jueves, 20 de junio de 2019

Nilton Santiago (Perú)


OCHO SOLSTICIOS

CONTRA LA POESÍA DEL LENGUAJE:

EL ESTUDIO DE LA MATERIA DEL AGUA VS.
EL ESTUDIO DE LA MATERIA DEL LENGUAJE


Para designar la palabra mar

primero
hay que saber qué es la lluvia para un caballo.

Segundo
hay que ponerle una escafandra al caballo

no, mejor hay que sacar el caballo del agua.

Para ello sólo tienes que ir a buscarlo al diccionario

en la palabra mar

allí lo encontrarás solitario y lleno de escamas

y verás que ha crecido

hasta alcanzar el tamaño de un pez

y que el significado de caballo

esta irremediablemente contenido en la palabra mar.




ANÁLISIS SOBRE EL FRACASO DE UN POEMA (Y DEL LENGUAJE)
PARA DESCRIBIR LA LUNA LLENA


Un hecho poético abandona una farmacia
donde una pobre vieja ha concertado una cita con este poema.
No soy yo el que ve a la vieja sujetarse de la lluvia para sentarse
sino un pelícano.
El pelícano es un ser del aire.
Eso lo sabemos porque el aire cruza los campos de girasoles.
Porque 15.000 litros de aire entran en los pulmones de un gorila al día.
Entonces tomamos conciencia de que existe el aire
porque sabemos que los gorilas existen.
En la farmacia, a la vieja le recomiendan cuidarse la glucosa.
El hecho poético se pone las gafas de leer
y deja al pelícano y a la vieja hablando de sus males.
Todo se puede solucionar con paracetamol.
El hecho poético baja a la estación del metro.
Entra sin pagar, como es lógico.
Un vagabundo le pide dinero.
“Pero el dinero solo sirve para hacernos más pobres”
—le dice el hecho poético.
Igualmente deja caer una moneda como una yema caliente.
El vagabundo la guarda en una de las grietas de su corazón.

Dos muchachas

hablan con una libélula que creo que soy yo.
¿Soy yo o mi representación? ¿qué coño es ser yo?
Las dos chicas ríen porque les he dibujado un mapa en la mano.
Buscan un sitio donde “comprar”.
Debo tener cara de “camello” latinoamericano.
Mientras espero el tren no puedo dejar de ver el puto móvil.
Como todos los hijos de puta
que vamos a trabajar vestidos como soldaditos de plomo.
No sabemos ni usar un matamoscas y creemos que hacemos
lo suficiente para ganarnos los frejoles.
El metro está lleno de negros vendiendo bolsos falsificados.
Los miro. También un policía que escupe sobre las vías.
Este día no ha existido.
Ni la farmacia, ni el vagabundo, ni las dos chicas libélula.

El hecho poético vuelve a casa, resignado,
vestido como yo:
un puto soldadito de plomo.

Otra noche se irá a la cama sin escribir un poema.

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