miércoles, 30 de junio de 2021

Uilliam English, (Irlanda, 1709-1778)

 

 

Yendo a la feria de Curreeny

 

Iba yo a la feria de Curreeny
el día décimo de agosto, y al andar
encontré a una joven sola en el camino,
que era dulce y bella de mirar.
 
Los rizos le caían en los hombros
enmarcando su cara inmaculada,
las servillas le cubrían los talones
y Cupido bailaba en su mirada.
 
Le hablé a esa deslumbrante criatura
apretando mi sombrero con la mano.
Soñé, como presa de un ensueño,
que libábamos al borde de aquel prado.
 
“La belleza y el amor de toda Irlanda
son tu rostro, tu figura y porte fino.
Cree, amor, esos halagos.
No soy un infame libertino.”
 
“Soy una mujer que quedó sola —
sin guía estas colinas debo atravesar.
Dejadme, en el nombre de María.
¿O queréis mi buen nombre mancillar?
 
No soy ninguna joven alocada
aunque he dejado a mi padre muy atrás.
Oh clérigo, olvidad vuestras lisonjas
y seguid a la feria en soledad.”
 
Di un salto adelante al oír eso
hacia aquella que atrapó mi corazón.
Defendido como estaba su castillo,
al final la fortaleza ella rindió.
 
Ayudado por sus besos ardorosos,
al contento más dulce la llevé.
Luego la guié por la montaña
y el camino hacia la feria retomé.
 
Llorando arrepentida dijo ella,
“Mi amor y mi pasión os entregué,
no me dejes así, mi buen amigo,
dondequiera que desees te seguiré.
 
Si tu ejército audaz ha conquistado
mi ciudad y mi puerto y guarnición
con la fuerza del cañón para mujeres,
ahora donde vayas iré yo.”
 
 
 
......

[Trad.: Gerardo Gambolini]
 
 
(Fuente: Gerardo Gambolini)

 

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