domingo, 26 de mayo de 2024

Antonio Santos Barranca (Huelva, España, 1938)

 

2 poemas de ANTONIO SANTOS BARRANCA




España, comisiones, ¡fuera el SEU!,

Europa, sindicatos, democracia,

el Convenio con la Santa Sede

agarrota el eje de las ruedas.


Un policía por cada ciudadano

contando porteros, serenos, 

taxistas, bebedores de barra

y elegidos del sindicato vertical.


Parlem catalàn, pintó uno

con brocha, en la pared. 

Parlem valencià, tachó

otro, sediento de otra sed. 


En otras partes se hablaba

en español de Madre Patria,

que castellano un andaluz

no hablaba, ¡te quié i ya!


¡Dictadura no! ¡Viva la República!

señalaron los dos en lo encalado.

Lucha por la democracia,

habían escrito en la noche.


El día que se agotó el champán

en toda España,

no hubo clases y ardieron 

los televisores y las radios.


Unos crecieron, otros no.

Algunos se casaron 

y tuvieron hijos,

otros recibieron su ansiado pasaporte.


Para qué, ya era mejor quedarse

y esperar si el vaquero 

sí besaba a la dama

pasando la mano bajo su camisa.


Los encaladores de muros

ya no tenían trabajo,

los libros de Brecht dejaron de venderse,

lo del huevo de la serpiente se olvidó. 


El 600 se dejó de vender

y la gente cambió vino Don Simón

por la cerveza sin corbata, 

y bastaba casarse por la firma.


Se ve que no llovió o que llovió 

demasiado, no se sabe,

pero algún veneno guisaron las perolas

y se idiotizó mundo y mitad.


Ocurrieron cien y una tormentas,

un Presidente dialogaba por plasma,

el paso adelante tuvo zancadillas,

surgió un agusanamiento.


España Una, volvió como con eco,

resonaron los pasos de herradura, 

las mil y una Vírgenes llegaron a dos mil,

el Imperio corrupto renació en la nostalgia.


Los viejos luchadores reabrieron los baúles

donde guardaban sus libros con polillas

de un tiempo ya olvidado como el huevo fecundo,

en la España que no muere y maravilla.




***




Lo crucificaron,

espantosamente sufrió,

se desangró,

se asfixió

y murió

en una colina hedionda

de tierra negra de sangre ya podrida.

Se lo llevaron a enterrar

en un agujero mágico,

abierto a la Eternidad.

Fue hombre e hijo,

después fue Dios

y el misterio más extraño

de la Historia

y el Dios más duradero.

Sólo eso.

Nada ha hecho,

nadie le ruega, 

nadie le pide,

a nadie consuela.

¿Quién pide a Jesús calma en el dolor inaguantable

o piedad por el hijo que no vuelve?

Los hacedores de milagros son otros, y legión,

santos especialistas en toda curación,

para un desvío en la bomba o para una parálisis,

para pedir concordia o ser sanados,

vírgenes milagrosas hay en cada rincón.

Jesús sólo quedó como el crucificado.



(Fuente: Voces del extremo)


 

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