A SU CONJUNTIVA AZUL LA ROZARON PRADOS DE UNA PLEGARIA
Los hechos son incontestables. Se multiplican
a un ritmo de cinco crías al año, invaden un mirto
si por piedad se les dio alimento y alojan pulgones
involuntario para cubrirlo de urticaria en vez de muros
de adobe y subregionales brisas. Los daños son verosímiles.
Su excremento, abundante en ácido úrico, corroe
el techo de las carrocerías hasta penetrar, por lagrimeo,
la proa del mundo industrializado, dejar ver cómo tiende
sombra sobre ensoñaciones burguesas. Tiene la mirada
neutra de un obelisco o una muñeca fallecida.
Todo eso está bien y no produce asombro en cuanto
es miembro de número del planeta Tierra. Como tal, asimismo
picotea hasta la muerte a otros ejemplares más jóvenes
una vez desatado el disenso. ¡Es un personaje-tipo!
De todos modos, me pregunto si sus colaboraciones
en pro de una soledad fastuosa, llevada en unidad con la piedra
desnuda y la piedra labrada, no la hacen merecedora
de una mención especial, un dístico trenzado por picos.
Quiero decir que su canto abre el día y anuncia la noche
en la que tendremos poderosas razones tanto para dormir
como desvelarnos. Al menos me sucede a mí, hombre
entre hombres, nacido, crecido, formado y muerto
entre palomas. 𝒵𝑒𝓃𝒶𝒾𝒹𝒶 𝓂𝑒𝓁𝑜𝒹𝒶, cuculí
en la estima de todos. Goza de nuestro agradecimiento.
Su canto conserva las esporas de lo que convertido
en escuchado en finuras de verdad se transforma: y es comunicable.
.....
(Fuente: Daniel Freidemberg)
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