ME HE RETIRADO A UNA CUEVA...
y cuento las estrellas fugaces,
Señor, ¿adónde has ido?
El cielo está vacío sin ti,
la piedra es estéril, los grillos cantan, los lagos están secos
como los párpados de los viejos.
Los molinos lanzan sombras de ángeles,
sombras rojas, sin esperanza.
Elohim, ¿dónde sangras?
Los ciervos de los bosques rumanos han perdido
por senderos de hojarasca cuernos y lágrimas.
Tengo la boca quemada.
Si no hubiera nacido jamás
tal vez sufriría menos tu ausencia,
y tal vez habría amado la noche serena.
Y cuando, con los cabellos llenos de estrellas fugaces,
me adentro en los senderos del sueño,
Elohim, te sigo buscando.
Entonces oigo tus pasos y los cuento
y me parece
que una luz inmensa viene a mi cueva
y que un pájaro mágico
se queda dormido sobre mi hombro.
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en "El Levante", Impedimenta, Madrid, 2015. Trad. de Marian Ochoa de Eribe. En la imagen, Mircea Cărtărescu (Bucarest, Rumania, 1956) por Juan Manuel Serrano Arce.
(Fuente: Jonio González)
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