miércoles, 2 de junio de 2021

Louis MacNeice (Irlanda, 1907 - 1963)

 

 

Posdata a Islandia

para W. H. Auden

 

Ahora que comienzan las noches de invierno
el consuelo solitario me encierra;
así que antes que la memoria se equivoque
repaso nuestro viaje a Islandia –

Ni idílico ni romántico para mí
en una mítica orilla
sino un giro fantástico, ya sabes,
intercalado en un espectáculo más serio.

Abajo en Europa cayó Sevilla,
naciones germinando el infierno,
los juegos olímpicos se llevaron a cabo –
manchas sobre el sol ario.

Y el don expuso en mí
cómo el paisaje del norte
había inferido el estilo de la saga
avanzando lentamente milla por milla.

Y el don replicó en ti
que el Norte empieza por dentro,
nuestras entrañas ascéticas requieren
aires del fuego latino.

A pesar de todo, sin cercar un solo fantasma,
éramos felices mientras observábamos
cuervos desde sus muros de pizarra
cruzar alrededor de la ballena podrida,

mientras observábamos hervir las cuencas de azufre,
bucles de vapor enrollándose y desenrollándose,
mientras el valle se desvanecía
en un boceto del Día del Juicio Final.

Así anduvimos, bromeando y fumando
sin milagros evocados,
sin levitaciones ganadas
en el tenue sol irreal;

en esta isla nunca se vieron
florecer visiones desde el suelo,
ni conversiones como la de San Pablo,
ningún gran acontecimiento en absoluto.

Las vacaciones deberían ser así,
libres de énfasis excesivo,
es hora de que el alma se estire un poco y escupa
antes de que el mundo vuelva sobre sí,

antes de que las chimeneas en interminables hileras
se burlen en el humo, “Te lo dijimos”
y las sirenas envueltas en niebla invoquen
la ruina del largo malecón.

Filas de libros están de pie a mi alrededor,
cercándome a cada lado;
a través de ese bosque de palabras muertas
cazaría a los pájaros vivos –

grandes pájaros negros que vuelan solos
lentamente a través de una tierra de piedra,
y las gaviotas que tejen un libre
manto de ritmo sobre el mar.

Aquí en Hampstead me siento hasta altas
horas de la noche que nadie comparte
y espero que suene el teléfono o
ángeles desconocidos en la puerta;

mejor eran los cielos del norte
que este desierto disfrazado –
alfombras y almohadones y el largo
espejo que repite la canción.

Por la letanía de la duda
de estas paredes sale el aliento
hasta que la habitación se convierte en un pozo
tarareando de miedo

con miedo a la soledad
y a la falta de comunicación;
todos los cables están cortados, amigos míos,
viven más allá de los extremos separados.

Así que escribo estas líneas para ti
que también has sentido el deseo de morir,
pero tu codicia por la vida prevalece –
bebiendo café, contando historias.

Nuestras prerrogativas como hombres
se cancelarán quién sabe cuándo,
todavía bebo a tu salud antes
que la culata golpee la puerta.

 

 

Postcript to Iceland

for W. H. Auden

 

Now the winter nights begin
Lonely comfort walls me in;
So before the memory slip
I review our Iceland trip –

Not for me romantic nor
Idyll on a mythic shore
But a fancy turn, you know,
Sandwiched in a graver show.

Down in Europe Seville fell,
Nations germinating hell,
The Olympic games were run –
Spots upon the Aryan sun.

And the don in me set forth
How the landscape of the north
Had educed the saga style
Plooding forward mile by mile.

And the don in you replied
That the North begins inside,
Our ascetic guts require
Breathers from the Latin fire.

So although no ghost was scotched
We were happy while we watched
Ravens from their walls of shale
Cruise around the rotting whale,

Watched the sulphur basins boil,
Loops of steam uncoil and coil,
While the valley fades away
To a sketch of Judgment Day.

So we rode and joked and smoked
With no miracles evoked,
With no levitations won
In the thin unreal sun;

In that island never found
Visions blossom from the ground,
No conversions like St Paul,
No great happenings at all.

Holidays should be like this,
Free from over-emphasis,
Time for soul to stretch and spit,
Before the world comes back on it,

Before the chimneys row on row
Sneer in smoke,“We told you so”
And the fog-bound sirens call
Ruin to the long sea-wall.

Rows of books around me stand,
Fence me round on either hand;
Through that forest of dead words
I would hunt the living birds –

Great black birds that fly alone
Slowly through a land of stone,
And the gulls who weave a free
Quilt of rhythm on the sea.

Here in Hampstead I sit late
Nights wich no one shares and wait
For the phone to ring or for
Unknown angels at the door;

Better were the northern skies
Than this desert in disguise –
Rugs and cushions and the long
Mirror which repeats the song.

For the litany of doubt
From these walls comes breathing out
Till the room becomes a pit
Humming with the fear of it

With the fear of loneliness
And uncommunicableness;
All the wires are cut, my friends
Live beyond the severed ends.

So I write this lines for you
Who have felt the death-wish too,
But your lust for life prevails –
Drinking coffee, telling tales.

Our prerogatives as men
Will be cancelled who knows when;
Still I drink your healt before
The gun-butt raps upon the door.

 

En Selected Poems (1928 - 1963)

 

Trad. Juan Arabia

 

(Fuente: Buenos Aires poetry) 

 

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