viernes, 24 de mayo de 2024

Antonio Gómez (Cuenca, España)

 

7 poemas de COMO UNA PIEDRA PUNTIAGUDA EN EL ZAPATO

 


 

La retórica no emociona,

transmite dudas

e intoxica la experiencia.

Deforma todo con rumores,

con sombras y reservas

enrarece el día a día,

silencia voces ejemplares,

confunde realidades

y apaga el resplandor

de llamas y de brasas.

 

Todo lo que la vida nos depara,

la razón lo acoge en su regazo

y de igual manera aborda

la luz, que los infiernos.

 

 

 

Porque el empeño

aspira a imposibles,

se acomodan ajenos

los riesgos a mi historia.

Atrapado por la luz y la locura,

la memoria evita

que me ahogue entre cenizas,

y el rumbo que el pasado impone

insiste en lastrarme la mirada.

 

En estos casos, los relojes

son el ejemplo a seguir,

siempre adelante

para avanzar o huir.

 

 

 

 

 

 

 

 

                                                                                  a Ángel Campos Pámpano

 

Respirar no calma el dolor.

Tus ojos siempre racionalizando impulsos,

ruinas, quimeras, y el curso de las horas,

preludio de aromas, de deseos, Abierto al aire  

de océanos, de puertos, de orillas y riberas.

Tu destreza renovó sentidos, miradas y latidos,

enriqueció de esperanza la carencia,

y la energía de tanta reflexión calmada,

en ríos generosos aflora y riega nuestra puerta.

Para acortar distancias resuenan nítidos tus pasos

y germinan y crecen ramas a las raíces de tus manos.

No reconocer la magia de tu luz y su semilla

sería negar la voz de la evidencia,

renunciar al valor aportado a tanta isla

y dar protagonismo a efímeros alientos.

 

La ausencia impone su ley

y respirar no calma el dolor

aunque rota la cadena,

la memoria permanece.

 



 

 

El tiempo

da forma con esfuerzo

a valores añadidos.

La experiencia

teje con destreza

deseos y raíces,

y aunque el futuro

sea injusto casi siempre,

la espera augura aliento

y recompensas.

 

Repleto de errores,

sueños y pesadillas,

la realidad es un abismo.

 


 

 

 

Sobre surcos seguros

siembro sencillas semillas

satisfecho sobrevivo

soñando soluciones,

saldando simulacros.

 

Sereno, sensato, suspicaz

Sacio silencios sospechosos.

 

Soporto, supero.

 

Sumo, sigo.

 

 

  

 

 

  A María y a su hermana Lucía,

 mis hijas.

Donde confiscadas

quedaron las cosechas

y los semáforos

evitan el naufragio,

donde sonidos de nuevos alfabetos

a gatos callejeros desconciertan.

Delicadas, pero firmes

creciendo en el asfalto,

ejemplares y envidiables

vuestras raíces.

 

Brotes verdes

que presentan currículos a la luna,

y con las manos atadas,

sin antifaces guardan cola

a la entrada de esta jaula

mientras el azul del cielo

se va decolorando.

 







Esperando que me sorprendan

brotes y retoños,

cultivo a conciencia

todo lo que siento

y antes de que ya no esté

por estos lares,

siembro mi memoria.

Ya sea en tierra fértil,

en barbecho

o en el más árido desierto,

ya sea en temporada

o a destiempo,

siempre surgen paraísos,

afloran con fuerza

espigas y manzanas de oro.

 

Las semillas en los sueños

resisten todos los envites,

no son especies a extinguir.




Antonio Gómez. Como una piedra puntiaguda en el zapato. Ed. Rumorvisual, 2012

 

(Fuente: Voces del extremo)

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