domingo, 31 de marzo de 2019

Juan Antonio Massone (Chile)


Escribe tú la página




La página está en blanco, por ahora,
y ya no puedes desoír cómo se destripa la historia.
El tercer verso quisiera untarse en el alba
de ese tercer día cuando murió la muerte.
Pero las jornadas con sus noches sobre Gaza
dejan miradas fijas, manos sin regreso.
La página queda salpicada de alaridos, desde ahora,
y si calláremos, hasta las piedras gritarían.
Se atolondran cuervos encima de clamores;
y el “no matarás” queda exánime y amargo.
Podrá disponerse otra vez de una página en blanco,
menos la mirada inerte y el regreso mudo de las manos.
¿Qué puedo decirte, Yahvé, que tú no sepas?
¿Quién confesará tu nombre, Alá de la misericordia?
Padre, escribe Tú la página en un blanco sin muerte.
 
(Fuente: Descontexto)



Alexandr Blok (Rusia, 1880-1921)


La desconocida

Por las noches, sobre los restaurantes
el aire caliente es salvaje y sordo
y el duende corruptor de primavera
gobierna sobre el grito del borracho.
A lo lejos, sobre el polvo de callejas,
sobre el tedio de las dachas suburbanas,
la cara azul apenas se distingue,
se oye el llanto de niño.
Y detrás de los pasos a nivel,
ladeando el sombrero de copa,
pasean cada noche entre las zanjas
los graciosos de turno, con las damas.
Sobre el lago los escálamos chirrían
y se escuchan chillidos de mujer,
y en el cielo, acostumbrado a todo,
hace una mueca sin sentido el disco.
Y cada noche suele reflejarse
en mi vaso un único amigo,
calmado y aturdido como yo
por el líquido acre y misterioso.
Cerca de mí, junto a las otras mesas,
aguardan camareros soñolientos;
los borrachos, con ojos de conejo,
«In vino veritas» vocean.
Cada noche, a la hora convenida
(¿o acaso estoy soñando?),
un núbil cuerpo en sedas apresado
se desliza en la ventana turbia.
Moviéndose despacio entre los ebrios,
sin compañía alguna, siempre sola,
respirando perfumes y neblinas
ella se sienta junto a la ventana.
Sus sedas rutilantes, tersas
traen el aroma de leyenda antigua,
y el sombrero de enlutadas plumas,
y la estrecha mano ensortijada.
Y encadenado por la extraña intimidad
yo miro más allá del velo oscuro,
y vislumbro la encantada orilla,
la encantada lejanía veo.
Me han confiado algún misterio oscuro,
me han entregado un sol que me es ajeno,
y todos los meandros de mi alma
están transidos por el vino acerbo.
Y veo en mi mente cómo oscilan
unas plumas de avestruz caídas,
y cómo florecen unos ojos
azules y sin fondo en la lejana orilla.
Yace en mi alma un tesoro enterrado
¡del que sólo yo tengo la llave!
¡Tenías tú razón, monstruo borracho!
Ahora ya lo sé: la verdad está en el vino.
 
 
 
(Fuente: Asamblea de palabras) 

Maurizio Medo (Perú)




1.
La poesía no sirve.
Incluso el poeta está fuera de su égida
como un veterano que apuesta por su redención apóstata,
aunque sólo capte la señal de una emisión
perdiendo entre las nubes
la cabeza

2.
No busquemos bucear por el fondo del acervo
y soltarle el arpón a cuanta errata. Si bien “poeta”
es un estado que implica y sólo a quien está
(oyente de la música exterior) atónito ante el
mito de la página (en blanco un árbol
es un cadáver) y, aunque sepamos nunca será
un oficio la chiripa, dejémoslo abocado
a su falsaria idea
de trabajo.

3.
Ya no hablemos.
Su oficio befa contra el Yo
y la realidad y (salvo en loa
o elegías) Nosotros se sitúa
poema afuera. Toca la puerta.
Lo verás. Nadie responderá solicito
al llamado. Ni siquiera el fantasma,
tal vez, de los que fuimos.
El poema (y lo que en él)
esto a pesar de los judíos, representa
la noción cristiana
de un ulterior más allá.
Algo de infierno hay en Spicer sollozando
con un lenguaje que no oye nada de Eliot,
excepto cómo es ese infierno.

4.
Entonces convengamos: el poeta (y al acecho)
sobrevive (nunca más) fuera de nosotros
Nuestro es su nudo —curvado límite
del aquí con el dentro del poema .
Y el deseo (o el horror
–un salto al vacío) de estar
(o no) del otro lado.

5.
Acá se está. A secas.
Si, p. e., un hombre rueda por el catre.
Un hombre rueda por el catre.
No importa cómo.
Si aro, anillo, arandela.
En la cuesta de qué duna o sabana.
Si piensa (o no)
Simplemente rueda.
Finalmente, el lenguaje es sujeto de la lógica.
Nunca del deseo (que miramos)
girar libre (atrás del nudo)
Sin nunca sin recordar
Cómo se rueda.

6.
No hablemos cuando aberra berraca en su nonsense.
Ni en milonga yorugua o en rococó habanero.
Hay un exceso sibilino de bulín: de poeta y puta.
De orín en urbe oscura.
Compromisos: el peso plúmbeo de la fatua historia.
Patria y familia
Y el civismo doliente que la poesía estupra.

7.
Menos bola, señores, a los acróbatas
(en secreto amados por la Mujer barbuda)
al Hombre bala y al de Goma, como al perro
que salta por el aro.
Pues, los poetas (lo proclamó Platón
en la vieja república)
los poetas no sirven para nada.
 
 
 

sábado, 30 de marzo de 2019

Michał Sobol (Polonia, 1970)


"Hoja"

Nace, no tiene fuerza para detenerlo,
un paso atrás es el apogeo del equilibrismo, el más allá
un horizonte inalcanzable. Desde este momento
la luz tiene la densidad de un líquido aceitoso, el color
de un alcohol de trigo que te hace cobrar fuerzas
aunque te dé nauseas. De repente de entre los árboles
aparecen unas ciudades raquíticas, residuales
como hormigueros arados, pero que pronto
ocultan una visión planetaria más amplia, y el lugar
de un pedúnculo marchito lo ocupa el sexo. Los glaciares
retroceden un metro más, pero para percibirlo
se deberá hacer una medición desde arriba,
disparar una sonda, relegar el poder de la mirada
a la lente del telescopio. Pero este nunca
necesitó demasiado, le basta una hoja.
 
 
 
(Fuente:  Asamblea de palabras)

Anthony Seidman


 Borrado


Me sobrevivirán las hormigas
la sequía
ese zumbido en los oídos cuando uno se sienta en la oscuridad

no tendré heredero
me sobrevivirá una mujer llamada Zealous
con humo de cigarrillo
con ardor de brandy
con sombrero de copa y en ropa interior
ella untará sus labios en otro pretendiente
huecos negros dejados por la implosión de las estrellas
el peso de los testículos de un semental
espinas y abrojos pegados a la piel del coyote
hasta los dientes azules de las dagas
abundarán
mientras el sol florece en su propia radiación
¡desde su superficie explotarán crustáceos amarillos!
todo eso
va a acompañar mi último aliento
tambaleando sobre las manos y las rodillas
para recuperar las canicas del recuerdo
más sabio será convocar a la criatura
que muta durante las pesadillas
y dejar que arañe en el punto exacto en el que me quemé espontáneamente
sin dejar
herederos ni discípulos
solo un eco
zumbando dentro
de sí mismo y dentro de sí mismo
y dentro de sí mismo
zumbando dentro de sí mismo
y dentro de sí mismo
zumbando


Versión: Isaías Garde



Erasure


I will be survived by the ants
by drought
by the ringing in one’s ears when seated in the dark
I will have no heir
I will be survived by a woman named Zealous
she with cigar smoke
with burn of brandy
wearing a top-hat & lingerie
she will smear her lips against another pretender
Black gaps left by imploded stars
the weight of a stallion’s testicles
thorns & burr sticking to the coyote’s fur
even the blue teeth of daggers
will abound
while the sun will thrive on its own radiation
Yellow crustaceans will explode from its surface!
All of that
will accompany my last breath
Lurching on one’s hands & knees
to retrieve the marbles of memory
it will be wiser to summon the creature
who molts during nightmares
and let him claw at the very spot where I spontaneous-combusted
leaving behind no
inheritors nor disciples
only an echo
ringing inside
itself and inside itself
and inside itself
ringing inside itself
and inside itself
ringing

(Fuente: Biblioteca Ignoria)

Macedonio Fernández,( Bs As, 1874 – 1952)




Elena bellamuerte
 

No eres, Muerte, quien
por nombre de misterio
pueda a mi mente hacer pálida
cual a los cuerpos haces. ¡Si he visto
posar en ti sin sombra el mirar de una niña!
De aquella que te llamó a su partida
y partiendo sin ti, contigo me dejó
sin temer por mí. Quiso decirme
la que por ahínco de amor se hizo engañosa:
«Mírala bien a la llamada y dejada; la Muerte.
Obra de ella no llevo en mí alguna
ni enójela,
su cetro en mí no ha usado,
su paso no me sigue,
ni llevó su palor ni de sus ropas hilos
sino luz de mi primer día,
y las a1zadas vestes
que madre midió en primavera
y en estío ya son cortas;
ni asido a mí llevo dolor
pues ¡mírame! que antes es gozo de niña
que al seguro y ternura
de mirada de madre juega
y por extremar juego y de amor certeza
—ved que así hago contigo, y lo digo a tus lágrimas
a su ojos se oculta.
Segura
de su susto curar con pronta vuelta».
¡Si he visto cómo echaste
la caída de tu vuelo, tan fío,
a posarse al corazón de la amorosa!
Y cuál lo alzaste al pronto.
de tanta dulzura en cortesía
porque amor la regía,
porque amor defendía
de muerte allí.
¡Oh! Elena, ¡oh! niña
por haber más amor ida,
mi primer conocerte fue tardío
y como sólo de todo amor se aman
quienes jugaron antes de amar
y antes de hora de amor se miraron niños
—Y esto sabías: este grave saber
tu ardiente alma guardaba;
grave pensar de amor todo conoce—
así en ternísimo
invento de pasión quisiste esta partida
porque en tan honda hora
mi mente torpe de varón niña te viera.
Fue tu partir así suave triunfando
como se aquieta ola que vuelve
de la ribera al sena vasto
en tu frente un fin de ola se durmió
por caricia y como en fantasía
de serte compañía
y de mostrar que allí
Ausencia o Sueño pero no muerte había;
que no busca un morir
almohada en otra muerte.
Pero sí sueño en sueño;
niño se aduerme en madre.
Y te dormiste en Inocente victoria.
¿Te dormiste? Palabras no lo dicen.
Fue sólo un dulce querer dormir,
fue sólo un dulce querer partir
pero un ardiente querer atarse
pero un ardiente querer atarme.
¿Dónde te busco alma afanosa
alma ganosa, buscadora alma?
Por donde vaya mi seguimiento
alma sin cansancio seguidora
mi palabra te alcance.
La que se fue entendida
cuál ninguna, entendida en su irse
y su retorno.
Y sí así no es, es porque es mucho más.
Y si así no es, ¡no cortes Hombre mi palabra!
Criatura de poría de amor
que al Tiempo destejió.
Que llamó a sí su primer día
se hizo obedecida a su porfía;
y se envolvió la frente
y embebió su cabeza
y prendió a sus cabellos
la luz de su primer sagrado Día
dócil al sagrado capricho
de hora última de mujer
en el terrenal ejercicio.
Y me decía
su sonreír en hora tan oscura:
“Déjame jugar, sonreír. Es un instante
en que tu ser se azore.
Llevóme de partida tu comprender
me. Voyme entendida,
torpeza de amor de hombre ya no será de ti”.
Niña y maestra de muerte
fingida en santo juego de un único, ardiente destino.
Fingimiento enloquecedor
que por Palabra tuvo
el torrente de las lágrimas corriendo.
Cual cae en seriedad y grave pulsa
pecho de doncella turbado
por cercanía de amor
y pénese en valentía y pensamiento
de la prueba fortísima,
quedó aquél para sólo quien
fue entendida, oculta y mostrárase de nuevo,
la amorosa.
Yo sabía muerte pero aquel partir no.
Muerte es beldad y me quedó aprendida
por juego de niña que a sonreída muerte
echó la cabeza inventora
por ingenios de amor mucho luchada.
¡Oh qué juego de niña quisiste!
Niña del fingido morir
—con más lágrimas visto que el más cierto.
Tanta lucha sudorosa hizo la abrumadora cabeza
cuando la echaste a dormir tu “muerte”
en la almohada
—del Despertar Mañana—
ojos y almas tan dueños del mañana
que sin amargarse en lágrimas
todo lloro movieron.
Tanta certeza en el ser de una niña florecida
secos tuvo sus ojos: todo en torno lloraba—.
Oh niña del Despertar Mañana
‘que en luz de su primer día se hizo oculta
con sumisión de Luz, Tiempo y Muerte
en enamorada diligencia
de servir al sacro fingimiento
del más Hondo capricho en levísimo juego,
de último humano querer de la ya hoy no humana.
Muerte es Beldad
pero muerte entusiasta,
partir sin muerte en luz de un primer día
es Divinidad
Grave y gracioso artificio
de muerte sonreída.
¡Oh cuál juego de niña
lograste Elena, niña vencedora!
Arriba de Dios fingidora
en hora ultima de mujer.
Mi ser perdido en cortesía
de gallardía tanta,
de alma a todo amor alzada.
¿Cuándo será que a todo amor alzado
servido su vivir,
copa de muerte a su vivir servida,
prueba otra vez, la eterna vez del alma,
el mirar de quien hoy sólo el ser de la Espera tiene
cual sólo el ser de un Esperado tengo?

viernes, 29 de marzo de 2019

Dardo Dorronzoro* (Argentina)





NO COMPRENDO


No comprendo.
Son las mismas calles.
Son los mismos hombres.
Son los mismos gritos.
Son las mismas sangres.
No comprendo.
–Otras manos– no las mías– cavan trincheras.
Otras manos preparan el pan,
aguzan el hierro.
Otras manos
destruyen
los últimos restos de la noche.
No comprendo.
Viene aquí mi padre, sonriendo,
frente al antiguo rostro de la muerte.
No comprendo.
Están todos, sin embargo. Nadie falta.
No comprendo.
Alguien pregunta: ¿ya llega el alba?
No comprendo.







MIENTRAS ME MATAN


Comenzaron a matarme de a uno hace muchos siglos,
después de a setenta, después de a quinientos,
hay que ver cómo me matan ahora de a miles en cada esquina,
en cada feriado,
cómo fabrican sueldos y galones con los huesos que me quedan,
cómo fabrican calabozos para poner algún rincón de mis pantalones,
y cómo se turnan entre gordo y gordo para
ver de qué ojo muero primero,
pero resulta
que cada vez soy más uno de los otros,
uno de los que nacen y renacen y vuelven a nacer entre los fuegos,
que cada vez tengo más luz, más pájaros, más flores en la puntería,
que cada vez
me soporto más elegantemente entre los fierros y los veranos,
y hay veces que me pregunto –me digo para mí– si ellos
no harían mejor en cambiar de uñas y de cuentas,
de andar de peldaño en peldaño hacia abajo de las luces,
o en comprarse una sangre nueva, una sangre más limpia
para usar en feriados y domingos.
Porque eso de matarme tanto con papeles no terminará nunca,
y ya se sabe que la primavera avanza
sobre los huesos y los aullidos del invierno.
---------------------------------------------------------


*(Detenido-desaparecido en Luján el 25 de junio de 1976)



Fuente: Meta Poesía

Eduardo J. Espósito (Buenos Aires, 1956)






PLATEA BAJA



Los relámpagos queman la noche
La tonsuran
Sentados solos
en la sala de estrenos de Dios Padre
unos ojos palpitan la función
Dios aspira y unos nacen
Dios expira y otros mueren
Dios retiene su aliento
para batir un récord Guinness
y ocurren la resurrección y los aplausos
Lejos de la divinidad y las butacas
un niño juega al avioncito con su sombra
Le da vueltas al sol
como si el día todavía existiese.
........................................................

A John Wyndham


PREMIOS CLARÍN



Escribo un poema en un grano de arroz
Es un haiku creo y sublime además
Lo pongo a cocinar a fuego lento
Las palabras se hinchan hasta pegotearse
Desbordado apago las hornallas
Sobredimensionado el grano sigue hirviendo
Quién sabe cuántos comerán de esta novela



(Fuente: Meta poesía)

Tania Favela (México, 1970)


ABANDONÓ SU INSTRUMENTO...

(a Bill Evans)

......................................
abandonó
su instrumento
por la muerte
de Scott Lafaro
Bill Evans
abandonó su instrumento
15 años
guardó silencio
como Rublev
guardó silencio
decepcionado de los hombres
decepcionado de la vida
y la muerte
sus manos dejaron de hablar
su boca
detuvo
la palabra
hasta que el golpe
de la campana
la resonancia
de la campana
inundó el corazón de Rublev
despertó
su corazón
la campana de Bill Evans
fue un hombre
Eddy Gómez
logró resonar
más allá de la muerte
y avivar
la música callada
el piano volvió a sonar
las manos
despertaron de nuevo
su voz
resonó
con amor
campana
también
para romper
el silencio
de otros
----------------------------------------------





COMO QUIEN ENCUENTRA...

A Jóse Watanabe
(en recuerdo de Micaela)
.....................................

Como quien encuentra una piedra
como quien encuentra una moneda
el poeta encuentra un poema
lo anota
lo guarda en su bolsillo
como quien guarda una piedra
como quien guarda una moneda
de suerte
de talismán
lo lleva a casa
lo deja entre sus cosas
como la piedra la moneda el poema recibe el polvo
envejece un poco
olvidado
entre cajones
como una moneda reencontrada
como una piedra vuelta
el poeta vuelve al poema
reescribe versos
ajusta ciertas frases
lo guarda nuevamente en su bolsillo
lo palpa
como quien palpa una piedra
como quien lanza al aire una moneda
lanza el poema
todo se juega ahí
se deja todo
en la apuesta



(Fuente: Meta poesía) 

jueves, 28 de marzo de 2019

Olga Orozco (Argentina)




Día para no estar





Vete, día maldito;
guarda bajo tus párpados de yeso la mirada de lobo que me olvida mejor;
camina sobre mí con tu paso salvaje, simulando un desierto entre el hambre y la sed,
para que todos crean que no estoy,
que soy una señal de adiós sobre las piedras;
cierra de par en par, lejos de mí, tus fauces sin crueldad y sin misericordia,
como si fuera ya la invulnerable,
aquella que sin pena puede probarse ya los gestos de los otros;
y tiéndete a dormir, bajo la ciega lona de los siglos,
el sueño en que me arrojas desde ayer a la mañana:
esta escarcha que corre por mi cara.
Aun así, he de llegar contigo.
Aun así, has de resucitar conmigo entre los muertos.





en Los juegos peligrosos, 1962



 
 
 

Alfonsina Storni


  Balada arrítmica para un viajero




Yo tenía un amor,
un amor pequeñito,
y mi amor se ha ido.
Feliz viaje, mi amor, feliz viaje!
No era muy grande mi amor:
no era muy alto;
nunca lo vi en traje de baño;
pero debía tener un cuerpo
parecido al de Suárez.
Mejor dicho, al de Dempsey.
Tampoco era un genio;
se reía siempre, eso sí;
le gustaban los árboles;
acariciaba al pasar
a los niños.

Yo le hubiera regalado
un arco
para que volteara estrellas...
Pero tuve miedo
que alguna
te cayera en la cabeza, lector:
son tan grandes!
Anoche mismo se fue;
tomó un vapor
que medía una cuadra:
demasiado extenso para él;
no es un gigante.
Ahora lo veo pequeño al buque,
muy pequeño;
me parece, solamente,
una lanzadera
de máquina de coser
temblando en el filo
de una montaña movible.
Senor camarero,
señor camarero del vapor:
hágale usted una gran reverencia
cuando lo vea pasar,
estírele bien las sábanas de la cama,
despiértelo con suavidad.
Señorita viajera:
usted, la más hermosa del barco:
mírelo a los ojos con ternura;
dígale con ellos cualquier cosa:
—Me casaría con usted ahora mismo.
O si no —Vamos a tomar
juntos el té.
Y usted, señor Río,
no sea imprudente;
pórtese como un caballero
con un hombre que sueña;
necesita cunas,
aun cuando sean de agua.
No he visto nunca 
en el Río de la Plata
peces voladores.
Si hay alguno que no vuele:
no le gustan los peces,
y menos si tienen alas.
Mañana llegará a un puerto,
junto al muelle se parará el vapor:
Oh señor Buque; oh estuche
en que mi pequeño amor
hace de diamante:
no trepide mucho al atracar,
no dé brincos!
Él bajará la escalerilla
cantando un foxtrot.
Siempre canta un foxtrot.

Llevará un traje gris
y un sobretodo azul marino.
No se los manche, usted, por Dios,
Señor Buque:
mi amor es pobre...

Marcelo Daniel Díaz (Argentina, 1981


La mañana

 

Le gané por cansancio a la felicidad
¡horas y horas practicando el ejercicio del abandono
como quien se deshace de una piedra que carga a sus espaldas.
El azar quiso que me encontrara en esta pieza,
es mentira que la escritura nos salva.
Mi infancia fue un país extraño y sin sol,
señal de que soy un desconocido,
una forma incompleta
alrededor de una experiencia imposible.




(Fuente: Asamblea de palabras)

miércoles, 27 de marzo de 2019

Daniel Aguirre Oteiza


nor’easter


de este viaje
de prácticas al menos saldrías
capaz de canjear retrospectivas
de cada mueble
que perdimos
un instante en tratar de salvar

en cuanto fue despejando y aún nos dio
juego
hasta del domingo
se avecinó
un aguacero a exigir
su cuota personal de rapidez
para escoger domésticas estampas
entre nuestras itinerantes colecciones
de espectros y escolares
de climas muy a punto
para cualquier posteridad





entre el rincón
y su escondite a todos
los menores aún les quedó tiempo
para volverse y fabricar
un perfil propio
de sal al ras de los pilares....



De  "Si en ajena deriva"

Philip Whalen (EEUU)

                                    
                                                Nuevo Aviso




No puedo vivir en este mundo
Y me niego a matarme
O a dejar que me mates.

La planta de eneldo vive, el avión
Mi reloj despertador, esta tinta
no me iré

Seré yo mismo—
Libre, un genio, una vergüenza
Como el Indio, el búfalo

Como el Parque Nacional de Yellowstone





Isel Rivero (Cuba, 1941)


BELLINI MURIÓ JOVEN



un tipo seductor
un encanto
era demasiado hermoso para las mujeres
demasiado perfecto para los hombres
Murió en el exilio
en algún lugar de París
Fue enterrado
y poco después le siguió Frederic Chopin
el polaco
Le conocí una tarde
mientras discutía con Tosca una actuación
Tosca se había convertido en una militante
tras los sucesos ocurridos en mayo en las inmediaciones de La
Sorbonne
Me enamoré de él
compartimos varios orgasmos
y entonces murió
con escalofríos en la nariz
una paloma
otro hombre
para otra mujer
para otro lote de tierra
así, sin más,
Beatriz le echa mucho de menos
cuando se pasea por la plaza de San Marcos
los domingos"




(De Words are witness/ Las palabras son testigo, traducido por Benito del Pliego)

Jorge Perednik (Argentina)


No hay poesía


un hombre lleva su casa sobre su cabeza
una mujer lleva su casa sobre el corazón
una niña lleva su casa cuando va de caza
un anciano lleva su casa como el que cesa
yo no llevo nada, no me caso
hay un poema que no pude escribir

una época presupone las demás épocas
las épocas de una novela presuponen otras novelas
yo estoy allí y no aquí
salvo que la hoja se rasgue
y eso hiera mi piel
en cuyo caso yo estaría aquí
y habría un poema que no podría escribir
yo estoy aquí y no es su poema
no tengo casa y eso presupone otras casas
son las 8 de la noche y este lugar
está donde debe estar
en su debido lugar a su debido tiempo
estaba el poema que no pude escribir
los sonidos pueden ser inmorales
yo llamándome a mí mismo
soez, soez, yo llamándote a ti
una voz que no obtiene respuesta
beldad, beldad, una respuesta que no tiene voz
un poema que debió haber sido escrito
si una parte de ti queda allí
cada verso te incompleta
no hay allíes sino aquíes, puros, diversos
si nada es yo nada es tú nada es poesía
cualquier cosa puede serlo;
hay una efímera eternidad
donde el poema pudo haber sido escrito



(Fuente: Biblioteca Ignoria)

martes, 26 de marzo de 2019

Daniel Chirom (Buenos Aires, 1955 - 2008)

Los Atlantes



Los sacerdotes egipcios fueron nuestros últimos testigos;
perduró la leyenda por boca de Platón.
Nueve anillos de agua y nueve de tierra,
y de anillo a anillo construimos puentes.
Rodeados del favor de los dioses
modelamos la alegría de los metales preciosos,
cultivamos la perplejidad de la filosofía,
la magia de la poesía.
Cuando los vientos nos fueron favorables
surcamos los mares con nuestros tesoros:
nos arrojaron de todas las costas
y fueron malditos nuestros magos.
Inútil fue regresar:
nuestra tierra se encontraba en el seno de la tierra.
Fuimos condenados a vagar la eternidad.

Somos los Atlantes,
naufragamos con nuestras riquezas.
A veces,
en mitad de la noche
nos humilla la poesía.


(Fuente: Biblioteca Ignoria)

Rainer María Rilke


   Réquiem para una amiga




(Para la pintora Paula Modersohn - Bécker, muerta de parto.)


Tengo muertos y los dejé partir.
Y me admiré de verlos así tan resignados,
así pronto hogareños en la muerte, así de equitativos,
tan distintos a su fama. Tan sólo tú regresas,
me rozas, me rondas, quieres topar con algo
que a ti suene y te delate.
Ay, no me tomes lo que con lentitud aprendo.
Yo estoy en lo cierto, pero tú yerras
si añoras al tocarte alguna cosa .
Nosotros la cambiamos; no está aquí,
la reflejamos desde nuestro ser
tan pronto como la reconocemos.
…..Yo te creía mucho más lejana. Me perturbaba
el que ahora te extravíes y vuelvas,
tú, que transformaste más que otra mujer alguna.
No es que nos espantara la causa de tu muerte,
no, mas que su rigor oscuramente nos interrumpiese,
arrancando el hasta entonces desde ahora,
eso es lo que a nosotros nos atañe; ponerlo en su lugar
será nuestra tarea en todo lo que hagamos.
Pero el que tú misma te espantaras, y aún te espantes,
donde el espanto no tiene ya razón de ser;
que tú pierdas un pedazo de tu eternidad,
y entres aquí, amiga, en el aquende,
donde todavía nada hay que sea; que tú dispersa
por primera vez en el Todo, a medias dispersa,
no captes el comienzo de las infinitas naturalezas
al modo como aquí captabas todas las cosas;
que desde ese círculo en que giras ya cogida,
la muda gravedad, inquieta de algún modo,
te arrastre abajo, al tiempo ya saldado-:esto,
cual ladrón que irrumpe de pronto, me despierta muchas veces
de noche. Y si a mí me fuera dado decir que tan sólo te dignas
venir desde tu magnanimidad, desde tu abundancia,
porque estás tan segura, tan adentro de ti misma,
que vas de un sitio a otro, como un niño,
sin miedo a que algo malo te suceda-:
pero no: tú suplicas. Eso me penetra hondo hasta
los huesos, y me pasa y tronza como una sierra.
Un reproche, que soportases como un espectro,
y a mí me lo pasaras, cuando por la noche me recojo
a mis pulmones, en lo más entrañable de mis vísceras,
en la última morada, en la más pobre de mi corazón,-
semejante reproche no sería tan cruel
como esta súplica. ¿Qué suplicas?
…..Dime, ¿es que debo emprender un viaje? ¿Has dejado
a tu espalda alguna cosa, que te atormenta
y quiere acompañarte? ¿Debo ir a un país
al que tú no has visto, aún cuando resulte
familiar, como la otra mitad de tus sentidos?
Navegar quiero por sus ríos, quiero
saltar a tierra e inquirir por sus viejas costumbres,
quiero hablar con las mujeres en las puertas,
y observar cuando llaman a sus hijos.
Quiero grabarme cómo componen el paisaje
cuando están fuera en la antigua labor
de los prados y campos; anhelo ser llevado
en presencia de su rey,
y quiero mover a los sacerdotes, por medio del soborno,
para que me pongan ante la estatua más fuerte
y me dejen dentro cerrando las puertas del templo.
Mas luego quiero, cuando mucho sepa,
contemplar humilde a los animales,
para que un poco de su gracia pase a mis miembros;
deseo tener en sus ojos breve existencia,
que me retengan y despacio me dejen ir,
serenos sin juzgarme.
Haré que jardineros me muestren muchas flores,
para que de todos los trozos sueltos
de sus bellos nombres propios
obtenga un extracto de mil aromas.
Y quiero comprar frutos, frutos donde otra vez
esté hasta los cielos metido el campo.
…..Pues tú comprendiste esto: frutos plenos.
Los ponías en platos frente a ti,
y medías con colores su peso.
Y así como frutos contemplabas también a las mujeres.
E igualmente veías a los niños, tendiendo
desde dentro a las formas varias de su existencia.
Y al fin te veías a ti misma como un fruto.
Te hurtabas de tus ropas y posabas delante
del espejo, te metías en él, en su interior,
excepto tu mirada. Tu enorme mirada quedaba fuera
y no decía: eso soy yo; no, sino tan sólo: eso es.
Así, sin curiosidad, estaba tu mirada,
así de desprendida, así de verse pobre,
que ni a ti misma codiciaba: santa.
…..Así quiero yo guardarte, tal como
posabas en los espejos, dentro de tu hondura,
y de todo alejada. ¿por qué llegas ahora siendo otra?
¿Acaso quieres retractarte de algo? ¿Pretendes
persuadirme de que en las cuentas de ámbar
que rodeaban tu cuello había aún algo pesado,
de aquella pesadez de que carecen
los cuadros acallados del allende? ¿Quieres
pronosticarme un mal agüero con tu comportamiento?
¿Qué te quieren decir los contornos de tu cuerpo
como líneas de una mano
para que yo ya no las pueda ver sin destino?
…..Aproxímate a la luz de la vela. A mí no me da miedo
contemplar a los muertos. Pues si vienen
están en su derecho de quedarse
en nuestra mirada como las demás cosas.
…..Acércate; estémonos callados un momento.
Mira esta rosa sobre mi mesa de escribir;
¿no es la luz que la circunda tan tímida
como la que se cierne sobre ti? No debería estar tampoco aquí.

…..Su sitio es el jardín, no mezclada conmigo,
debiera haberse quedado o extinguido,-
ahora perdura así: ¿qué es mi conocimiento para ella?

No te espantes si yo ahora, ay, comprendo,
ahora asciende en mí: no puedo evitarlo.
Comprenderé, aun cuando por ello me muriera.
Comprender que tú estás aquí. Comprendo.
Como ciego cuando palpa una cosa
siento tu destino y no sé nombrarlo.
Prorrumpamos ambos a dos la queja, para
que uno te saque de tu espejo. ¿Puedes llorar aún?
No puedes. La fuerza y afluencia de tus lágrimas
han transmutado en tu mirar maduro,
y estabas atareada, cualquier humor en ti,
en trasladarlo a tu fuerte existencia.
Ésta asciende y gira en ciego equilibrio.
Allí te desgarró el azar, tu postrero azar.
Te desgarró retrógrado desde un avanzadísimo progreso
y te desgarró del todo; se desgarró primero sólo un trozo,
mas como día a día en torno a un trozo
iba creciendo la realidad y se tornó pesada,
necesitaste emplearte toda entera: fuiste pues a su encuentro
y esforzada te rompiste a trozos de la ley,
porque a ti misma te necesitabas. Entonces
te derribaste y cavaste desde tu corazón
atemperado terruño nocturno que haría germinar
las semillas aún verdes de tu muerte, tuya,
tu muerte propia con tu propia vida,
y las comiste, granos de tu muerte,
y los comiste como todo el mundo, los granos de tu muerte,
y te quedó un regusto de dulzura,
que tú no sospechabas, tus labios fueron dulces,
tú, que eras ya dulce en el interior de tus sentidos.
…..Concédenos la queja: ¿Sabes cómo tu sangre
se demoraba sin par desde un círculo
y volvía a disgusto cuando tú la reclamabas?
Qué confusa la tomaba de nuevo
la circulación menor de tu cuerpo; con qué recelo
y pasmo entraba en la placenta, y se hallaba cansada
al volver de su largo recorrido.
…..La acosabas, la echabas por delante,
la empujabas al centro de la hoguera,
tal como se hace con los animales que van al sacrificio;
y aún querías que estuviera contenta,
y al fin lo conseguías a la fuerza: se ponía contenta,
y acudía sumisa a entregársete. Así te parecía,
porque tenías otras medidas por costumbre,
sería tan sólo por un momento;
pero entonces estabas en el tiempo, y el tiempo
es largo, pasa y se acrecienta,
y es como recaía de larga enfermedad.
…..Corta fue tu vida si la comparas
con aquellas horas cuando sentada
doblegabas en silencio las múltiples fuerzas
de tu mucho futuro en aras de tu nuevo vástago en germen,
que era otra vez destino. Oh, trabajo infeliz,
superior a todas las demás fuerzas. Y tú lo cumplías
día tras día, y a rastras lo seguías,
traías del telar la hermosa trama,
y siempre de otro modo usabas todos los hilos.
Y al fin aún te quedaba ánimo de festejar.
…..Pues listo el trabajo querías tener el premio,
igual que los niños que apuran su té agridulce
como medicina que acaso sana.
Así tú te premiabas, pues de todo otro premio
estabas muy distante, incluso ahora;
nadie se hubiera imaginado el premio que a ti te agradaba.
Tú sí, tú lo sabías. Tú posabas en tu lecho de puérpera,
y en frente de ti se alzaba el espejo, que te devolvía
todas las cosas. Y tú eras todo eso
ante ti misma, y dentro había sólo ilusión,
la bella ilusión de toda mujer que gustosa
se enjoya y muda de peinado.
…..Así te has muerto tú, como antaño morían las mujeres,
te moriste a la moda antigua, en la casa caliente,
tal como se mueren las parturientas
que quieren cerrarse y ya no lo logran,
porque aquello oscuro que coparieron
retorna una vez más, empuja y entra.
Ay, ¿no habría que buscar plañideras,
las mujeres que plañen por dinero,
a las que así se les puede pagar
para gritar en la noche serena su planto?
¡Vengan usos aquí! No tenemos bastantes.
Todo pasa y las palabras se extinguen.
Así debes venir tú, muerta, y aquí conmigo
Recobrarás la queja.
¿Es que no oyes mi queja? Quisiera echar mi voz
como un paño sobre los añicos de tu muerte
y vapulearlo hasta hacerlo harapos,
y todo lo que diga en esta voz
irá así de harapiento y de frío entumecido;
permanece en tu queja. Pero yo ahora acuso:
no a Uno que te retrajo de ti,
(yo no lo identifico, es como todos)
acuso a todos en él: al varón.
…..Si en algún sitio profundo en mí surge
un niño que existió, al que aún no conozco,
quizá el más acendrado ser-niño de mi infancia,
un ángel, y sin reparar en él
lanzarlo a la vanguardia de los ángeles
gritadores, que hacen que Dios recuerde.
…..Pues esa aflicción es ya demasiado larga
y no hay nadie que la pueda llevar, nos es harto pesado
el confuso dolor de un amor falso,
que, como un uso en vías de extinción,
se le llama derecho, y crece de un entuerto.
Dónde el varón que tenga derecho de poseer.
Quién puede poseer lo que en sí mismo no se sostiene,
sólo lo que feliz de cuando en cuando se coge como al vuelo
y otra vez se tira como el niño la pelota.
Como el estratega que a duras penas mantiene
firme una Nike en la proa de la nave
si el arcano alado ser de su divinidad
la alza de súbito en la clara brisa marina,
así menos puede uno de nosotros
llamar a la mujer que no nos ve
y que sobre una estrecha franja de su existencia
se aleja, como por un milagro, sin tropiezo:
el que lo hiciere se haría con gusto culpable.
…..Porque la culpa es eso, si es que de algún modo la culpa existe:
no acrecentar la libertad del ser al que se ama
por la libertad que de uno mismo surge.
Tenemos sí, donde quiera que amemos,
sólo esto: dejarnos, pues retener,
eso es fácil y huelga el aprenderlo.
…..¿Estás tú aún ahí? ¿En qué rincón estás?
Has sabido mucho a pesar de todo,
y así lo has sabido hacer, pues así te entregabas,
abierta para todo, como el romper de un día.
Las mujeres sufren: amar dice soledad,
y artistas presienten a veces en el trabajo
que es menester transformarse donde quiera que amen.
Tú empezaste ambas cosas, ambas están en aquello que ahora
trunca una gloria que se va contigo.
Ay, tú estabas lejos de aquella gloria. Te recatabas
en tu sencillez; suavemente habías recogido tu belleza
tal como se recoge una bandera
en la mañana gris de un día laborioso,
y no ansiabas más que un trabajo largo,-
la labor no hecha: no hecha sin embargo.
…..Si tú estás aún ahí, si en esa oscuridad hay todavía
un lugar donde tu sensible espíritu
resuena en las llamas ondas sonoras,
una voz que, solitaria en la noche,
se conmueve en la corriente de un alto aposento:
Entonces óyeme: Ayúdame, mira, así nos deslizamos
sin saber cuándo, retrógrados desde nuestro progreso,
en algo que no acertamos como en un sueño
y dentro morimos sin despertar.
Ninguno va más lejos. A aquel a quien su sangre
levante hasta una obra de largo alcance
le puede suceder que no la mantenga en alto,
y vaya por su peso sin valor.
Pues por doquier existe una antigua hostilidad
Entre la vida y el trabajo grande:
Ayúdame para que lo vea y lo proclame.
…..No vuelvas. Si lo soportas sé así,
muerta junto a los muertos.
Los muertos están bien entretenidos.
Pero ayúdame de modo que ello no te disperse,
Como en mí lo más lejano me ayuda.





Escrito el 31 de octubre y el 1 y 2 de noviembre de 1908, en París

Versión: Jaime Ferreiro Alemparte.

(Fuente: Biblioteca Ignoria)

Salvador Lera (España, 1953)


De la inversión 3.3.1

 

la noche en el cuerpo,
que es la misma noche
y se resuelve en el incendio blanco.

en el blanco que se anuncia,
una señal en la noche
y en el cuerpo expuesto y transformado.

movimiento del árbol que se enciende
en la noche, a tientas, por las ramas
cuerpo de vuelo, alas en las raíces

en el cuerpo estaba la luz
                                     y en la noche.




(Fuente: Asamblea de palabras)

lunes, 25 de marzo de 2019

Juan Sasturain (Argentina)


LA MUJER Y EL FREEZER


No es fácil enamorar a una mujer que tiene freezer.
Uno llega con palabras frescas y ella tiene
–congeladas en el freezer–
las que le dijimos una hora o
dos años atrás. Descongela y dice:
“Comamos primero lo de ayer,
hagamos una cena fría con
estas sobras de abandono,
estos restos de despedida con que
me dejaste plantada”.

No es fácil convencer a una mujer que tiene freezer.
Uno llega con un abrazo inédito,
las yemas de los dedos renovadas,
huellas flamantes para nuevas
sensaciones, y ella tiene
–en un helado estante del freezer–
las marcas de nuestras últimas manos
puestas sobre su sensible corazón,
los guantes con que abofeteamos su
esperanza, el dibujo de
nuestro viejo codo acodado a la mesa
donde le dijimos que
no daba para más.
No es fácil amar a una mujer que tiene freezer.
Uno va en busca de sus hermosas tetas
y ya no están, tibias, ahí donde solían,
sino en el freezer y
hay que aceptarlo. Todo tiene
un tiempo de deshielo,
un tiempo de cocción. Las estaciones
duran minutos; los años,
meses que se disuelven en segundos
para la mujer que tiene freezer.
No es fácil ser el amor de una mujer que tiene freezer.
Hay que esperar. Encontrar una
percha helada y cómoda
donde quedar colgado y
ponerse ahí. Hasta que una noche
ella sienta un vacío
en la boca del estómago, en
el costado de su cama,
y vaya entregada al freezer.
Conviene estar en la primera fila.
Para esas sensaciones bruscas
se preparó el famoso Disney –dicen–,
pero uno siempre espera que le
vaya mejor que al pobre Walt,
vivo de olvido, muerto de frío:
“No se puede matar a la mamá de Bambi,
hacer sufrir a Dumbo y
esperar que todo termine bien
y sin explicaciones”, dice la mujer
que va del freezer al cine y por la vida.
No es fácil olvidar a esa mujer que tiene freezer.
Se nos ha congelado en la memoria
y sólo queda aguantar el remoto,
ruidoso deshielo. Habrá que estar en el
momento justo en que se parte el
Perito Moreno de su
corazón, aprovechar la grieta
para colarse mientras
los japoneses registran
que por fin,
que valió la Pena.

domingo, 24 de marzo de 2019

Miguel Angel Bustos (Argentina, 1932 - 1976)


Vientre profeta sin tiempo



Yo no soy de ningún siglo.
Vivo ausente del tiempo. Soy mi siglo como soy mi sexo y mi delirio.
Soy el siglo liberado de toda fecha y penumbra.
Pero cuando muera, el profeta que hay en mí se alzará como un niño sin moral y sin patria. Un niño loco con lengua de alaridos. Entonces amanecerá en el millón de Galaxias.
Madres del futuro; cuidado; cuando muera puedo volver.
Entonces, ay, vientre que me aguardas, dulcísima catedral de tinieblas.




( De Visión de los hijos del mal, 1967)



 Luna de Herodes



Si en la noche inmóviles policías sujetan perros de boca en piedra, yo tiemblo. Quiero alejarme no puedo, como en sueños.
Entonces alzo la mano a mi pecho el traspasado. No sea que a lo lejos entre selvas de hueso y aliento salga el aullido de aquel que devora mis entrañas. Y aullando prolongue en los perros guardianes un odio en silencio y dientes, que por milenios me persigue.


( De Visión de los hijos del mal, 1967)




Fuente: Poesía a mano alzada

Nâzım Hikmet (Turqúía)


La leyenda de las leyendas




Estamos al borde del agua
El plátano y yo.
Nos reflejamos en el agua
el plátano y yo.
El reflejo del agua nos acaricia
Al plátano y a mí.

Estamos al borde del agua
El plátano, yo, luego el gato.
Nos reflejamos en el agua
El plátano, yo, luego el gato.
el reflejo del agua nos acaricia
el plátano, a mí y luego al gato.

Estamos a orillas del agua
El plátano, yo, el gato y luego el sol.
Nos reflejamos en el agua
El plátano, yo, el gato y luego el sol.
El reflejo del agua nos acaricia
Al plátano, a mí, al gato y luego al sol.

Estamos a orillas del agua
El plátano, yo, el gato, el sol y luego nuestra vida.
Nos reflejamos en el agua
El plátano, yo, al gato, al sol, y luego a nuestra vida.
El reflejo del agua nos acaricia
Al plátano, a mí, al gato, al sol y luego a nuestra vida.

Estamos a orillas del agua.
El gato se irá primero.
Su imagen en el agua se perderá.
Luego me iré yo.
En el agua mi imagen se perderá.
Y luego se irá el plátano.
Su imagen en el agua se perderá.
Y luego el agua se irá,
El sol se quedará
Y luego se irá también.

Estamos a orillas del agua
El plátano, yo, el gato, el sol y además nuestra vida.
El agua está fresca,
El plátano es inmenso,
Yo escribo versos,
El gato está dormido.
Vivimos, gracias a Dios;
El reflejo del agua nos acaricia
Al plátano, a mí, al gato, al sol y además a nuestra vida.




(en A pesar de la gran noche y otros poemas, 1968)


Fuente: Descontexto

Jesús Lizano, (Barcelona, 1931 – 2015)




Mi madre decía: a mí me gustan las personas rectas

A mí me gustan las personas curvas,
las ideas curvas,
los caminos curvos,
porque el mundo es curvo;
y me gustan las curvas
y los pechos curvos
y los culos curvos,
los sentimientos curvos
la ebriedad: es curva;
las palabras curvas:
el amor es curvo;
¡el ventre el curvo!;
lo diverso es curvo.
A mí me gustan los mundos curvos;
el mar es curvo,
la risa es curva,
el dolor es curvo;
las uvas: curvas;
los labios: curvos;
y los sueños, curvos;
los paraísos, curvos
(no hay otros paraísos);
a mí me gusta la anarquía curva;
el día es curvo
y la noche es curva;
¡la aventura es curva!
Y no me gustan las personas rectas,
el mundo recto,
las ideas rectas;
a mí me gustan las manos curvas,
los poemas curvos,
las horas curvas:
¡contemplar es curvo!;
(en las que puedes contemplar las curvas
y conocer la tierra);
los instrumentos curvos,
no los cuchillos, no las leyes:
no me gustan las leyes porque son rectas,
no me gustan las cosas rectas;
los suspiros: curvos;
los besos: curvos;
las caricias: curvas.
Y la paciencia es curva.
El pan es curvo
y la metralla recta.
No me gustan las cosas rectas
ni la línea recta:
se pierden
todas las líneas rectas;
no me gusta la muerte porque es recta,
es la cosa más recta, lo escondido
dentro de las cosas rectas;
ni los maestros rectos
ni las maestras rectas:
¡libérennos los dioses curvos de los dioses rectos!
El baño es curvo,
la verdad es curva,
yo no resisto las verdades rectas;
vivir es curvo,
la poesía es curva,
el corazón es curvo.
A mí me gustan las personas curvas
y huyo, es la peste, de las personas rectas.




(Fuente: Caína bella blog)





Eduardo Milán (Uruguay, 1952)


Se perdió siguiendo ahí...

se perdió siguiendo ahí
no circula, no se escucha
guardado donde no sé, debajo de qué
no hay garantía en Archivos
guardado en un grano de mostaza —menos—
le dio vueltas la llave que no se ve, ¿cuántas?
el círculo de completud sigue incompleto
una inquietud que no se dice de fachada impávida
ahí vive —¿ahí dónde?—
fue incompleto sin temor, permitía estrellas
la Osa, Orión, la Túpac que venció Cangrejo
sin falta de completud sino búsqueda de pleno

el poema prisionero de versura
—podría serlo de hermosura-
la versura, la vuelta
con surco, sin surco
con buey, sin buey
ver el sur sin dar vuelta la cabeza
obliga a ampliar el concepto de pérdida
pasa la desaparición fronteras —muchos El Paso-
presentes perdidos en presente
chocan de noche sus cuerpos, sus copas


 
(Fuente: Asamblea de palabras)

sábado, 23 de marzo de 2019

Nicanor Parra (Chile)


PUSSYKATTEN


Este gato se está poniendo viejo
Hacen algunos meses
Hasta su propia sombra
Le parecía algo sobrenatural.
Sus mostachos eléctricos
lo detectaban todo:
Escarabajo,
mosca,
matapiojo,
Todo tenía para él un valor específico.
Ahora se lo pasa
Acurrucado cerca del brasero.
Que el perro lo olfatee
O que las ratas le muerdan la cola
Son hechos que para él no tienen ninguna importancia.
El mundo pasa sin pena ni gloria
A través de sus ojos entornados.
¿ Sabiduría?
¿misticismo?
¿nirvana?
Seguramente las tres cosas juntas
Y sobre todo
tiempotranscurrido.
El espinazo blanco de ceniza
Nos indica que él es un gato
Que se sitúa más allá del bien y del mal.




IMAGEN DE MI PADRE


Yo tenía un fiel amigo
de lento mirar cansado
triste como un jardinero
y puro como un relámpago.
Tenía las manos suaves
como el corazón de un pájaro
al andar casi danzaba
y hablaba casi cantando.
Como ríos paralelos
vagábamos por los campos
yo lo confundía a veces
con la sombra de algún árbol.
El cielo que lo cubría
no podía ser más alto
y el nardo azul de su alma
no podía ser más nardo.
Si hubiera sido de agua
¡qué compañero tan claro!
serenos como sus ojos
nunca se verán dos lagos.
Amigo dulce dormido
que nunca será olvidado
ni en el día en que se cierren
para mí todos los astros.

Octavio Paz (México)


COMO QUIEN OYE LLOVER



Óyeme como quien oye llover,
ni atenta ni distraída,
pasos leves, llovizna,
agua que es aire, aire que es tiempo,
el día no acaba de irse,
la noche no llega todavía,
figuraciones de la niebla
al doblar la esquina,
figuraciones del tiempo
en el recodo de esta pausa,
óyeme como quien oye llover,
sin oírme, oyendo lo que digo
con los ojos abiertos hacia adentro,
dormida con los cinco sentidos despiertos,
llueve, pasos leves, rumor de sílabas,
aire y agua, palabras que no pesan:
lo que fuimos y somos,
los días y los años, este instante,
tiempo sin peso, pesadumbre enorme,
óyeme como quien oye llover,
relumbra el asfalto húmedo,
el vaho se levanta y camina,
la noche se abre y me mira,
eres tú y tu talle de vaho,
tú y tu cara de noche,
tú y tu pelo, lento relámpago,
cruzas la calle y entras en mi frente,
pasos de agua sobre mis párpados,
óyeme como quien oye llover,
el asfalto relumbra, tú cruzas la calle,
es la niebla errante en la noche,
como quien oye llover
es la noche dormida en tu cama,
es el oleaje de tu respiración,
tus dedos de agua mojan mi frente,
tus dedos de llama queman mis ojos,
tus dedos de aire abren los párpados del tiempo,
manar de apariciones y resurrecciones,
óyeme como quien oye llover,
pasan los años, regresan los instantes,
¿oyes tus pasos en el cuarto vecino?
no aquí ni allá: los oyes
en otro tiempo que es ahora mismo,
oye los pasos del tiempo
inventor de lugares sin peso ni sitio,
oye la lluvia correr por la terraza,
la noche ya es más noche en la arboleda,
en los follajes ha anidado el rayo,
vago jardín a la deriva
entra, tu sombra cubre esta página.

viernes, 22 de marzo de 2019

Elizabeth Bishop (EEUU)


El arte de perder


El arte de perder no cuesta tanto
irlo aprendiendo (insisten las cosas
hasta tal punto en perderse, que el llanto
por ellas dura poco). Y el espanto
por perder algo cada día, rosas
que se deshojan, horas, llaves, cuanto
pueda ocurrírsele a uno, no es tanto.
Practica entonces perder más, y goza
el ritmo de la pérdida, su encanto:
pierde ciudades, nombres, y en Lepanto
pierde una mano, un destino, una moza:
nada de esto será para tanto.
Perdí el reloj de mi madre, y el manto
con que cubría mis hombros, la loza
en que tomaba el té, pero igual canto.
Perdí mi tierra, mi rumbo y aguanto
de lo más bien tanta pérdida. Es cosa
de acostumbrarse: no, no es para tanto.
Perderte a ti, por ejemplo, tu encanto
y tu cariño perder, dolorosa
prueba sería, pero nunca tanto
(aunque parezca condena espantosa).




Invitación a miss Marianne Moore

 
Desde Brooklyn, sobre el puente de Brooklyn, en esta hermosa
mañana,
ven, por favor, volando.
En una nube ardiente de sustancias químicas,
ven, por favor, volando,
por el súbito redoble de mil pequeños tambores azules
cayendo del cielo aborregado
sobre la resplandeciente gradería de agua del puerto,
ven, por favor, volando.
Silbatos, banderines y humo al viento. Los barcos
lanzan señales cordiales ondeando mil banderas,
ascendiendo y cayendo como aves a lo largo del puerto.
Entran en escena: dos ríos que portan con gracia
innumerables pequeñas y diáfanas medusas
sobre bases de cristal tallado arrastradas por cadenas de plata.
El vuelo es seguro; el buen tiempo garantizado.
Las olas llegan en versos esta hermosa mañana,
ven, por favor, volando.
Ven con la punta de cada uno de tus zapatos negros
arrastrando un reflejo de zafiro,
con una negra capa de mariposas y bon-mots,
y solo Dios sabe cuántos ángeles todos encima
de la ancha ala negra de tu sombrero,
ven, por favor, volando.
Portando un inaudible ábaco musical,
un delicado ceño crítico y cintas azules,
ven, por favor, volando.
Hechos y rascacielos centellean en la marea; Manhattan
está inundada de moralejas esta hermosa mañana, así que
ven, por favor, volando.
Escalando los cielos con natural heroísmo,
por encima de los accidentes, por encima de las películas malignas;
de los taxis y de las injusticias en general,
mientras resuenan las trompetas en tus bellos oídos
que simultáneamente escuchan
una leve música no inventada, apropiada para el ciervo almizclero,
ven, por favor, volando.
Ante quien los sombríos museos se comporten
como los corteses pájaros satinados,
ante quien los afables leones echados esperan
en la escalinata de la Biblioteca Pública,
deseosos de alzarse y traspasar cada puerta
hasta las salas de lectura,
ven, por favor, volando.
Podemos sentarnos y llorar; podemos ir de compras,
o jugar todo el tiempo a equivocarnos
con un valioso cúmulo de vocabularios,
o podemos lamentarnos con coraje, pero ven, ven,
por favor, volando.
Con dinastías de construcciones negativas
que se oscurecen y mueren a tu alrededor,
con la ortografía que de pronto gira y brilla
como bandadas de andarríos en el cielo,
ven, por favor, volando.
Ven como una luz blanca en el cielo aborregado,
ven como un cometa diurno
con un enorme caudal de vocablos cristalinos,
desde Brooklyn, sobre el puente de Brooklyn, esta hermosa
mañana
ven, por favor, volando.




(Fuente:  La sublime lenchitud blog)

Malú Urriola, (Santiago de Chile, 1967)




Gatos

I
Los gatos chicos a veces mueren
apretados en el hocico de una perra
y parece que juegan
y mueven la colita
pero se están muriendo.
Hacen globitos con la sangre
mientras la lengua arranca
y un sol lúdico tironea su sombra.
El gatito se inclina
proyectando desde los ojos
una noche que se desmenuza
que cae en pedazos toda roñosa
y el cucho reventándose
trata de alcanzar un sol que se inclina
que cae en una noche pataleante
entonces hace como si se ahogara
mientras fermenta la noche
en un día lleno de sol
que cae duro en los techos
en sus ojos vidriosos
y el gato es extinguido
sacado fuera de lo real.



IV
Hey, malú, asume la vida de gato
que te toca saltar de techo en techo
porque ni siquiera un poco de sol
los hará volver
porque no nacimos para dar
pero tampoco para recibir
hay que asumir el costo
te estás chalando
nada te llena
y el hastío te agarra de espaldas
por eso le seguimos el juego
a los imbéciles
y corremos en esta carrera de equinos
de mala sangre
cuando el poeta canta su bar cecil
y Dios le guiña un ojo
y por el otro le cae un goterón de tinto
de aburrido tinto.
Hey, malú, nace una estrella
nadie quiere el nobel
pero se mueren de sólo pensarlo
los poetas se odian
toman juntos pero se odian
a quién le importa
que se maten
que se tengan pica hasta la muerte
total, de todas maneras
no tenemos quien nos abrace
porque los gatos se retiran de noche
quién sabe dónde.
Hay que asumir, pendeja
que estás sola
que te bailas un rock
para quitarte las ganas –tú sabes de qué–
porque de tanto perraje patriarcal trompeteado
estás hasta la tusa
y ellos siguen tirándose a partir
prejuiciados
amablemente discrepantes
hey, malú una raja, qué te importa
si ni siquiera encuentras algo que te importe
por eso callas y luego ríes
porque nadie te llena el hoyo,
ni el vino
ni los machitos
ni mirar sus traseros sin forma
no te queda más que caminar borracha
y llegar borracha a tu home
piedrita mendiga


XI
Lo estropearon todo, baby
y te bailas un rock de malas ganas
porque ellos quieren verte
reventar de noche
ebria
sin hablar con nadie
y de día se lo pasarán pateando gatos
es entretenido verlos pavonearse
con sus chascas y ropitas excéntricas
pretendiendo volver al divino tesoro
qué va, son iguales a los demás
las grandes lumbreras del mundo
devorando ratas en las bibliotecas
bebiendo de noche en algún bar snob
de algún barrio snob
y salir snobmente borrachos
trágate esa vaga sensación de techos
despoblados, pendeja
y ve a emborracharte hasta que revientes
con tus amigos oligofrénicos
a quién le importa
que el último gato gris se aleje
en medio de los cachureos del techo
y que a lo lejos Bob Dylan gima
“like a rolling stone”.




XII
                              a angélica saldaña

Hace tanto tiempo, querida amiga
acá los poetas mienten
y tus ojos son ya
un par de gorriones que se fornican
no sé dónde
reniego de la poesía
y todas esas vanalidades
la mistral ha muerto
neruda ha muerto
lihn ha muerto
sólo quedamos los necios.
Recuerdas cuando nos emborrachamos
amparadas por una chimenea medio loca
tú, estás allá ahora, recordándolo todo
con un suave dejo de melancolía
la puta melancolía que has guardado
largo tiempo en el anonimato
y un sol turístico cae
sobre tu rimbombante isla en el Mediterráneo
mientras acá el sol pega
sobre cientos de cabezas hastiadas.
Ah, querida mía
los seres somos tan maleables
de ahí la distorsión a la que Hugo
intentó someter el alejandrino.














(Fuente: Caína bella blog)

jueves, 21 de marzo de 2019

Antonia Pozzi (Milán 1912 – 1938)





Esbozo

Pienso esta noche
en la leyenda del Pájaro de Fuego,
en su aparición en la espesura,
en su canto liberador.

Y todos hablan
del joven príncipe,
y del sueño de sus enemigos,
y de su salvación.

Nadie piensa en el árbol oscuro
donde apareció el pájaro
la primera noche.
Nadie piensa en la vida del árbol
después de aquella noche,
ya sin el fulgor
de las alas mágicas.

Solo yo sé
que el árbol vive
de nostalgia y de espera,
y que alrededor ve
a la gente que pasa,
pero que no hay vestimenta llamativa
que para él valga
lo que el esplendor
del Pájaro desaparecido.

El árbol no sabe ya
para quién es su florecer,
y por cada hoja que brota
se retuerce en lo más íntimo de sus fibras.
El árbol ya no sabe
a quién ofrecer
su sacrificio primaveral,
y espera la noche,
la noche negra sin estrellas, sin fuentes,
la hora del oscuro silencio,
cuando desde sus profundas raíces,
en un fulgor extremo y cegador,
le surgirá, le correrá por el tronco
hasta la cima de sus frondas,
su único bien:
el recuerdo ardiente del Pájaro.








Traducción Herme G. Donis


(Fuente: Caína bella blog)

Georgi Gavrilov (Bulgaria, 1991)

Formas breves del tiempo 1

 

escribir es escarbar
en la piedra de lo visible
para encontrar sentido

algunas veces simplemente destrozas
el cristal hermoso
en vano

otras veces es difícil
que no destroces incluso lo escondido
dentro

si encontraras un hueso
dirías: mira
alguna vez esto estuvo vivo
antes de que estuviéramos
nosotros


Trad. Natalia Ivanova

(Fuente: Asamblea de palabras)

Warsan Shire (Somalia, 1988)


"Lo que nos arrebataron en verano", 

I.
El verano que mis primas regresan de Nairobi,
nos sentamos en círculo bajo el robledal del jardín de mi tía,
y se han hecho mayores. Los pezones endurecidos de Amel
atraviesan el estampado cachemir de su blusa,
alminares que convocan a los hombres al culto.

Cuando se fueron, tenía doce años y los pies
hinchados por el calor de la espera. Nos abrazamos en la puerta de salida,
niñas de la calle con pecho de pájaro tintineando como figuras de madera,
masculinas, con largas faldas a la espera de crecer

hambrientas. La voz suave de mi madre
por teléfono:
                     ¿Están bien? ¿Se están curando?
No quiere que mi padre la escuche de fondo.

II.
Juwariyah, de mi edad, se inclina y susurra,
Me ha venido la regla. Su pelo ya en mi boca cuando
intento acercarme más: ¿cómo es?
Se gira hacia sus hermanas y una risa que no es suya
se le extiende desde el cuerpo como un gemido.
Es más guapa de lo que recuerdo.

Una de ellas me cierra las piernas.
Siéntate como una mujer. Me toco con el dedo el agujero de los pantalones,
la vergüenza me irradia la piel.

En el coche, mi madre me observa por el
retrovisor, el cuero se me pega bajo los
muslos. Abro las piernas como una puerta bien engrasada,

y la reto a que me mire y me dé
lo que no había perdido: un nombre.
 
 
 
 
(Fuente: Asamblea de palabras)

miércoles, 20 de marzo de 2019

John Ashbery (EEUU, 1927 - 2017)


CANCIONES SIN PALABRAS


Las eliminatorias: no hay que alterarse.
Qué proceso lo va hermanando,
como una botella de limonada.
Tu bonita labor no coincide.

¿Dónde están los fragores, los fingidos orgasmos,
la cristalina textura? El balneario, corrupto,
muerto como un geranio
en el punto de mira al término del tiempo…
¿Él era joven? Las rubias chimeneas y un sentir la
mañana cuando llega. ¿Pero había alguna cosa
más que esperar de nosotros, cosa que no cupiera vedar nunca,
ni nunca olvidar? ¿Atracción y aversión de una ciudad
arrimada con cables? ¿Dulce madera
flotando en la mar?
Un sentir como de grietas que acaso no resulte demasiado perceptible
los alertó afuera. De nada sirve regresar adentro,
se ha salvado la distancia. Alrededor de nosotros, alarmantes como la nieve,
las tropas “forman”. Todo es normal.
Aún puedo rascarme la cabeza si así lo decido.
En juego está una página en una historia más amplia,
alguna cosa que una vez tuvimos y con la que jugamos.
El laboratorio parecía demasiado amable, comedido,
para las millas de regreso a casa que eran nuestras.




(Trad. Daniel Aguirre Oteiza)

Denise Levertov


Hablándole al dolor


Ah, dolor, no debería tratarte
como a un perro de la calle
que viene hasta la puerta de atrás
buscado unas cáscaras, un hueso pelado.
Debería confiar en vos.
Debería persuadirte
de que entres a casa y asignarte
tu propio rincón,
una alfombra vieja para que te eches,
un cuenco de agua.
Creés que no sé que estuviste viviendo
bajo el porche.
Deseás que tu verdadero lugar esté listo
antes de que llegue el invierno. Necesitás
un nombre,
un collar y una placa. Necesitás
el derecho a advertir a los intrusos,
a considerar
mi casa como tuya
a mi persona como tuya
y a vos mismo, mi perro.


Versión: Isaías Garde



Talking to Grief


Ah, Grief, I should not treat you
like a homeless dog
who comes to the back door
for a crust, for a meatless bone.
I should trust you.
I should coax you
into the house and give you
your own corner,
a worn mat to lie on,
your own water dish.
You think I don't know you've been living
under my porch.
You long for your real place to be readied
before winter comes. You need
your name,
your collar and tag. You need
the right to warn off intruders,
to consider
my house your own
and me your person
and yourself
my own dog.



(Fuente: Biblioteca Ignoria)