2 poemas de ANTONIO SANTOS BARRANCA
España, comisiones, ¡fuera el SEU!,
Europa, sindicatos, democracia,
el Convenio con la Santa Sede
agarrota el eje de las ruedas.
Un policía por cada ciudadano
contando porteros, serenos,
taxistas, bebedores de barra
y elegidos del sindicato vertical.
Parlem catalàn, pintó uno
con brocha, en la pared.
Parlem valencià, tachó
otro, sediento de otra sed.
En otras partes se hablaba
en español de Madre Patria,
que castellano un andaluz
no hablaba, ¡te quié i ya!
¡Dictadura no! ¡Viva la República!
señalaron los dos en lo encalado.
Lucha por la democracia,
habían escrito en la noche.
El día que se agotó el champán
en toda España,
no hubo clases y ardieron
los televisores y las radios.
Unos crecieron, otros no.
Algunos se casaron
y tuvieron hijos,
otros recibieron su ansiado pasaporte.
Para qué, ya era mejor quedarse
y esperar si el vaquero
sí besaba a la dama
pasando la mano bajo su camisa.
Los encaladores de muros
ya no tenían trabajo,
los libros de Brecht dejaron de venderse,
lo del huevo de la serpiente se olvidó.
El 600 se dejó de vender
y la gente cambió vino Don Simón
por la cerveza sin corbata,
y bastaba casarse por la firma.
Se ve que no llovió o que llovió
demasiado, no se sabe,
pero algún veneno guisaron las perolas
y se idiotizó mundo y mitad.
Ocurrieron cien y una tormentas,
un Presidente dialogaba por plasma,
el paso adelante tuvo zancadillas,
surgió un agusanamiento.
España Una, volvió como con eco,
resonaron los pasos de herradura,
las mil y una Vírgenes llegaron a dos mil,
el Imperio corrupto renació en la nostalgia.
Los viejos luchadores reabrieron los baúles
donde guardaban sus libros con polillas
de un tiempo ya olvidado como el huevo fecundo,
en la España que no muere y maravilla.
***
Lo crucificaron,
espantosamente sufrió,
se desangró,
se asfixió
y murió
en una colina hedionda
de tierra negra de sangre ya podrida.
Se lo llevaron a enterrar
en un agujero mágico,
abierto a la Eternidad.
Fue hombre e hijo,
después fue Dios
y el misterio más extraño
de la Historia
y el Dios más duradero.
Sólo eso.
Nada ha hecho,
nadie le ruega,
nadie le pide,
a nadie consuela.
¿Quién pide a Jesús calma en el dolor inaguantable
o piedad por el hijo que no vuelve?
Los hacedores de milagros son otros, y legión,
santos especialistas en toda curación,
para un desvío en la bomba o para una parálisis,
para pedir concordia o ser sanados,
vírgenes milagrosas hay en cada rincón.
Jesús sólo quedó como el crucificado.
(Fuente: Voces del extremo)
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