miércoles, 24 de agosto de 2022

Hugo Toscadaray (Buenos Aires, 1957)

 

Pagodas

 
1.
Al tío Ho le gustaba conversar con los niños bajo la sombra de las esterillas. Les hablaba de reyes decapitados de príncipes traidores,
del dragón de los arrozales que incendiaba la cabellera de los impiadosos. De las largas caravanas que trasladaban mágicas piedras y animales increíbles. De los bandidos tumultuosos que asolaban las aldeas y de su contra cara: los pícaros contrabandistas que -siempre generosos- aplacaban el hambre de los viejos y claro también la sed de las muchachas.
 
Al tío Ho le gustaba conversar con los niños bajo la sombra de las esterillas. ¡Y cómo reía el tío Ho con la risa de esos niños! 
 
Al tío Ho –ahora el poeta Ho Chi Min- le gustaba conversar con los niños bajo la sombra de las esterillas a pesar de los bombardeos y el napalm. 
 
Años después aquellos niños ya hombres
supieron que bajo la sombra de las esterillas
habían estado escuchando el trino venidero. 
 
 
2.
Yukio Mishima ingresó en el pabellón dorado
buscando la huella del samurai perdido.
 
Yukio Mishima solía decir que añoraba el pasado porque amaba el futuro.
Él sabía -o al menos presentía- que esa huella
lo llevaría hasta la barba misma de las tradiciones más puras
que su gente dolorosamente había olvidado.
 
Yukio Mishima comprendía o se esforzaba por imaginar
que con esa búsqueda su pueblo recobraría la felicidad.
 
Yukio Mishima –ahora el poeta Yukio Mishima-
ingresó en el pabellón dorado buscando la huella del samurai perdido y encontró la rebelión y mudó en harakiri.
 
 
 
(Elogios o las alucinaciones del derrumbe – Homoludens Ediciones, 2015)

 

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