miércoles, 29 de mayo de 2024

Carlos Drummond de Andrade (Itabira, Minas Gerais, Brasil, 1902 - Rio de Janeiro, Brasil, 1987 )

 

Elegía 1938



 
Trabajas sin alegría para un mundo caduco,
donde las formas y las acciones no encierran ningún ejemplo.
Practicas laboriosamente los gestos universales,
sientes calor y frío, falta de dinero, hambre y deseo sexual.

Héroes llenan los parques de la ciudad en que te arrastras,
y preconizan la virtud, la renuncia, la sangre fría, la concepción.
A la noche, si hay neblina, abren paraguas de bronce
o se retiran a los volúmenes de siniestras bibliotecas.

Amas la noche por el poder de aniquilamiento que encierra
y sabes que, durmiendo, los problemas te dispensan de morir.
Mas el terrible despertar prueba la existencia de la Gran Máquina
y te repone, pequeñito, enfrente de indescifrables palmeras.

Caminas entre muertos y con ellos conversas
sobre cosas del tiempo futuro y negocios del espíritu.
La literatura estragó tus mejores horas de amor.
Al teléfono perdiste mucho, muchísimo tiempo de sembrar.

Corazón orgulloso, tienes prisa de confesar tu derrota
y dejar para otro siglo la felicidad colectiva.
Aceptas la lluvia, la guerra, el desempleo y la injusta distribución
porque no puedes, solo, dinamitar la isla de Manhattan.

Sentimento do mundo, 1940


Traducción de Ricardo Ruiz

Más poemas de Carlos Drummond de Andrade en Otra Iglesia Es Imposible


Elegia 1938

Trabalhas sem alegria para um mundo caduco,
onde as formas e as ações não encerram nenhum exemplo.
Praticas laboriosamente os gestos universais,
sentes calor e frio, falta de dinheiro, fome e desejo sexual.

Heróis enchem os parques da cidade em que te arrastas,
e preconizam a virtude, a renúncia, o sangue-frio, a concepção.
À noite, se neblina, abrem guarda-chuvas de bronze
ou se recolhem aos volumes de sinistras bibliotecas.

Amas a noite pelo poder de aniquilamento que encerra
e sabes que, dormindo, os problemas te dispensam de morrer.
Mas o terrível despertar prova a existência da Grande Máquina
e te repõe, pequenino, em face de indecifráveis palmeiras.

Caminhas entre mortos e com eles conversas
sobre coisas do tempo futuro e negócios do espírito.
A literatura estragou tuas melhores horas de amor.
Ao telefone perdeste muito, muitíssimo tempo de semear.

Coração orgulhoso, tens pressa de confessar tua derrota
e adiar para outro século a felicidade coletiva.
Aceitas a chuva, a guerra, o desemprego e a injusta distribuição
porque não podes, sozinho, dinamitar a ilha de Manhattan.

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Foto: Carlos Drummond de Andrade, c.1942 Instituto Moreira Salles (IMS)

 

(Fuente: Otra Iglesia Es Imposible)

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