sábado, 5 de mayo de 2018

Osvaldo Lamborghini



LOS ENFERMEROS, QUE SABEN.
 
dicen que son irresistibles.
¡Tantas veces han perdido
la cabeza (y el puesto)
por ellas!
—Y también los médicos.
Quiebra en el cotidiano manejo profesional:
hay “algo” en el olor de las locas,
en el vaho que se desprende de sus cuerpos.
Locas: Ellas,
con “algo” en la carne y en el olor de la carne
que ni la electricidad puede arrancarlo,
ni las palabras.
Las palabras son el último intento
antes de la perdición definitiva.
La que entra en el consultorio delirando
se lleva a otro atrapado en sus respuestas.
Las vidas “arruinadas”, ojo,
no merecen elogio ni elegía
ni melancólica
oda postrera.
En el momento la loca habló
y en el otro vino el vértigo.
La encuesta previa para el levante de este
remedo de poema (¡y el tiempo vino!)
llevó a la puerta oclusa del ex doctor Groshen,
el expulsado de los cuerpos de salud.
“Me seducían invariablemente”, dijo,
con los dedos manchados,
“y después me abandonaban a mi suerte”.
—Por una loca hija de puta o puta... —comentamos
“¡No!”, él cortó la frase.
Suerte: Expulsión, él: el expulsado.
La medicina no lo necesita
ya más
y tampoco, tampoco es preciso
a las palabras placentas de las locas:
por un cuerpo que pierden
encuentran toda una academia para ejercer.
¿Cómo decirlo?
¿Quién ejerce y a quién ejerce?
La puerta se abre y los razonamientos
de Groshen exdóctor se evaporan
“¡Me quemó los sesos!”
Hay una mujer con la mirada perdida
y vaga sonrisa
que llama desde el umbral.
El olor llega hasta aquí
hasta la noche del blanco castillo,
o sombras débiles. Hasta el órdago
de las curaciones.
Me estaré
me pregunté
volviendo “loca”.
Oleré, acaso,
de esa manera y con ese
perfume y dardo de que hablé.
Groshen me ruega
un poco de amor:
“¡Un poco de amor!”
O que le dirija, en última instancia,
la palabra
llegaste ¿estás contento Groshen?
los berbiqüines de Dios están aquí
y guirnaldas
en una cantidad tal
y de gran preciosura
que ninguna boca sola
podría proferirlas
se pierde todo temor a estafa aquí
hay joyas brillando y jodas perennes
hay un grano de anís
orgullo de la placenta
hay un pliego y lápiz
japonés
o leeré
reclinado sobre la solución adivinanza
o el invento de otra en su
insoluble reemplazo que
que, inmensamente castillejo corresponde
a hidalgojo
inmensamente
y el que tiene
¿con qué me hueles?
¿la nariz el culo o la boca?
 
 

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