lunes, 27 de mayo de 2024

José María García Linares (Melilla, España, 1977)

 

6 poemas de MUROS


 

 

LA LISTA DE SCHINDLER


No hay exterminador visible,

ni una guerra mundial.

Tampoco fusilamientos,

ni brazos en alza.

Es el hambre la que mata

en este campo de concentración africano

en donde somos libres de vagar

hasta caer en el olvido,

secos como la molestia moribunda.

Sólo las mafias ofrecen

una salida al mar,

trenes mojados

por el llanto de la historia.




SALVEMOS EL PLANETA


Todos quieren salvar el planeta,

desde América a Japón.

Salvemos a los osos y pingüinos

del deshielo de los casquetes,

a las ballenas de sus cazadores,

a las anchoas de las pescaderías.

Protejamos a los linces,

a los koalas, a las águilas.

Habilitemos parques naturales

de especies protegidas,

mientras descubrimos los secretos

para poder fotocopiarlos

en los laboratorios.

Reduzcamos las emisiones

de toxinas a la atmósfera,

los vertidos a los ríos,

los plásticos a los mares.

El planeta Tierra está enfermo,

no llueve y cuando truena

se inundan las ciudades de los ricos…

En un poblado de Etiopía,

una niña carga una cubeta

de agua en la cabeza.


Sabe del deshielo de la razón humana,

del calentamiento de la injusticia

y de las emisiones de olvido

de los hombres blancos.




FRONTERA DE MELILLA


El espanto del alambre

es no ocultar lo que prohíbe.




LA SED


Ver amanecer

desde el otro lado

del espejo.

Es demasiado el frío de la historia.

Son tantas las luciérnagas fundidas,

la paja en la boca,

el tiempo en las heridas.

Ya no sé dónde agacharme,

qué arroyos inventar

para saciar los vientos

que golpean las espinas de mi espalda.

Si hubiese un lago,

si existiera un mañana verdadero

y pudiera mojar mi lengua gris

en su memoria quieta.


Estás cansada,

a punto de caer,

y no hay manos

que puedan sostener

tu cuerpo sepia,

descolorido por la pena

de saberte sola y olvidada.


No llores.

Sigamos caminando

aquí, parados,

crucemos con los ojos los alambres.

Algún día beberemos esa vida

de luces jugosas,

de edificios hermosos,

de sábanas aireadas y niños fuertes.

No llores más, amor,

no dejes escapar más lágrimas,

que es tanta la sed

y tan poca el agua que nos queda.




DESHIELO


Los polos se derriten.

Los ríos se secan.

Las flores crecen en invierno.

Las lluvias arrasan los poblados

cuando llueve,

y cuando no,

los árboles se vuelven de cartón

y el suelo se cuartea de polvo y de miseria.

En pocos años los mares

habrán devorado las orillas.

¿Y los niños?

¿Dónde crecerán nuestros hijos?

¿Cómo?


Amarse, tal vez, ya no sea responsable.




LA ÚLTIMA CANCIÓN


Siempre supimos esperar

la última canción de los veranos,

aquellas en las que la madrugada

paseaba con rebeca por el tiempo

y el mar iba apagando sus fervores

en la calma azul de los septiembres.

La luz se tuesta y oscurece

cualquier rincón de la mirada,

y año tras año, frente a frente,

las manos se entrelazan al otoño

y las músicas se pierden

en el vacío de los apartamentos,

en las terrazas lloradas por la ausencia

y el temporal de la felicidad herida.

Volverán, dices, los días

sin horas a la orilla de la cama,

pero las golondrinas serán otras,

igual que agosto en tu semblante,

cuando traiga tus besos

y escape con tus besos

para siempre,

o las olas rotas de mis dedos

en tu pecho ignoto y familiar,


conocido y olvidado

para siempre.

Perderemos la inocencia,

la edad recuperada,

la tersa piel de la quietud

y el viento de poniente.


Es la última canción,

el último paseo,

la última caricia del verano.


Siempre supimos esperar.


Aprenderemos.



José María García Linares. Muros. Editorial: Ciudad Autónoma de Melilla. Consejería de Cultura. 2010

(Fuente: Voces del extremo)

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario