Impugnación de la poesía
Cuando el rey de Siam se hartaba de un cortesano, le regalaba un bellísimo elefante blanco. La milagrosa criatura demandaba tanto ritual que cuidarlo debidamente era la ruina. Pero cuidarlo indebidamente era peor. Al parecer, no se podía rechazar el regalo.
SEMANA JACK GILBERT
Cuando Jack Gilbert ganó el prestigioso premio Yale Younger Poets por Views of Jeopardy en 1962, gozó de una súbita y efímera popularidad, impropia de un poeta: sus fotos aparecieron en Vogue, Esquire y Glamour, y la gente se robaba sus libros de las bibliotecas públicas. Pasó años en Europa y viajando por el mundo, trabajando en lo que aparecía y escribiendo lo que podía.
Su poesía se caracteriza por una austeridad que no es despojo sino búsqueda de la mayor nitidez posible. Gilbert se definía como un “romántico serio”, y sus poemas se mueven entre el amor y la pérdida sin sentimentalismo, con una claridad tirante, que a veces parece ligereza pero siempre busca destilar la intensidad de una experiencia. Escribió sobre la muerte de su esposa Michiko Nogami, sobre las mañanas, los pepinos, y la insoportable fortuna de seguir vivo. Publicó poco y, a pesar del reconocimiento cosechado, nunca vivió la poesía como una carrera: “No soy un profesional. Soy un campesino de la poesía”.
(Fuente y traducción: Ezequiel Zaidenwerg Dib)
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