7 poemas de COMO UNA PIEDRA PUNTIAGUDA EN EL ZAPATO
La retórica no emociona,
transmite dudas
e intoxica la experiencia.
Deforma todo con rumores,
con sombras y reservas
enrarece el día a día,
silencia voces ejemplares,
confunde realidades
y apaga el resplandor
de llamas y de brasas.
Todo lo que la vida nos depara,
la razón lo acoge en su regazo
y de igual manera aborda
la luz, que los infiernos.
Porque el empeño
aspira a imposibles,
se acomodan ajenos
los riesgos a mi historia.
Atrapado por la luz y la locura,
la memoria evita
que me ahogue entre cenizas,
y el rumbo que el pasado impone
insiste en lastrarme la mirada.
En estos casos, los relojes
son el ejemplo a seguir,
siempre adelante
para avanzar o huir.
a Ángel Campos Pámpano
Respirar no calma el dolor.
Tus ojos siempre racionalizando impulsos,
ruinas, quimeras, y el curso de las horas,
preludio de aromas, de deseos, Abierto al aire
de océanos, de puertos, de orillas y riberas.
Tu destreza renovó sentidos, miradas y latidos,
enriqueció de esperanza la carencia,
y la energía de tanta reflexión calmada,
en ríos generosos aflora y riega nuestra puerta.
Para acortar distancias resuenan nítidos tus pasos
y germinan y crecen ramas a las raíces de tus manos.
No reconocer la magia de tu luz y su semilla
sería negar la voz de la evidencia,
renunciar al valor aportado a tanta isla
y dar protagonismo a efímeros alientos.
La ausencia impone su ley
y respirar no calma el dolor
aunque rota la cadena,
la memoria permanece.
El tiempo
da forma con esfuerzo
a valores añadidos.
La experiencia
teje con destreza
deseos y raíces,
y aunque el futuro
sea injusto casi siempre,
la espera augura aliento
y recompensas.
Repleto de errores,
sueños y pesadillas,
la realidad es un abismo.
siembro sencillas semillas
satisfecho sobrevivo
soñando soluciones,
saldando simulacros.
Sereno, sensato, suspicaz
Sacio silencios sospechosos.
Soporto, supero.
Sumo, sigo.
A María y a su hermana Lucía,
mis hijas.
Donde confiscadas
quedaron las cosechas
y los semáforos
evitan el naufragio,
donde sonidos de nuevos alfabetos
a gatos callejeros desconciertan.
Delicadas, pero firmes
creciendo en el asfalto,
ejemplares y envidiables
vuestras raíces.
Brotes verdes
que presentan currículos a la luna,
y con las manos atadas,
sin antifaces guardan cola
a la entrada de esta jaula
mientras el azul del cielo
se va decolorando.
Esperando que me sorprendan
brotes y retoños,
cultivo a conciencia
todo lo que siento
y antes de que ya no esté
por estos lares,
siembro mi memoria.
Ya sea en tierra fértil,
en barbecho
o en el más árido desierto,
ya sea en temporada
o a destiempo,
siempre surgen paraísos,
afloran con fuerza
espigas y manzanas de oro.
Las semillas en los sueños
resisten todos los envites,
no son especies a extinguir.
Antonio Gómez. Como una piedra puntiaguda en el zapato. Ed. Rumorvisual, 2012
(Fuente: Voces del extremo)
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