UN POEMA DE ALGO QUE DECLARAR
EL ARTE DE HACER BRONCE
cualquier Sistema
que explote a los demás
no es bueno, está mal,
dice Ángeles,
y en este crucero en concreto
nos explotan a nosotros
como clientes y a ellos
como trabajadores
debido a eso
el día cuatro renunciamos
a los colores de génova
y también a los de santa
margarita y portofino
el día seis nos quedamos
sin degustar los caldos
de la bodega mercouri,
en katakolon, grecia
el día siete, en kusadasi,
ni subimos en jeep ni
nos escapamos al parque
acuático de pamucak
ni vinimos luego
de casa maría santísima
y por último, el día nueve,
ni capri ni pompeya
ni la península de sorrento
y un cero
en el arte de hacer bronce
así, de esa manera,
esa misma noche,
la noche del nueve,
después de la cena,
después de la última
cena a bordo,
con lo que ahorramos
en excursiones y pijadas
pudimos rellenar
los sobres de las propinas
con las que el servicio
completaba los miserables
50 dólares semanales que,
según se rumoreaba,
les pagaban como salario
y entregarle uno
al camarero de mesa cubano
al que en ocasiones
le duele tanto la espalda
que tiene que esconderse
para llorar de dolor
pues en este crucero
al servicio no le está
permitido quejarse
y otro a su ayudante,
de nacionalidad búlgara
y el último para jerry,
el filipino,
camarero de camarote
solo poseemos,
como le oí decir a un pasajero
y es verdad,
aquello que conservamos
después del naufragio
David González
Algo que declarar
Poesía de no ficción
Bartleby Editores
(Fuente: Papeles de Pablo Müller)
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