lunes, 22 de agosto de 2022

Antonio Gamoneda (España, 1931)

 

Caigo sobre unas manos

 

Cuando no sabía
aún que yo vivía en unas manos,
ellas pasaban sobre mi rostro y mi corazón.
Yo sentía que la noche era dulce
Como una leche silenciosa. Y grande.
Mucho más grande que mi vida.
Madre:
era tus manos y la noche juntas.
Por eso aquella oscuridad me amaba.
No lo recuerdo pero está conmigo.
Donde yo existo más, en lo olvidado,
están las manos y la noche.
A veces,
cuando mi cabeza cuelga sobre la tierra
y ya no puedo más y está vacío
el mundo, alguna vez, sube el olvido
aún al corazón.
Y me arrodillo
a respirar sobre tus manos.
Bajo
y tu escondes mi rostro; y soy pequeño:
y tus manos son grandes; y la noche
viene otra vez, viene otra vez.
Descanso  de ser hombre, descanso de ser hombre
 


(Fuente: Poesía de El Toro de Barro)

 

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