UN POEMA DE JOSÉ ANTONIO LLERA EN EL HOMBRE AL QUE LE ZUMBAN LOS OÍDOS
FARMACIAS
El mundo —los despertares, la fibra óptica, las grandes consultoras— nos enferma. Por eso acudimos a las puertas de la farmacia, para comulgar con sus ríos de hierro y sombra.
Le pedimos Fluoxetina 40 mg. a la bella farmacéutica que se decolora el pelo usando agua oxigenada. Nos entrega la sagrada forma. Así, drogadas y lánguidas, danzamos delante de nuestros jefes, a los que vemos desnudos e irritables (acaban de leer la historia de Polifemo y se tocan mucho los párpados).
Nuestras creencias se espesan como el colágeno. El ventilador tiene patas de gallo. ¿Quién será el vecino que se afeita al amanecer?
Rompe esta tela de algodón e introduce los dedos por la abertura. ¿No ves la cámara mortuoria?
El mundo —te lo repito— nos enferma. Saca el balde a la calle y hojea el Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disordiers (5th Edition). Ahora lo sabes: los esquizoides afinan las campanas; los agorafóbicos estudian arquitectura en las láminas de Giorgio de Chirico; las anoréxicas trabajan de reponedoras; las bulímicas curten las pieles; los afásicos maquillan a los actores del kabuki.
Por la carretera de Sintra, las amapolas han pintado de rojo los arcenes. ¿Te sirvo otra ginebra?
Aquella muchacha que sorbió ácido sin darse cuenta, ¿la conoces? No iremos solas a la fiesta de fin de curso, Iremos todas juntas, nosotras, las vírgenes de la farmacia, venéreas, enlutadas y roncas.
José Antonio Llera
El hombre al que le zumban los oídos
Ril Editores
(Fuente: Papeles de Pablo Müller)
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