jueves, 27 de junio de 2019

Luis Luchi (Buenos Aires, 1921 - Barcelona, 2000)



LA MUERTE DEL POETA



El poeta estaba muerto con su poesía
lo rodeaban
algunos parientes muy mayores de edad.
Para poder dar salida a su belleza
había retorcido su cronología,
hasta las últimas gotas.
Esa fue su misión y la cumplió
maestros no los buscó
discípulos no lo buscaron a él
los otros iguales
en cuanto les clavaba su dolor
se lo devolvían con sus propios
llameantes cuchillos.
Por lo tanto murió solo y no joven.
Unos pocos parientes,
infaltables con sus expresiones
de viejos resignados,
lo rodeaban.
Y poco después, un tiempo nomás
el ropavejero que visitaba la zona
cargaba en un carro
sus últimas botellas vacías
y un paquete de libros muy leídos
atados con hilo sisal.





FRAC



Qué gracioso debo quedar metido en el frac.
Supongamos que estoy invitado al banquete
y por una componenda ineludible
debo colgarme el elegante uniforme.
Entrar al salón
donde vestidos iguales
se ponen de acuerdo
en la catadura de la risa,
establecida en el concilio
de los más ricos y poderosos.
Una flor perfumada de blanco
ilumina el armisticio de mi hombro,
disfrazada en mi pavada de vida
con plata prestada,
curiosidad prestada que exigen devolución.
Consideran mi claudicar
en sus cambios de mirada,
me aferro al pasado,
solicito que lo llenen,
al principio con timidez,
y empiezo mi cantinela de ropa mameluco
terminando tan igual
que ayer y que mañana
con un vaso de vino volcado.



(Fuente: Meta poesía)

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