso de oscuridad

Yo tenía pensado morirme contigo
y ahora un agujero ha ocupado el centro del amor
y te estás colando despacio hacia dentro
como un conejito asustado que tuviera mucha prisa y mucho miedo de mí

***

 

LA CHICA DE LA MOTOSIERRA

 

La chica de la motosierra sale de mañana y pasea despacio
los coches a la derecha
los árboles a la izquierda

Brota del agujero del amor con la empuñadura de su arma sobre la espalda
y sonríe a los mirlos
y da los buenos días a las espigas

La chica de la motosierra
pasea desde la orilla de sus años en busca de la silla de la esperanza
el motor en silencio
el acelerador hacia atrás

Hinca sus rodillas en el suelo solo tres o cuatro segundos
e implora al cielo que le aflojen las pinzas de la ropa
implora al cielo para que su cuerpo caiga lánguido
sobre el agua de algún mar lejano
implora al cielo que se encienda una luz

La chica de la motosierra
es solo un espejismo frágil y delicado
que se asoma por tu espejo retrovisor izquierdo
cuando detienes la marcha en un paso para cigüeñas

La he mirado como la que se mira hace solo seis años
y he sonreído
como la que sonríe dos veces en la misma semana a una promesa

La chica de la motosierra
ha pelado muchas patatas para el comienzo del año
y en su dedo pulgar
esconde los chispazos del cuchillo contra la piel
el escozor
el cansancio de las comas
la olla a presión de una condena

La chica de la motosierra no tenía una motosierra
no tenía ni siquiera un cactus
no tenía nada entre sus manos
nada distinto a un paraguas cerrado en un día de sol
y solo piensa
qué rápido se transforma el tiempo
a qué velocidad pasan las horas
y detrás de todos esos minutos siempre se encuentra escondida en
forma circular
la palabra fin
y el segmento muerte.

 

En La cesta del lobo


Ed. Ya lo dijo Casimiro Parker

 

(Fuente: Zenda libros)

 

Raquel Ramírez de Arellano (Madrid, España, 1975)

 

DE LA CESTA DEL LOBO

 






SEGURO QUE NO


picaré mejillones y haré todo haré poesía de todo de todo se hace una

cáscara que guarda sorpresas canciones hipotálamos en el vértice

nupcial donde se celebran los divorcios

me haré la lista respondiendo preguntas en entrevistas para tortugas

entraré fuera del caparazón donde tejen sus soles las avispas trucaré

el cuentakilómetros antes de vender mi ford passat

me haré de noche y saltaré contigo por la ventana cuando el mar

esté dispuesto a recoger la plancha lacónica de nuestros cuerpos

mi ombligo y tus ronquidos tus uñas y mis cejas

regresaremos cada uno por su lado al lugar de nuestra cita y

recogeremos el sable las botas de cowboy y cowgirl y cowbaby

para rodeos haremos las paces con la vecina polaca que plancha

las camisas para celebraciones y entrevistas de trabajo

me reuniré sola con muchas personalidades del mundo de cine mudo

mataré la esperanza de que el nazismo no haya existido más que

en la casa de los horrores y buscaré la imagen de Hitler ordenando

secuestros a sus militares para mear sobre las cuencas rectilíneas

de sus ojos

la acabaré jodiendo bien acabaré jodiendo el lenguaje acabaré por

decir que el código es el mísero elemento donde solo se cultivan

sílabas y después entre la tecla y la tecla del piano trascenderá el

sonido uniformemente acelerado como un timbre sin neumáticos para

el armisticio de las bicicletas

¿no es eso un lexema para tu flexivos?¿no es acaso una raíz para la

perpendicularidad de tus verbos?

me haré la lista responderé a las preguntas de la aupair recien

llegada a Londres como si alguna vez hubiera existido ese idioma

patinaremos con el grupo de referencia para viajantes en el interior de

un buque de guerra

detonaré granadas fuera del círculo firmaré decretos de paz con una

metralleta bajo el brazo lo haré cuando no queden vendajes en los

armarios de los hospitales ni dinero en los paraísos fiscales ni anemia

en las amebas que menstrúan cada treinta y cinco noches

voy a reescribir uno de los poemas de Ashbery que nunca supo qué

significaban sus poemas para cagarnos juntos en la historia de los

reglamentos ¿qué dices que es una ley?¿qué dices que es una norma?

la capacidad de mi mano sobre la tecla no es otra cosa que destruir

con violencia lo que un día tuvo significado ¿podemos volver a

inventar el mundo? pavoneo chuleo reguetoneo poético ¡cáspita! he

inventado una palabra seria este es el momento de suicidarnos todos

creo que hace falta pasta de dientes papel higiénico y pinzas de

tender las ropas hagamos entre todos la lista de la compra la

anticapitalista lista de la compra ¿es este poema un ejercicio de

escritura automática?¿es este poema el haz de luz de la caverna del

surrealismo?¿es este poema un invento para truchas marsupiales y

logaritmos éticos? no seguro que no




Raquel Ramírez de Arellano

La cesta del lobo


Ya lo dijo Casimiro Parker

 

(Fuente: Papeles de Pablo Müller)

 

Liliane Wouters (Ixelles, Bélgica, 1930-Gilly, Bélgica, 2016)

 

Puede ser una imagen de 1 persona

 

AL FINAL DEL AMOR...

 

Al final del amor está el amor.
Al final del deseo está la nada.
El amor no tiene comienzo ni fin.
Él no nace, resucita.
Él no encuentra, reconoce.
Él se despierta como después de un sueño
donde la memoria ha perdido las llaves.
Se despierta con los ojos claros
y se dispone a vivir su jornada.
Pero el deseo insomne muere con el alba
después de haber luchado toda la noche.
 
 
 
______________________
en “Círculo de Poesía”, 30 de enero de 2012. Trad. del francés, Valeria Guzmán. En la imagen Liliane Wouters (Ixelles, Bélgica, 1930-Gilly, Bélgica, 2016) por Chantal Lenoir.
 
 
(Fuente: Jonio González)

 

Gennadi Aigi (Shaimurzino, Rusia, 1934-Moscú, Rusia, 2006)

 

Puede ser una imagen en blanco y negro de 1 persona

 

CRECIENDO

 

En un invisible resplandor
de tristeza dispersa
conozco la inutilidad como los pobres conocen sus últimos vestidos
y sus viejas pertenencias
y sé que esta inutilidad
es precisamente lo que el país necesita de mí
algo confiable como un pacto secreto:
un silencio tan largo como una vida
para toda la vida
 
***
pero el silencio es un tributo, aunque sólo sea silencio
 
***
acostumbrarse a un silencio
cuya marcha sea inaudible como la del corazón
como si la vida
fuera cierto lugar de silencio
y en esto yo soy como la poesía
y sé
que mi labor es difícil y buena en sí
como la vigilia del sereno
en el cementerio de la ciudad
 
 
 
_______________________
en "Lugares en el fuego", Aldus Editores, Ciudad de México, 2002. Trad. José Manuel Prieto. En la imagen, Gennadi Aigi (Shaimurzino, Rusia, 1934-Moscú, Rusia, 2006) por Esaias Baitel.
 
 
(Fuente: Jonio González)

 

Amalia Mercedes Abaria (Buenos Aires)

 

PARA NADA
 

Los perros vagabundos llevan una máscara
para que nadie los asuste.
 
Vuelven de la noche, con algo de quebranto.
 
Y van hacia la noche
con sus pasos de piedra, como fugándose.
 
En una estación cualquiera, se derrumban
 
Y miserables, partirán hacia un sueño pegado a la basura.
 
 
(Fuente: La Parada Poética)
 
 

 

Judith Filc (Buenos Aires, 1962)

 

De "Árboles"




Hallazgo 

Una muchedumbre de troncos le impide el paso. Lucha con ramas y hojas que le rasguñan la cara. Persiste, pero tropieza con un límite. Busca un hueco donde insertarse. Se abre paso entre las ramas. Avanza con cuidado. Más y más adelante. Las hojas esconden pétalos de un amarillo vibrante, cerrados en flor.


Paradoja

Gases oscuros emanan de tubos de escape. Chirriar de ruedas. Bocinazos. El semáforo cambia del rojo al verde. La cola de coches avanza a paso lento. Hay un espacio vacío entre bloques de hormigón. El pasto cubre la tierra húmeda. Sobre el pasto, troncos. Ramas. Hojas. Hojas de un verde que se queda, obstinado, en la memoria.


Olivo

Los troncos son serpientes que se retuercen y entrelazan. Sus cuellos marrones suben rectos hacia el azul. Cada cuello tiene muchas ramas, espinas cortas y afiladas. Cada espina muchas hojas como agujas verdes. Cada aguja se convertirá en flor blanca. Cada flor en aceituna que colgará de las ramas. Hinchada y brillando de aceite.



Árboles
,
Barnacle,
Buenos Aires, 2024








(Fuente: Otra Iglesia Es imposible)

 

Víktor Gómez (Madrid, 1967)

 

UN FRAGMENTO DE 999 PALABRAS

 







[…]


antes de pasar

página, oír al pardillo,

o ir de la idea

(de cárcel vis à vis)

al canto, del cardo

a su ave risueña,

la suavidad canora

en su lid sola,

el verderón

en la vereda,

bueno, dolido

y exhausto

en su huida

de los cazadores.

no se vende

el canto, se enjaula,

se domestica.

búho y albor

no caben en la oficina,

en la caja precintada,

en el convoy

de guerra a la vida,

de guerra en guerra,

de lo que nosoy

y soy, secuaz

ensimismado,

ingeniero de matanzas,

sordo el tordo y la abubilla,

sordo de oído,

torvo en el odio estéreo

que clava lo animal

en la pared, lo trofeo.

troceo del asunto,

atrofia del mundo,

mente atrofiada,

terrible en lo patente,

enjaular el canto,

enlutar el pájaro

en la palabra pájaro,

no dejarle ser,

negarse uno mismo

en la animal

contradicción

de mi especie,

su patente.

[...]




Víktor Gómez

999 palabras


Ilustraciones de Enrique Cabezón

Notas de Lola Andrés y Benito del Pliego

Caligrafía de Chilis Cubeiro


La Cartonera del Escorpión Azul

(Fuente: Papeles de Pablo Müller)

 

T. S. Eliot (Estados Unidos, 1888-1965)

 

"El hipopótamo" 


 
 
(Y cuando se lea esta epístola entre vosotros, haced que se lea también en la iglesia de los Laodiceos).

El hipopótamo de ancho lomo
con la panza en el fango yace;
aunque nos parece tan sólido,
es sólo de carne y sangre.

La carne es frágil, es endeble,
puede sufrir postración nerviosa;
pero la Iglesia no cabe que falle,
porque está fundada en la roca.

El ’pótamo los pasos yerra,
fines materiales midiendo;
nunca se conmueve la Iglesia
para obtener sus dividendos.

Al mango que pende del árbol
el ’pótamo nunca llega;
dan la granada y el durazno
desde ultramar fresco a la Iglesia.

En el celo la voz del ’pótamo
muestra una ronca, rara inflexión;
cada semana llena de gozo
la Iglesia canta su unión con Dios.

El ’pótamo perezosamente
duerme de día; de noche caza;
Dios obra misteriosamente,
la Iglesia a la vez se nutre y descansa.

Yo vi abrir las alas al ’pótamo
subiendo de húmedas sabanas;
un coro de ángeles en torno
alaba a Dios cantando hosannas.

Por la sangre del Cordero, limpio,
mientras brazos celestiales lo enlazan,
entre los santos tendrá un sitio
y tocará un arpa dorada.

Quedará blanco como la nieve:
todas las vírgenes lo besan;
la Iglesia abajo permanece
entre la vieja niebla infecta.
 
 

T. S. Eliot, incluido en Antología de poetas ingleses modernos  (Editorial Gredos, Madrid, 1963, trad. de Vicente Gaos).
 
(Fuente: Asamblea de palabras)


 

Robert Bringhurst (Los Angeles, California, 1946 / vive en Canadá)

 

Poema sobre el cristal

 

Miralo, ponete

a mirar el cristal porque

te va a revelar, no

al futuro, no, sino

su calidad de cristal,

la naturaleza de lo claro,

te va a enseñar lo constreñido

de la luz sin cortar,

por completo despejada.

 

  Traducción de Ezequiel Zaidenwerg



martes, 30 de enero de 2024

Anne Carson (Canadá, 1950)

 

Isaías, parte I
 
 

Isaías despertó enojado.
La canción del mirlo que endulzaba sus oídos no era enojo.
Dios había llenado los oídos de Isaías con aguijones.
Una vez, Isaías y Dios fueron amigos.
Solían conversar cada noche. Isaías corría al jardín.
Conversaban bajo una rama, la noche llegaba.
De los pies a la cabeza, Dios hacía que Isaías llamara.
Isaías amó a Dios y luego su amor se volvió dolor.
Isaías quiso un nombre para el dolor, lo llamó pecado.
Isaías fue un hombre que creyó ser una nación.
La llamó Judea y el pecado fue su condición.
En Isaías, Dios vio arder la mortaja del mundo.
Isaías y Dios vieron las cosas de forma distinta. Solo puedo contarles sus acciones.
Isaías se dirigió a la nación.
¡La fragilidad del ser humano!, gritó.
La nación se conmovió por fuera y se volvió a dormir.
Dos tablas de carne ensangrentada envolvieron sus ojos como alas.
La nación durmió como una pintura brillante y dura.
¿Quién puede inventar un nuevo temor?
Y aun así inventé un pecado, pensó Isaías, repasando los nudos de la rama.
Y entonces, debido a una gran atracción entre ellos
-que Isaías resistió (a favor y en contra) el resto de sus días-,
Dios aplastó su indiferencia,
lavó el pelo de Isaías con fuego
y decidió quedarse.
Bajo sus alas de carne la nación escuchaba.
Tú, dijo Isaías.
No hubo respuesta.
No te escucho, dijo Isaías, de nuevo bajo la rama.
La luz destiñó la cámara nocturna.
Dios llegó.
Destruyó a Isaías como vidrio a través de todas las cuencas de su nación.
¡Mentiroso!, le dijo.
Isaías puso sus manos en su túnica y su mano en su cara.
Isaías es un hombre pequeño, pero no mentiroso.
Dios se detuvo.
Y así fue su acuerdo.
Frágil de ambos lados, pero sin mentiras.
La esposa de Isaías se asomó a la puerta, el marco se movió.
¿Qué es ese sonido?, preguntó.
El temor del Señor, dijo Isaías,
y sonrió en la oscuridad. Ella entró de nuevo.
 
 
Anne Carson
Cristal, ironía y Dios
Trad. Jeannette L. Clariond
Vaso Roto,2023
 
(Fuente: Alejandra Boero)

Bernardo Colipán Filgueira (Osorno, Chile, 1966)

 

“No puedes escribir poemas malos, teniendo entre tus libros a William Blake”





 

No se habita la memoria sin su órgano.

En el cuadrado del olvido

las formas vacías se ponen duras 

y el corazón perdido busca

su cáscara de sal.

Entre el humo y la niebla bajo mi puerta.

Cinco reinos vacíos me llevan a ti,

a una mano sin anillos, a mis sueños

donde siempre me interrumpes 

y llegas con tus manos heladas

y me hablas de la muerte del tabernero.

De la mujer que lo amó, 

sin esperar nada más que un caballo

que la lleve de vuelta al umbral,

donde siempre se ve amada,

revolcada,

bajo el polvo de una tarde de domingo.

 

 

 

en Comarcas, 2013



(Fuente: Descontexto)

 

Dionisio Pérez Venegas (España, 1962)

 

CANTIGA ENTRE LA HUMUVIA




Amor, y yo esperándote

para que me orearas.


Por los Matagallares

baja la humuvia

sin temor a los truenos

ni miedo a la canícula.


La noche va cayendo

por la Almijara.

Con la humuvia compiten

la sedienta albahaca

y

el jazmín que refresca

las noches cálidas.

Amor, y yo esperándote

para que me orearas.




 En Humuvia. F. Domene, S. Aguaded Landero, D. Pérez Venegas, Eds. Editorial Alhulia. Granada, 2023

 

(Fuente: Voces del extremo)