verás ciudades de agua I
Las ciudades de agua en tus ojos
a PW
Un hombre que agoniza te ha soñado, un hombre
que agoniza te ha seguido. Uno que quiso morir
contigo cuando tú quisiste morir.
Allí está mi cuerpo estrellado contra los arrecifes
cuando ahogándome te vi emerger y eternamente
cerca y eternamente lejos eras tú la inalcanzable
playa.
Todo en ti es doloroso.
Te saludo entonces y saludo a lo eterno que vive
en la derrota, a lo irremediablemente destruido,
al infinito que se levanta desde los naufragios,
porque si agua fueron nuestras vidas, piedras
fueron las desgracias.
No soy yo, son mis patrias las que te hablan: el
sonido de océano que describo, las estrellas de
la recortada noche.
Iluminada de la noche tu cara sube cubriendo
el amanecer. Abres los párpados, entre ellos
millones de hombres dejan el sueño, toman sus
autobuses, salen,
las ciudades de agua en tus ojos
a PW
Todo en ti está vivo y está muerto: el fulgor del
pasto en la aurora y el hilo de voz creciendo en
el diluvio, el feroz amanecer y la mansedumbre,
el grito y la piedra.
Todo mi sueño se levanta desde las piedras y te
mira.
Toda mi sed te mira, el hambre, el ansia infinita
de mi corazón.
Te miro también en el viento. En las nieves de
la cordillera sudamericana.
Allí está la calle en que esperé que amanecieras,
la noche póstuma, el país muerto en el que no
morimos. Allí están todas las heridas y golpes
cuando emergiendo del destrozado sueño volví
hacia ti los ojos y vi las desmesuradas estrellas
flotando en el cielo.
Tu cara ahora flota en el cielo, detrás corre un
río. Hay un hombre muy viejo.
Hay un hombre muy viejo en el medio del río
y tú lo miras
las ciudades de agua en tus ojos
a PW
Sabes que estás muerta para el amor y no amas.
Todos los puentes están rotos y tus padres ya
cansados se devuelven sobre sus pasos, ya no
vendrán a visitarte.
Han pasado miles de años de todo eso y ahora
acabas de despertar.
Somnolienta te tocas la cara y palpas bajo la piel
el trabajo de la calavera que te sobrevivirá como
en el fondo del lago la piedra sobrevive al cuello
a la que fue atada.
Sabes que estás muerta para el amor y no amas.
Te preparas entonces un café y enciendes con
distracción la radio, te sientas, te levantas de
nuevo, abres la ducha como un cotidiano rezo
matutino y sientes el antiguo golpe.
Como hace miles de años todos los puentes han
sido arrancados y no hay salida:
Sabes que estás muerta para el amor.
Sabes que estás muerta para el amor, pero él te
ama. Levantas la cara,
las ciudades de agua en tus ojos
(Fuente: Ada lírica)
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