viernes, 31 de mayo de 2024

Antonella Anedda (Roma, 1955)

 

paisaje








Me acerqué a una rama cargada de nieve
donde uno de los cuervos doblaba la madera bajo sus patas.
Me convertí en ese vaivén de gris y negro.
Y ese verde diferente (mezcla de salvia y escarcha)
Que avanzaba con un toque de lividez sobre las nubes.
 
Me vi dentro de aquel purgatorio.
Todo era paisaje. La rabia - en montones.
La incertidumbre - en pilas: una colina.
El desamor: árboles con sombras.
«Observa», dijo la sombra en el arbusto más cercano,
«la niebla envuelve tu dolor.
Aprende en tu espacio mortal
Aprende que tocas el cielo».
 
Sí, respondí, y la luz disminuyó la ira de la mañana
dividió mi cuerpo del rencor
obligó a las sombras a callar.
Y un azul nítido tomó -¿era ya el paraíso?
el lugar del paisaje, de la primera persona.

***

Versión de Nicolás López-Pérez

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Paesaggio



Mi avvicinai a un ramo carico di neve
dove uno dei corvi piegava sotto le zampe il legno.
Diventai quel dondolio di grigio e nero.
E quel diverso verde (misto di salvia e gelo)
che avanzava con un tocco di livore sulle nubi.
 
Vidi me stessa dentro quel purgatorio.
Tutto era paesaggio. La rabbia: un tumulo.
L’incertezza – a mucchi: una collina.
Il disamore: alberi con ombre intirizzite.
«Osserva» disse l’ombra nel cespuglio più vicino,
«la nebbia inghiotte il tuo dolore.
Impara nel tuo spazio mortale
imparando si sfiora il paradiso.»
 
Sì, risposi e la luce diminuì l’ira del mattino
divise il mio corpo dal rancore
impose alle ombre di tacere.
E un tagliente azzurro prese – era già paradiso?
il posto del paesaggio, della prima persona.
 
 
(Fuente: La comparecencia infinita)

 

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