Hablo con Borges
Los ojos se parecen a las lágrimas
por la forma que toman al caer.
Míralas, tan atentas y visibles.
Te haré un collar de lágrimas alegres
y en cada piedra la fidelidad.
¿Por qué alegres? Hubieras preguntado,
y yo, siguiendo tus palabras, digo
para ser cursi, con una sonrisa.
No toques el collar: anida el mundo
con otras cosas que no morirán,
como los pensamientos que te mando.
No morirá el adiós que me dijiste,
ni tampoco “Silvina no me olvides”,
ni morirá mi “Nunca olvidaré”.
Estarás viendo lo que nadie ve,
lo que viste del mundo transmitido
por algunos cristales milagrosos
donde se ve lo que uno quiere ver,
lo que nos enseñaste a descubrir,
el tan rosado rosa de una rosa,
el cielo cuando se hunde en las tinieblas
sin tela, sin pintura, sin pincel,
llevándose el color verde del pasto,
la fuerza del silencio en la palabra,
esa palabra que no dice nada,
ese silencio que tampoco dice,
esa muerte que dice muchas cosas,
y así me pierdo en el inalcanzable
mar cruel de los reflejos ya sin fin
que hoy se miran, transmiten lo indecible,
la promesa tal vez de algún proyecto...
(Fuente: Biblioteca Ignoria)
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