jueves, 23 de mayo de 2024

Mario Pera (Lima, Perú, 1981)

 

5 poemas de sombría / estrella / fugaz


Laura di Verso
 
5 poemas de sombría / estrella / fugaz, de Mario Pera

 

Este poemario enhebra hilos entre el universo y el caos existencial en la Tierra, e intenta ordenar los ríos por los que fluye la vida cotidiana: amor, mito, rutina diaria, deber… Cada poema abre una tormenta de metáforas en las que el poeta objeta algunas bases de la existencia humana.

En Zenda reproducimos cinco poemas de sombría/estrella/fugaz (Eolas), de Mario Pera.

***

Bosque negro

Cortar la roca

dejar que el arpegio fúnebre corra en el pentagrama del próximo invierno

permitir que el silencio envuelva al árbol que arde

día tras día

frente al mar

la misma ceniza de la rama

presiona sobre nuestra frente

el polvo

y forma

la huella de una larva

 

el incidente

un sol invisible que palpita mientras los pájaros se alejan del oeste

corta con un hilo tenso los bordes del verano

segundo nacimiento

entre avispas que aletean y saltan con violencia

mientras la floresta se calcina

un óvulo levita y anida el día en el abismo oculto del fogón

hasta perder de vista la flecha

que vuela sin ser oída

entre constelaciones que forman

como rebaños

un bosque negro

***

Rumbo solar

Vuelve a mí tu rostro sin ojos

vuelve el ruido del lápiz

arando una partitura en el papel

los límites de tu sombra en el abecedario de la sangre

disco negro que gira como un aura

en torno a tu cabeza

con el peso implacable del amor en tu pulso

y la mueca del armadillo moribundo

sobre tus labios

se acumulan nubes en la ventana y flores podridas en tu cuello

el galope de mi aliento busca tu origen

bajo mi cuerpo

danza la estrella

hace erupción

entre las ramas que atraviesan el cielo

como una escalera

hacia lo inevitable

 

Cae el trinar del ave

el humo del crepúsculo

en latigazos que se sumergen en la espalda

Puebla el rayo solar el sendero

la lentitud del nuevo día contra el suelo

ese bostezo que se abre como un grillete

al concluir la noche

arrugados los párpados por tu oscuridad

 

lavo las cenizas en tu dorso y descubro

el número áureo del lenguaje

de los cuerpos que se hallan en la luz de las partículas condenadas a fluir

a cavar por largo tiempo una sombra

en el vacío de la chispa

 

Vuelve a mí tu rostro sin ojos

el ruido del lápiz quebrando tu esqueleto

para sacar el polvo de la estrella

a distancia truena tu respiración

los átomos blancos que revolotean

abro pausado y alevoso una grieta entre tus piernas

y en ellas

alzo el puñal como un almendro de bronce

a punto de florecer

***

Camuflaje

El ojo con que escribo, es aquel con el que tarjo un poema resbalando de mi dedo

El ojo con que me atraganto, es aquel con el que observo el borde de la luz en el otoño

El ojo con que olvido, es aquel con el que horado la palabra hasta la carne

El ojo con que enfermo, es aquel con el que marchito el plumaje del amor

El ojo con que brillo, es aquel con el que cicatrizo el vacío que me dejó su cuerpo

El ojo con que alzo los días, es aquel con el que soplo el sonido de su piel mientras cae

El ojo con que canto, es aquel con el que me derrumbo como un trueno sobre el pasto herido

El ojo con que ilumino, es aquel con el que broto y me expando hasta encajar en sí mis espinas

El ojo con que humedezco, es aquel con el que abro la sílaba en mi lengua

El ojo con que enciendo, es aquel con el que estallo los pétalos pudriendo la tierra

El ojo con que oscilo, es aquel con el que agito la tarde entre mis venas

El ojo con que me coagulo, es aquel con el que desuello el florecer de la semilla y carbonizo el cerezo

 

El ojo con que escribo, es aquel con el que hundo en una flecha en pleno vuelo

el dolor del ciervo

a punto de morir

***

Ceremonia oblicua

Nada es tan preciso como la sombra del sol contra la espina del cactus

cerrar los ojos bajo el caer de la lluvia

dudar del follaje que esconde al pájaro

alegoría que se hunde oblicua sobre la mejilla

con la violencia evolutiva de la voz

y la migración perpetua de los cuerpos hacia la ventana

el grávido afán por nombrar una tras otra las densidades

que pueblan el cuerpo agazapado entre las líneas del ocaso

luto reluciente de la angustia que hierve en la boca

 

Borrar la oscuridad

ajar la retina al pie del árbol cartesiano que nos guarece

la poesía respira por cada poro con un esplendor piramidal

solitaria en cada coito recoge

el vestigio de un amor inerte

sucio aire que resiste en el corazón

arde     pulsa   embate

es ausencia instalada como un nudo que vuelve a la garganta

hasta apagar la voz

 

Nada es tan preciso como la sombra de la hierba que crece sin raíz

rito banal de un pueblo atravesado por las ramas de la culpa

el remordimiento tejido en un manto amarrado sobre los ojos

con el encanto torpe de un cuerpo sin sombra sentado en una banca

borrada de su pecho la humedad de una lágrima

entronizada en él la estación más fría

cae el vacío

 

El costo de repetir las costumbres aprendidas en la infancia

herida que se abre como el maíz que se lanza a las palomas

truena la caracola para calmar el fracaso

los ojos del cuervo en los que se degrada el amanecer

al ramificarse el sol sobre un barro que al secar

pierde sus bordes

 

No existe nada tan preciso como el caminar de los cangrejos

o como aquello que es nada y sin embargo siempre ha existido

al acecho

ampollando la palabra en la garganta

irreconciliable

siempre a punto de explotar entre los dientes

***

Viento a favor

Limpiar la luz del ojo y su brillo derramado sobre la piedra

exprimir la luz del relámpago

su dureza

al brotar entre las ramas de los árboles

fluyendo el río prospera desde el cántaro agrietado de la niñez

fluyendo la claridad ocupa el horizonte

y aglutina los signos contra el seso

el símbolo

el gesto

lo humano burilado en la carne sin fondo

cubiertos los párpados por el barro de la premonición

enterrado el paisaje sin hallar sitio en la mirada

eco que nos destroza lento

con cada latido

 

Un pájaro sin alas corta el horizonte

poliniza el territorio perdido que gira entre las constelaciones

talla el hambre en las cuerdas de una voz

que habla sin oxigenarse

 

Limpiar la luz del ojo hasta que sangre la estrella

el amanecer

el regreso a ese primer rayo

oráculo del barrizal

y una vez más observar al gallo enloquecido cantando al sol

elevando las alas al cielo sobre la roca

esperando que con la lluvia caiga también el paraíso

 

Limpiar el rastro de la estrella del ojo

la alquimia de su amargo lenguaje

el hacha láctea que afilada derrumba el firmamento

conservando el fuego y su luz

una aureola falsa desorienta mi vuelo

como una libélula enciende el calor de la ausencia

 

Astro negro!

Trino que giras fingiendo ser

entre mis manos

la forma exacta del olvido

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Autor: Mario Pera. Título: sombría/estrella/fugaz. Editorial: Eolas.

 

(Fuente: Zenda libros)

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