Perder una pierna trabajando
de operario en una zona franca
duele menos que cuando los gringos
te donan una prótesis de plástico
que te pondrás para emborracharte
en los colmados
y que apoyarás con fuerza en la acera
al retornar a casa
temeroso de que los perros del barrio
puedan morderla y arrancártela.
(Fuente: Martín Zúñiga Chávez)
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