jueves, 30 de mayo de 2024

Martín Adán (Lima, Perú, 1908 - 1985)

 

 
DIARIO DE POETA - Fragmento. 
 
 

Y no sé qué soy. Cada filosofía
Me da una duda más de mi persona y celo.
Piensa con gruesos lentes y ningún recelo,
Y soy como cactus en una roca impía.
Y yo no sé decir todo lo que me digo.
Yo temo de mi voz, mi constante testigo,
El que me hizo la letra y rehace a cada instante
¡Cuánto vivir apenas, con la mano colgada,
Con dios que ya no se oye, como la carcajada,
Y con dios que ya asfixia como humo bastante!...
Y está como está Amor, por el último beso.
Somos de carne y hueso, sin fin y sin teoría
Que enseñe a ningún tacto a ser una alegría
Y está como está Amor, con su cuerpo y su peso.
Amor es el que está... el beodo en su exceso
O el mendigo, que está con la mano nadía,
O el que hiede a colonia con la mirada mía
O el que estuvo y no está como yo me estoy preso.
El instante es eterno. Uno no es otro: es uno.
Yo no soy mi vecino, yo no soy mi ninguno.
De arrabio personal, de acero latente.
Acero del vivir el día todavía...
La tierna sinrazón en la que yo me acuno;
¡Temo el hacer que impone la lenta poesía!
Es como el Río, que es y que pasa y que toca
Y que se está siempre el mismo, como otra vida mía.
Yo amo al Río, mi padre, el que hizo mi alegría
Y mi desesperanza y a la mía otra boca.
Así es mi vida, así es, que corre por la roca
Blanda o dura, como flora de acaso o todavía,
O espejismo tal vez de la carne nadía,
Y todo es, tan todo, a distancia tan poca...
El río es como soy, no sé más. Si supiera
Yo me sabría adónde y por qué soy mi sino,
Con mi fondo de real y lampo de quimera.
Quien no vivió tragedia, no nació. Y ando quieto,
Contando con los pies mensuras del camino,
Y Callando ‒¡ay. Mi Muerte!‒ de feto de secreto.
Y yo soy como soy... sobre el peligro estante.
No hay otro dios que el mío, porque nunca varío.
Porque nada que lo es, lo es sino es lo mío,
Y yo me soy, doquiera, con el ojo distante.
Uno me echa el sombrero; otro me hurta el guante
Y yo sigo mi curso como lo sigue el río.
¡Es tan tarde morir entre gana y desvío!...
¡Y yo soy el que soy... mi peligro bastante!
Dios existe, sin duda. ¿Por qué soy si yo dudo?
¡Si dudo de existir, con la mano colgada!...
¡Llamar a golondrina, conversar con el mudo!...
La poesía es diurna y es clara: es que no sé.
Sólo que es un algo lo que llamamos nada.
Dios existe, sin duda; ay, ¿pero para qué?...
 
 
(Fuente: Lab De Poesía)

 

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